Carlos Alberto Sarti Castañeda | Política y sociedad / TENDENCIAS
La idea de abordar estos tres conceptos parte de la percepción de que, en muchas ocasiones, son usados como sinónimos, o que se pueden aplicar a cualquier propuesta sin identificar su naturaleza y principales contenidos. A partir de esta constatación, proponemos las siguientes ideas sobre los conceptos aludidos. Como siempre, nuestra intención es aportar al debate para avanzar en la compresión de aspectos importantes de la dinámica política del país.
Comencemos señalando que los tres conceptos se refieren a la necesidad de cambios en el Estado, y en la relación entre el Estado y la sociedad, pero se diferencian con respecto a la amplitud, cobertura y profundidad del cambio propuesto.
En términos tendenciales, podemos señalar que los conceptos señalados son parte de un continuum de cambio y transformación, y que cohabitan en la dinámica social general y en la dimensión política propiamente dicha. Como continuum tendencial, sus fronteras son difusas; por eso mismo es importante rescatar los rasgos del núcleo de cada propuesta, para reconocer sus diferencias y coincidencias.
El dato más importante para el debate sobre estos conceptos es asumir que su naturaleza está determinada por las posiciones políticas, ideológicas y culturales de los sujetos que los hacen práctica política. Así las cosas, los conceptos abstractos deben ser percibidos como estrategias políticas diferenciadas. Desde nuestra visión podemos entonces hablar de recomposición conservadora, restauración democrática y refundación sistémica.
Las tres estrategias cobran mayor relevancia a partir de la crisis política estatal de 2015. Con todo, junto otras particularidades, son parte del debate latinoamericano actual.
Recomposición conservadora
Consideramos que se trata de una restauración, pues no están refundando nada, solo poniendo orden en las alturas, dentro del mismo sistema. Es una estrategia de emergencia impulsada por sectores políticos tradicionales para para recomponer los términos de la dominación resquebrajados por la crisis política que se inicia en 2015. Su matriz ideológica es el conservadurismo histórico que ha dominado la política guatemalteca desde hace siglos. Actualmente se fortalece por medio del maridaje entre religión y política y mayor dependencia externa.
De tal manera, en la coyuntura actual, la recomposición conservadora busca el mantenimiento del statu quo tradicional, con cierto maquillaje que le permita desmovilizar las demandas ciudadanas. Su densidad de cambio es mínimo, lo justo necesario para volver a la normalidad de la dominación tradicional.
Esta estrategia defensiva, en la medida que se plantea la restauración del sistema político, es proclive a la violencia y el autoritarismo estatal. Se busca más la eficiencia y eficacia política que el Estado de derecho, el poder real más que democracia. En el caso de los diputados, se asumen más como electos que como representantes.
A pesar de que está plagada de errores y contradicciones, es la estrategia dominante, pues está sustentada en la inercia estatal tradicional. También porque las otras estrategias, aunque aumentan cada día su capacidad de cuestionamiento, no han adquirido la densidad de cambio que permita modificar la correlación de fuerzas para intentar una recomposición de mayor calado.
Restauración democrática
Consideramos pertinente identificar una estrategia de restauración democrática, porque en este caso sí se trata de restaurar el Estado, bajo otros parámetros y con otras fuerzas. También restaurar en el sentido del periodo de democracia política participativa que se dio en el periodo revolucionario (1944-1954).
Como señalamos en un artículo anterior, en 2015, desde el centro hacia su frontera izquierda emerge y se expresa una variopinta tendencia democrática que busca la restauración democrática del sistema político que vaya más allá de la recomposición cosmética del Estado. Cómo hacerlo y hasta dónde democratizar es parte del debate de los sectores que la impulsan.
La tendencia hacia la restauración democrática es de naturaleza sistémica, pero la densidad del cambio buscado es más profunda. Se trata de una recomposición progresista (con nuevos actores y partidos) del bloque en el poder. Su búsqueda es hacer reformas del Estado y del sistema político, acceder al gobierno y, desde allí, lograr una relación democrática con la ciudadanía y con sectores clave que tienen capacidad de acompañar y fortalece esta estrategia.
Dada su intencionalidad progresista, apunta a participar en elecciones por medio de nuevos partidos políticos reformistas y acceder, negociar espacios de poder.
Es la estrategia con mayor capacidad de ser dominante en el futuro inmediato, si gana las elecciones de 2019 y logra implementar políticas sociales progresistas. Para ello se busca una alianza centrista que logre alcanzar el poder político.
