Revolución industrial 4.0

-María José Schaeffer / ETERNA PRIMAVERA ECONÓMICA

Nuevos modelos de negocio en plataformas colaborativas, asistentes digitales inteligentes que ayudan a hacer un sinfín de tareas, vehículos operados desde un computador, robots a cargo de procesos productivos y análisis de grandes cantidades de datos son solo algunos ejemplos de las nuevas tecnologías que se están apoderando del mundo. Día con día, a gran velocidad, observamos una mayor automatización de los procesos productivos, la cual inevitablemente destruye empleos tradicionales y demanda nuevos trabajos altamente tecnificados.

La cuarta revolución industrial inició en la segunda mitad del siglo XX como consecuencia de la revolución digital que le antecedió. En este contexto de nuevas tecnologías y análisis de grandes cantidades de datos, surgió la economía digital que está transformando los modelos económicos y productivos, así como las formas de organización social. Es decir, la tecnología está cambiando al mundo, impactando fuertemente nuestra vida cotidiana. Sin embargo, al estar inmersos en la velocidad de estos cambios y coyunturas políticas que no permiten avanzar en la senda del desarrollo, poco tiempo hemos dedicado a analizar cómo prepararnos para facilitar nuestra adaptación a la era de la inteligencia artificial, el internet de las cosas y la robótica.

Las revoluciones industriales pasadas se caracterizaron por la adopción de nuevas tecnologías y fuentes de energía que permitieron aumentos en la producción. La primera revolución industrial utilizó agua y vapor para mecanizar la producción (finales del siglo XVIII), la segunda aprovechó la energía eléctrica para producir en serie (inicios del siglo XX) y la tercera fusionó varias tecnologías de información y comunicación con el fin de automatizar la producción (1970 – 2010). Por su parte, la cuarta revolución industrial alcanzará su máxima expresión cuando se haya logrado la automatización de muchos procesos productivos y las máquinas puedan tomar decisiones autónomas para cooperar con los seres humanos. Mientras que el factor común de las cuatro revoluciones industriales fue el cambio tecnológico, la principal diferencia de la cuarta revolución industrial con sus antecesoras radica en la velocidad con que se están experimentado los cambios.

De acuerdo con Toomas-Hendirk Ives, expresidente de Estonia que lideró la transformación tecnológica más importante de Europa, la innovación y la adopción de tecnologías digitales no es una decisión, sino una necesidad. Pese a que la región de América Latina y el Caribe aún muestra rezagos en el uso de internet por parte de las personas y en el uso de tecnologías digitales por parte de las empresas y los gobiernos, la cuarta revolución industrial ya empezó a transformar algunos sectores productivos, y para el año 2050 se espera que los modelos económicos y formas de organización social sean diferentes. Aquí es donde el rol que juegan los gobiernos, las empresas y las personas se vuelve clave para poder maximizar los beneficios económicos y sociales de la nueva economía digital.

Para que América Latina y el Caribe puedan convertir los desafíos de la economía digital en oportunidades, se requiere diseñar e implementar en el corto plazo políticas públicas universales para que todas las personas, no importando su edad o nivel de ingreso, puedan beneficiarse del mundo digital, mejorando su calidad de vida. Como mínimo se debe invertir en capacidades para analizar grandes cantidades de datos que permitan conocer qué nos depara el futuro de la economía digital y poder tomar decisiones informadas; mitigar los efectos negativos de la destrucción del empleo en el corto y mediano plazo, ahondando en iniciativas como la renta básica universal y la redistribución de los beneficios adicionales de las empresas; transformar el enfoque educativo en todos los niveles para que responda a las nuevas dinámicas del mercado laboral; e implementar programas de formación en tecnología para adultos y personas de las zonas rurales.

Nada ni nadie nos advirtió sobre el enorme desafío que supone adaptarnos a las nuevas tecnologías digitales, principalmente a la velocidad que nos imponen los avances tecnológicos. El momento de transformar el desafío en oportunidad es ahora, ya que esta oportunidad viaja a través de fibra óptica, o, mejor dicho, a la velocidad de la luz.


Imagen principal tomada de Chatbot’s life.

María José Schaeffer

Economista por pasión. Comprometida con el desarrollo y la equidad desde frentes fiscales y rurales. Disfruta galopar con el viento sobre el infinito espacio rural del continente amado. Cree en la capacidad transformadora de las letras, el conocimiento y el diálogo. Rechaza cualquier forma de injusticia y no pierde la esperanza en un mundo mejor para todas y todos. Se describe curiosa, aprendiz incansable y constructora de libertades. Hija y nieta de mujeres transgresoras. Dicen por ahí que su lucha por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres le cambió el alma.

Eterna primavera económica

0 Commentarios

Dejar un comentario