Reflexiones en Semana Santa

Héctor Herrera | Política y sociedad / PEDAGOGÍA DE LA PREGUNTA

Ser revolucionario es luchar contra las estructuras opresoras.
Padre Camilo Torres

Es importante destacar el papel de los medios de comunicación corporativos, mismos que hacen ver a sectores poderosos como los salvadores del pueblo.

Datos importantes son aquellos en donde empresarios, indígenas, campesinos y estudiantes se «unen» para formar el Frente Ciudadano Contra la Corrupcción, para muchos y muchas una idea bastante temeraria, para otros un proceso «necesario» para reconstruir este país.

El problema es cómo ese Frente viene a ser más de lo mismo, porque sigue representando la pugna entre dos grupos de burgueses. Claro está que quienes dirigen la actual Asociación de Estudiantes Universitarios «Oliverio Castañeda De León» han caído en este juego que tiene como caballito de batalla «la lucha contra la corrupción». Sin embargo, también hay que analizar que los ataques se dirigen a una sola persona (a quien es la secretaria general), los cuales están cargados de violencia contra la mujer desde espacios públicos como el Rey Feato, hasta espacios de redes sociales con mensajes misóginos y llenos de rabia, reproduciendo la violencia machista de esta sociedad capitalista y patriarcal.

Algo que no pueden entender quienes perdieron el botín de guerra denominado Huelga de Dolores, es que la Universidad de San Carlos no tiene dirigentes de base, no tiene dirigentes que acompañan al movimiento campesino, indígena y sindical que permitan comprometerse con procesos para cambiar este sistema de explotación y opresión. Lo que sí entiende muy bien el sancarlista en su mayoría es que «la huelga de dolores es un espacio de recreación, un espacio que le permita impunidad bajo el manto de una capucha», y que la sátira y la propuesta se quedaron perdidas hace más de una década. Pero está claro que los responsables de este deterioro son aquellos docentes y padres de familia que repiten «Nada de meterte en babosadas, a la U vas a estudiar». Esa frase, repetida tantas veces, hace que quienes tienen actitudes y aptitudes de dirigencia sean una estadística más en el universo sancarlista, mientras que quienes desean «una curul, una alcaldía, o ser asesores de algún diputadito» tengan el tiempo necesario para negociar con las autoridades y permitirse espacios de poder dentro de la única universidad estatal.

No se puede justificar cada acto de violencia contra el estudiante, ni contra las mujeres, pero tampoco se puede tolerar que quienes representan la histórica AEU sigan sentándose con nuestros enemigos de clase (empresarios, militares y políticos explotadores). Las preguntas deberían liberarnos para entender por qué algunos que se llaman de «izquierda» avalan, promueven y defienden estas prácticas que son una constante a lo largo de la Historia reciente de Guatemala.

La crítica y autocrítica es algo que no se cuestiona, mientras se utilizan las redes sociales para cosificar y desgastar a una secretaria general de AEU pero se invisibilizan a los demás actores.

Las preguntas obligadas.

¿Quién está asesorando a la actual AEU?
¿Por qué los que se llaman de «izquierda» avalan prácticas que vulneran la lucha de clases?
¿Quién es responsable de que hasta esta fecha no se haya planteado una sola asamblea estudiantil?
¿Por qué ningún candidato(a) a rector tiene una postura en relación a los ejercicios de violencia de la extinta comisión transitoria?
¿Quiénes protegen a los criminales que siguen amedrentando al verdadero estudiante?

Seguimos pensando de manera mesiánica, seguimos siendo un país incapaz de asumir procesos colectivos, seguimos sin formar cuadros y en cambio queremos inscribir partidos políticos que «representan los intereses del pueblo», pero nunca le preguntamos al pueblo qué quiere.

El movimiento campesino vive golpeándose entre quienes tienen la «razón» y quienes les acusan de violar esa «razón». El proceso Constituyente Popular y Plurinacional debería de convocarnos a todos y todas, un proceso que permita escucharnos entre pueblos, un proceso que permita sumar y multiplicar, un proceso al servicio de las mayorías, el cual permitirá una ventana de organización y formación, ambas necesarias para construir una patria dispuesta a recuperar el espíritu de los Acuerdos de Paz y las conquistas de la Revolución de Octubre.

El llamado a organizar y articular un Frente Amplio, un Frente que no pretenda seguir consintiendo a la burguesía en las filas de los explotados y oprimidos, un Frente que ataque las causas, un Frente que libere a los presos políticos, un Frente que nos convoque a quienes somos la generación de la posguerra, un Frente que involucre a los intelectuales orgánicos, un Frente que sume al pequeño empresario para formar cuadros con conciencia de clase.


Héctor Herrera

Ha cursado estudios en la Facultad de Humanidades (USAC), docente en el nivel primario, dirigente magisterial y estudiantil. Ha participado y desarrollado actividades académicas en distintos puntos del país y ha colaborado con otros docentes que trabajan diariamente en la construcción de una sociedad dispuesta al pleno ejercicio de la equidad, desde las aulas y las ideas de las nuevas generaciones. Es, en suma, un hombre comprometido con los grandes procesos y desafíos interculturales en el país.

Pedagogía de la pregunta


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