Radicalismo, terrorismo, yihadismo, islamismo… conceptos que paralizan y polarizan las democracias occidentales

-Carla Sandoval Carrillo / UBUNTU O NUESTRA HUMANIDAD COMPARTIDA

Después del ataque terrorista al semanal Charlie Hebdo en Paris en enero 2015, Europa ha quedado como un animal herido, vulnerable, ansioso y desconfiado, esperando el próximo ataque mortal, al igual que los Estados Unidos después del 9/11. Solo que allí, no son ataques terroristas los que han azotado a la sociedad estadunidense, sino una serie de ataques internos perpetrados por personas sicóticas o sociópatas armadas hasta los dientes, ya que el lobby de las armas (entre otros factores) no ha permitido que pasen leyes para regular la portación de armas en ese país. El último dejó 59 muertos en Texas. Y los gringos se siguen armando…

Al contrario, en Europa, los ataques terroristas se han ido adicionando: Francia, Bélgica, Alemania, Suecia, Dinamarca, Inglaterra, Suecia, España, entre otros. Algunos países, como Bélgica, han echado el ejército a las calles para “proteger” a la ciudadanía e imágenes como la que sigue se han vuelto “normales” desde hace más de año y medio en las calles de Bruselas.

Elementos del Ejército belga en Bruselas. Fotografía tomada de Sputnik France.

Varios países europeos han pasado leyes, varias de ellas antidemocráticas y represivas, pues reducen la libertad de asociación, de expresión, de movilidad y de privacidad, entre otros, en nombre de la ‘seguridad nacional’ y el ‘combate al terrorismo’. Los europeos se quedan callados, aceptan y se repliegan sobre ellos mismos.

Pero, ¿quiénes son estos “terroristas”? ¿Y por qué la amalgama entre los distintos conceptos como radicalismo, terrorismo, yihadismo e islamismo? Queda claro que las élites políticas occidentales han logrado que en la consciencia colectiva el islam se vuelva sinónimo de terrorismo, sin tomar en cuenta que no existe “el islam”, sino varias corrientes de esa gran religión, de las cuales algunas son extremistas, como la corriente salafista que ha sido la que ha influenciado a varios jóvenes en Europa. Pero el extremismo es una realidad de todas las religiones y generalmente es bastante minoritaria. No es pues la religión en sí el problema, sino el extremismo y el fanatismo en contextos nacionales e internacional donde las desigualdades se vuelven cada vez más grandes.

Bélgica es uno de los países de donde más yihadistas se han ido a pelear a Siria en relación a su población. Son jóvenes con un promedio de 25 años, en su mayoría hombres (pero también mujeres, y cada vez más y más), quienes en su gran mayoría tienen un pasado de pequeña criminalidad (algunos también con cargos criminales más pesados), que se han “radicalizado” en poco tiempo (sobre todo en prisión) y parten a pelear “la guerra santa” [1], dispuestos a ser mártires a cambio de obtener 72 vírgenes en el paraíso. Son reclutados por predicadores sin consciencia quienes le lavan el cerebro con promesas falsas. A las mujeres se les promete un estatus especial como mujeres progenitoras de más yihadistas, pero en verdad muchas de ellas son utilizadas como esclavas sexuales. Son jóvenes pues que se encuentran en condiciones de alta vulnerabilidad social, familiar y emocional. Fácilmente manipulables. Se vuelven peones desechables en el tablero internacional de la geopolítica.

Jóvenes yihadistas. Fotografía tomada de 7sur7.

La comparación con los jóvenes que integran las maras en los países de Centro América o los que se vuelven adeptos a sectas religiosas se hace fácilmente, ya que son procesos bastante similares.
No se nace marero o yihadistas. Son sociedades excluyentes, discriminatorias y sin justicia social quienes los forman y los reproducen. Son sociedades que se polarizan con base en falsos enemigos. Cada época y cada sociedad inventa su enemigo: los pobres, las brujas, los judíos, etcétera. En occidente son ahora los musulmanes y los migrantes (otra amalgama que han promovido) a quienes tipifican de terroristas. Mientras que el verdadero enemigo es, entre otras cosas, la pobreza de la mayoría y la codicia de unos pocos.

De ahí la gran necesidad de ir formando desde la base a jóvenes con consciencia crítica. De ir transformando las sociedades en lugares donde estos jóvenes pueden tener oportunidades de desarrollarse con dignidad humana. Mientras, tendremos que seguir preguntándonos y esperando dónde será el próximo ataque mortal.


[1] La yihad significa en árabe abnegación, lucha, esfuerzo o resistencia, pero ha sido mal traducido en occidente como “guerra santa”.

Carla Sandoval Carrillo

Soy una guatemalteca que no es de aquí ni de allá. Politóloga formada en Bélgica donde resido actualmente. Feminista convencida y con ganas de aportar a los debates fundamentales que contribuyen a garantizar el Estado de derecho, los Derechos Humanos y a agudizar el espíritu crítico tan necesario en estos tiempos actuales.

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Un Commentario

Julio César Santos 21/10/2017

Excelente y crítico texto. Es necesario abrir los ojos hacia la solidaridad!

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