Ríos mágicos o exterminados

Roberto Ganddini | Para no extinguirnos / ESPIRAL

Pareciera que esta realidad es sacada de una de las novelas de Kafka, García Márquez o Rulfo, pero es que en Guatemala los ríos desaparecen. Un año vas a navegar y divertirte, al siguiente es una carretera de arena y piedras. Como una maldición mágica se torna todo el ambiente guatemalteco, porque igual pasa con los bosques, los manglares, los hábitats tradicionales de especies endémicas, etcétera.

¿Ante qué realidad nos encontramos? Simplemente la avaricia de las empresas dedicadas a saquear los recursos naturales de nuestro país. Si observamos, las causas son las mismas en todos los problemas ambientales que existen en el territorio guatemalteco.

En primer lugar, no existen leyes que se apliquen eficientemente en el cumplimiento de la protección a la naturaleza. Si vamos a la parte legal, existen más de 1 000 leyes de esta índole, pero ninguna es aplicable ni sancionada en el momento de ocurrir el desastre. Además, leyes sobre medio ambiente necesarias no pasan en el Congreso debido a los intereses comerciales de las empresas que corrompen a los legisladores para entrampar, como se dice en lenguaje coloquial, dichas leyes; la ley de aguas es un claro ejemplo.

Ahora estamos viendo las consecuencias, en el departamento de Alta Verapaz al norte de la capital de Guatemala, existían ríos que hace un par de años eran de un caudal muy grande y que ahora han desaparecido completamente. Es el caso del río Aguahiel en San Agustín Acasaguastlan, otros muchos en Cobán.

Si observamos río arriba, podemos encontrar muchas sorpresas, entre las cuales tenemos que los grandes terratenientes, propietarios de hidroeléctricas, actividad minera, etcétera, han desviado dichos ríos o los han utilizado tan desmedidamente que los han secado. Aunado a esto, están los criminales taladores de bosque que los eliminan por completo para introducir el monocultivo de la palma africana. Qué grandes desastres han provocado en el área de Sayaxché en Petén.

Fotografía tomada de Prensa Libre.

Las selvas frondosas de Petén se están extinguiendo rápidamente y en su lugar encontramos el monocultivo ya mencionado, el cual utiliza grandes cantidades de químicos para mantener su producción. Estos químicos se desechan y regularmente van a dar a los ríos o mantos freáticos, contaminándolos, entonces, estos ríos ya no se podrán utilizar para agua potable o para satisfacer necesidades de la población.

Veamos el ejemplo siguiente: las lluvias de mayo provocaron que los deshechos de la minera desembocaran en el agua del río Trincheras, contaminándolo y tiñéndolo de rojo. Las comunidades se levantaron y crearon una nueva resistencia antiminera, demandaron la intervención de las autoridades de Gobierno. Mientras, la empresa Solway Investment Group no asume la responsabilidad del daño ecológico. De nuevo estamos ante un escenario como el que se vivió en 2017 con el derrame en el lago de Izabal y la lucha de la Gremial de Pescadores Artesanales de El Estor.

Este ejemplo se repite mucho en la actividad minera, de todos es sabido que, para extraer el oro, se necesita una serie de químicos para desgastar las piedras, y estos químicos destruyen la naturaleza.

Todo lo fantasmal que sucede en nuestra naturaleza, no es más que producto de la destrucción que está sufriendo todo el entorno por empresas explotadoras de recursos naturales. Empresas con capital extranjero principalmente, que compran voluntades dentro del sector estatal y del sector privado, también se apoyan en profesionales sin escrúpulos para hacer su producción, con la cual se llevan sendas ganacias (millones de dólares), pero dejan una estela de destrucción ambiental. Además, pagan impuestos impuestos ridículos, como la minería que paga el 1 %. Estamos frente a una corrupción de lo más grande.

La desaparición de los ríos trae consecuencias serias, no solo para el medio ambiente, sino para la sociedad en general, debido a que las comunidades cercanas ya no cuentan con agua potable para uso familiar, mucho menos con agua para riego, para sembrar los productos de subsistencia. Esto significa que el hambre va aumentar y las condiciones sociales van a ser más precarias, y se desarrollarán más enfermedades prevenibles.

La conservación de los ríos depende principalmente de la voluntad del Estado, para aplicar las medidas necesarias para su conservación. No se pueden otorgar licencias de explotación minera que no cumplan con la conservación del medio ambiente, siendo un poco más radical, se debería de vedar completamente la explotación minera. Las hidroeléctricas, si bien generan energía limpia, su producción, es decir las formas como se obtiene, es sucia. En primer lugar porque no toman en cuenta a las poblaciones ni sus necesidades, además de que destruyen las siembras de los campesinos de los alrededores y sus terrenos quedan dentro de la hidroeléctrica, obligándolos a migrar para poder sembrar. Los bosques, en gran medida, se han destruido debido a la corrupción y al narcotráfico, las empresas de palma africana destruyeron todos los bosques del Petén sobornando a las autoridades responsables, como consecuencia hubo una gran muerte de peces en el río Sayaxché debido a la contaminación de químicos y no hubo ninguna sanción a estas empresas.

La desaparición de los ríos se debe a las acciones negativas tomadas por el ser humano y sus empresas que buscan solo lucrar y no un desarrollo integral del país. El agua es fuente de vida, se dice, pero el agua es lo que más le hace falta a las comunidades pobres del país… sin agua la vida se extingue.


Fotografía principal, río San Simón, tomada de The World News.

Roberto Ganddini

Actualmente trabajo en la Universidad de San Carlos donde soy el Director Administrativo del Centro Universitario Metropolitano (CUM). De formación Agrónomo y con estudios en administración y Economía. Así como un diplomado de Desarrollo sostenible y prevención de desastres (FLACSO). Dentro de los diversas actividades escribo para el periódico de la Universidad de San Carlos especialmente sobre problemas de medio ambiente. Pero también de carácter social y coyuntura actual. Así como problemática interna de la USAC.

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