-Elder Exvedi Morales Mérida | PUERTAS ABIERTAS–
De pronto, el niño careto, desnutrido y harapiento, hijo de mi vecino, se vio frente a la biblioteca que, con gran esfuerzo fui construyendo durante mi larga estadía en la ciudad de Guatemala.
¡Ala chucha, tantos libros!, exclamó.
Y, agregó, entusiasmado: Cuando sea grande, quiero ser escritor.
Naturalmente, eso me agradó y, desde entonces tuve la magnífica idea de trabajar un proyecto de lectura con los estudiantes donde laboro por contrato con el Ministerio de Educación.
Durante la primera etapa leemos, sobre todo, a autores nacionales. En la segunda fase, trabajamos creación literaria. Los estudiantes escriben versos y relatos. Ya pulidos, listos para alzar el vuelo, diagramo una sencilla revista y salen a luz pública. La revista es sencilla, artesanal.
Entonces me cuestiono: ¿y si Guatemala leyera? ¿Y si en nuestro país se le tuviera a los libros esa pasión que se le tiene al futbol?
Guatemala es un país de paradojas: tiene nombres de alcance mundial en el ámbito de las letras, pero también posee uno de los más bajos niveles de lectura. A continuación, cito pocos de los muchos nombres de escritores y poetas guatemaltecos: Luis Cardoza y Aragón, Miguel Ángel Asturias, Augusto Monterroso, Carlos Solórzano, Vicenta Laparra de la Cerda, José Barnoya, Severo Martínez Peláez, Aida Toledo, José Milla y Vidaurre, Humberto Ak’abal, Delia Quiñónez, José Luis Perdomo Orellana, Luis Enrique Sam Colop, Ana María Rodas, Haroldo Shetemul, Gustavo Adolfo Wyld, Maya Cu Choc, Mildred Hernández, Manuel José Arce Leal, Ligia Bernal de Samayoa, Manuel Galich, Hugo Carrillo, Arango, José Luis Villatoro, Dante Liano¸ Luz Méndez de la Vega, Margarita Carrera, Mario Monteforte Toledo, Enrique Juárez Toledo, Mario Alberto Carrera, Isabel de los Ángeles Ruano, Julio Fausto Aguilera, Marco Antonio Flores, Rosa María Chávez Juárez, Carolina Escobar Sarti, Alejandra Flores, Félix Calderón, Haroldo Sánchez, Johanna Godoy, Otto René Castillo, entre muchos otros.
Según datos publicados por el Consejo de Lectura de Guatemala (CLG), menos del 1 % de guatemaltecos tiene el hábito de la lectura. De manera que urge impulsar un proyecto que pretenda motivar el hábito y el gusto por la lectura. Necesitamos descubrir la riqueza de la literatura, para tener inquietudes creativas que nos permitan ampliar nuestro horizonte de conocimientos. Recordemos que la práctica de la lectura contribuye a ejercitar la mente, estimula la concentración y la imaginación, incrementa el vocabulario, y sobre todo, favorece el aprendizaje y aumenta los conocimientos para enfrentar situaciones concretas de la vida.
Elder Exvedi Morales Mérida

Maestro, poeta, periodista independiente y ambientalista de Santa Ana Huista, Huehuetenango, donde reside y trabaja como educador.
4 Commentarios
Me encanta el tema de tu artículo. Cuando estuvimos Quique Noriega en la Editorial y yo en el Diario de Centro América y la Tipografía, editamos con mucha alegría una –para Guatemala y para dos instituciones que no reciben un centavo del Estado y se las arregla con la venta de diarios y libros– regular colección de libros de guatemaltecos. Están los poemas completos de Luis Eduardo Rivera, a quien debes conocer. O a lo mejor no, depende de tu edad, porque dejó Guatemala en los tempranos años 70. Pero es excelente poeta. Y tiene una novela, Velador de noche, soñador de día, que es excelente y por la forma en que se encuentra armada, le encantaría a tus lectores.
Si te pudieras dar una vuelta (o escribirle a la licenciada Thelma Mayén, quien durante un buen tiempo dirigió la biblioteca de la institución y a quien le dices que yo te di su nombre) por la Tipografía Nacional hallarías también a Pepita García Granados. A tantas otras personas que, si están en la colección, puedes tener la seguridad de que son buenos.
Y si puedes escribirle al excelente poeta Francisco Morales Santos, que está a cargo de la Editorial Cultura, del Ministerio de Cultura, y si le dices que yo fui quien te dio la idea para que solicites libros de la editoral, espero que tengas suerte.
Ojalá hubiesen más personas como tú. Te felicito y te digo que me has alegrado el día. Espero que así sea con muchos de tus lectores.
Estimada Maestra, saludos desde Santa Ana Huista, Huehuetenango, pueblo fundado el 26 de julio de 1549. Gracias por el comentario. Tengo 11 años de haber retornado a este pueblo donde, desde muy pequeño, vi escenas dantescas durante el conflicto armado. De esas vivencias, surge un relato. Comparto un fragmento:
«Se oyeron unos disparos…
El terror cundió.
-Mataron a papá-, gritó aterrado mi hermano Rodrid Adalid, que, para entonces, tenía 7 años de edad, y yo, 4.
Y corrimos hacia el edificio municipal, pues mi progenitor era el alcalde.
Era jueves 21 de mayo de 1981. 11.30 a.m.
En el camino, doña Lola Hernández nos ordenó: ¡Regrésense a su casa ixtíos!
Nosotros, por supuesto, no obedecimos.
-¿Qué pasó doña Lola?
-¡Cállese doña Lupe, mataron a don Vicente Paul Morales Hidalgo!
-¿Al alcalde?
-Sí. Y sus muchachitos van para la muni…
Encontramos a mi padre ya sin vida, sentado en su escritorio.
Su cuerpo estaba empapado en sangre.
Adalid lo tomó de la camisa y le gritaba: ¡Papa, papa, despierte!
Y yo, besando su mano derecha, le interrogaba: ¿Qué pasó papito?
Los culpables: Falsos revolucionarios e, incluso, gente del pueblo…
En ese entonces yo tenía 4 años y no obstante siento que fue ayer.
Y yo sigo besando su mano derecha, le interrogo: ¿Qué pasó papito?
Y mi papá no me responde, y sus asesinos siguen gritando a los cuatro vientos que Dios es amor…»
Tengo 18 años de editar revistas, de abrir espacios para que los jóvenes se expresen y sabemos lo difícil que es. En el instituto donde laboro por contrato trabajo un proyecto de lectura y creación literaria. Le doy prioridad a nuestros autores, porque, como sabemos, en nuestro país, son «poco conocidos». Hace un par de semanas logré una biblioteca para la aldea El Tabacal y sigo solicitando para que las aldeas de mi municipio cuentes con su propia biblioteca. Ah, por cierto, estoy seguro que el poeta y abogado Juan Diéguez Olaverri pasó por Santa Ana Huista, cuando iba camino al exilio. Saludos
Excelente opinión. Sería valioso cambiar la música de regetón por poesía de Luis Alfredo Arango o de Quique Noriega. Cambiar los juegos de video por las novelas de Rodríguez Macal o los cuentos de Quiroa
Cierto Marco. Te cuento que en los próximos días sale mi sencillo libro de poesía. Aún sigo de pie, a pesar de todo…Saludos
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