-Carlos Castro Furlán / PERSIGUIENDO EL HORIZONTE–
La utopía está en el horizonte.
Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
Utopía – Eduardo Galeano
Escogí el poema anterior como mi lema de vida para no olvidarme de seguir caminando. Que cuando la desesperanza y la incertidumbre nos ataque (y no serán pocas veces) y creamos que hemos sido derrotados, sigamos luchando, como en el caso particular de Guatemala, en donde las fuerzas de la corrupción y la impunidad se han vuelto a reorganizar después de haber temblado ante la manifestación del 20 de septiembre de 2017.
Llevamos ya casi tres meses de la crisis política provocada por el mismo presidente al querer expulsar a finales de agosto al comisionado de la Cicig Iván Velázquez, con el fin de evitar ser investigado por la justicia. En estos meses, el presidente de Guatemala y sus aliados se han atrincherado para tratar de descalificar a las instituciones anticorrupción y así desvirtuar las acusaciones que pesan en contra de ellos; además de obstruir las investigaciones de nuevos casos que destaparían la verdadera Caja de Pandora y que indudablemente involucrarán a los “pesos pesados” del sistema de corrupción. Estemos a la expectativa del caso Oderbrecht.
La lucha es larga y el adversario es aún fuerte; quién dijo que erradicar la corrupción iba a ser un proceso relativamente fácil y a corto plazo. La falta de un Estado de derecho y de una sociedad en donde las reglas del juego estén bien definidas son la combinación perfecta para que la corrupción y los negocios ilícitos florezcan. La Cicig y el MP han logrado develar a las redes que operan al amparo del Estado y sus investigaciones han involucrado, incluso, a miembros de nuestra sociedad que hasta hace poco tiempo creían que eran intocables.
Después de dos años que la Cicig develó la estructura paralela de defraudación aduanera llamada la Línea (abril 2015), se descubrió otra serie de operaciones ilícitas en donde estaban involucrados ya no solo funcionarios públicos, sino también prominentes miembros de la empresa privada. Para ponerle la guinda al pastel, también resultó siendo objeto de investigación de la Cicig y el Ministerio Público el expresidente y actual alcalde de la ciudad de Guatemala, Álvaro Arzú.
El “señor” Arzú encarna y personaliza en toda su extensión las estructuras de corrupción existentes en Guatemala. Desde 1970 cuando fue nombrado director del Instituto Guatemalteco de Turismo, Arzú ha venido tejiendo redes y construyendo sus mecanismos de corrupción. Arzú corre el riesgo de ser investigado por otros delitos conexos que sin duda alguna se incorporarán a su expediente. Yo no sé cuan largo sea el brazo de la justicia, pero cuando se empiece a desenredar la madeja de ilícitos cometidos por Arzú y su clan – la venta de Telefónica, la concesión de las frecuencias de televisión a Ángel González, e indudablemente el asesinato de Monseñor Gerardi -, estos harán su aparición en escena como fantasmas del pasado en donde Álvaro Arzú tiene responsabilidad. Si la Cicig y el MP logran ligar a juicio a Álvaro Arzú la justicia en Guatemala habrá dado un gran paso.
La lucha en contra de la corrupción sigue vigente y este 16 de noviembre la protesta ciudadana le volvió a hacer patente a Jimmy Morales y a los diputados que el verdadero poder reside en los ciudadanos y que los funcionarios son únicamente sus empleados. Lo más importante -aparte de mantener la constancia de las movilizaciones-, es el construir una organización en donde se incluya a todos los sectores involucrados en la lucha en contra de la corrupción, para presentar una propuesta unitaria de refundación del Estado, ya que las medidas cosméticas nos llevarían a más de lo mismo. Jimmy Morales, la Juntita Militar, los diputados, el Cacif y sus aliados tratarán de aplicar contra el movimiento popular aquel adagio tan viejo y tan efectivo de “divide y vencerás” para ganar tiempo y tratar de mantenerse en el poder. Los sectores retrógrados de la sociedad están apostando a llegar a la época navideña para que la protesta popular se diluya en el olor del ponche y en el sabor de los tamales para reorganizar su estrategia.
Nos espera un Año Nuevo 2018 de lucha en contra de la corrupción y del sistema de injusticia que la ha generado.
Imagen principal tomada de Vice News.
Carlos Castro Furlán

Ciudadano de Guatemala y del mundo. Sociólogo, economista, internacionalista y libre pensador. Exprofesor de la Universidad de San Carlos. Amante de la música, de los libros y de todo lo bueno. Mi pasión han sido el futbol, la carrera de larga distancia (maratón), los libros, las revoluciones y los procesos sociales en donde la organización popular ejerce cambios en favor de las mayorías.
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