Refundación sistémica
Se trata de una refundación porque el cambio buscado es cualitativamente diferente, fuera de los marcos del actual sistema político vigente. Se orienta hacia un cambio sustantivo que permita una correlación democrática horizontal en la relación entre Estado y sociedad. Para ello, en primer lugar, se debe refundar el Estado.
Supone alterar sustantivamente la correlación actual de fuerzas y llevar al Estado nuevas fuerzas sociales que le impriman un carácter distinto. Entonces, no se trata solo de ocupar las viejas instituciones, sino de refundar o crear nuevas instituciones que respondan a los intereses populares. Asume que ningún gobierno que represente los intereses de los poderosos hará los cambios que demanda el pueblo. Por eso va más allá de la lucha contra la corrupción y la impunidad, se suman las demandas sociales más sentidas: tierra, autogestión territorial, democracia multicultural, nacionalización, soberanía, etcétera.
La necesidad de hacer cambios radicales se basa en la consideración de que el neoliberalismo está moribundo y las mayorías empobrecidas, marginalizadas y subordinadas políticamente ya no aguantan más esta situación. Considera que las opciones que buscan la gradualidad del cambio solo están fortaleciendo el sistema actual depredador y engañando al pueblo.
Algunos representantes indígenas, que son parte de la estrategia refundacional, consideran que no se trata solo de refundar, sino de fundar un nuevo Estado, pues los pueblos indígenas no han tenido un Estado que los represente. No buscan solamente la no exclusión o el fin del racismo, sino la fundación de un Estado plurinacional.
Aunque su objetivo actual y a futuro es lograr la mayor densidad de apoyo social posible, por medio de la organización y participación social de los sectores subordinados, no se descarta la participación electoral autónoma, por medio de un partido político que represente los interés sociales de las mayorías subalternas del pueblo de Guatemala. Sin embargo, la participación política electoral estará siempre supeditada a la estrategia de desarrollo del movimiento social refundacional. Lo principal no es triunfar en las elecciones, sino acumular fuerza social para refundar el Estado, con un carácter pluricultural. Se trata de una estrategia contrahegemónica, pues no se sienten partícipes del «todo político social», o del «consenso dominante», como diría Marco Fonseca, desde Gramsci.
Carlos Alberto Sarti Castañeda

Antropólogo y máster en Ciencia Politica, experto en analisis de la conflictividad, resolución de conflictos, construcción de paz y no violencia. Analista político. Facilitador de diálogos y negociaciones, capacitador en temas de cultura de paz y resolución de conflictos. Director de Fundación Propaz
Un Commentario
En términos generales compartimos lo expresado por Carlos Alberto Sarti Castañeda. A partir de los tres conceptos, y su explicación. Sin embargo, consideramos que el primero, la recomposición conservadora, está en plena ejecución con una doble ventaja y apadrinamiento, siendo en lo interno que las principales fuerzas y figuras que la representan se encuentran muy bien engarzados en las principales esferas gubernamentales de los llamados tres poderes del régimen de la impunidad y corrupción, con un apadrinamiento de bajo perfil por parte del gobierno estadounidense como exponente de los intereses económicos de sus élites. Su afianzamiento total va a resultar ser la más grande tragedia y retroceso histórico en la Guatemala actual en el 2018.
En cuanto a las otras dos tendencias, la restauración democrática y la refundación sistémica, consideramos que ambas, en cierto sentido se complementan y requieren la solidaria participación casi unitaria para que puedan lograr llegar lo más cerca a sus optimistas objetivos de cambio en Guatemala. Sin embargo, consideramos que le restauración democrática solo se puede considerar triunfante y efectiva a partir del retomar y superar las aspiraciones políticas, sociales, económicas y culturales del periodo democrático revolucionario (1944-1954). Lograr esta fase, ante la ofensiva conservadora, puede verse como un transitorio avance en la lucha política que actualmente se libra en el país, pero sin llegar a responder a las históricas expectativas del país.
En cuanto la búsqueda que apunta hacia la refundación sistémica, la cual consideramos la más avanzada, tanto en lo democrático como en lo revolucionario, requiere de la suma unitaria y comprometida de las fuerzas proclives a la refundación democrática a partir de su aceptación como un proceso realizable, alcanzable, necesario e indispensable para la refundación del Estado de Guatemala con la fundación del Estado Plurinacional, Democrático y Revolucionario que Guatemala necesita para salir del atolladero social y evitar hundirse más en el asqueroso e inhumano abismo que ahora se encuentra.
Dejar un comentario