¿Quién se vacuna primero?

Luz Lescure | Política y sociedad / LUCES

Parece que la vacuna que experimenta la compañía británica-sueca llamada Astra Seneca, con sede en Oxford, Inglaterra, la llamada AZD 1222, está siendo un éxito en sus pruebas, tanto que la investigadora en jefe del grupo, la Dra. Sarah Gilbert, llamada por quienes la conocen como la genio de Oxford, lo va a probar en sus tres hijos de 22 años. Ya los chinos dijeron que tienen una y los gringos otra.

Aún faltan pruebas, pero están cerca los científicos de tener finalmente una vacuna contra el endemoniado virus ese que nos ha cambiado hasta la manera de andar.

El problema vendrá después. ¿A quién vacunamos primero? Lo lógico es que vacunemos a nuestros trabajadores de la salud, la primera fila, los que exponen su vida a diario en su trato con los contaminados. En una batalla, y aunque no nos guste esta es, la primera fila son los que deberían inmunizarse. Es lo que haríamos, para asegurarnos.

Pero ya sabemos en el mundo en el cual vivimos. ¿Y quiénes serán los primeros? Los que mejor paguen, diría yo. A pesar de que tanto los científicos, como las compañías que investigan han comentado que regalarán la vacuna al mundo sin fines de lucro, ¿quién les va a creer? Ya supuestamente algunos países se llevarán varios miles de vacunas por adelantado y están pagando para ello.

Y mientras, algunos países se unen para adquirir la vacuna en grupo, parece que finalmente entendieron que uniéndose pueden lograr mejoras. Por ahora van 150 países que se han reunido en Covax, un grupo, o consorcio, que asesora a los ministerios de salud y cuyas consultas nos llevarían a la mejor vacuna para nuestros países empobrecidos.

Parece que hay más de cien compañías o grupos que trabajan actualmente en la creación de una vacuna, de esas, cinco están en fase tres, o sea que están probándolas en humanos, en miles de humanos. Pareciera que las vacunas producen anticuerpos y estímulos, y los efectos secundarios suelen ser los mismos que producen todas las vacunas: pequeñas fiebres, dolor de cabeza y en el lugar de la inoculación, y fatiga en general. Parece que no es mucho, sabiendo de lo que nos salva.

Estuve viendo un programa de televisión y dijeron allí que desarrollar una vacuna demora entre cinco y diez años. A esta vacuna le llaman en EE. UU. «la velocidad de la luz». Pues ha sido desarrollada en unos meses. Según escuché, solo la vacuna contra la papera (la más rápida en su producción), demoró cinco años en su desarrollo. Tal vez las nuevas tecnologías y la premura de tener una pandemia entre manos hacen que los científicos aceleren el paso.

Sin embargo, según escuché en CNN en español a un tal Dr. Huerta, quien aseguraba que no todo el mundo confía en una vacuna, decía el entrevistado que, según encuestas, se ha revelado que en los EE. UU. solamente entre el 50 o 57 % estaría dispuesto a vacunarse, en Alemania solo un 50 % y en Inglaterra, una de cada tres personas rechazaría la vacuna.

De ser esto cierto, ¿por qué será? Tal vez los seres humanos somos, en extremo, desconfiados o, tal vez, tenemos malas experiencias con las vacunas, o tal vez es cierto aquello de que «el ser humano no piensa, solo cree. Eso de que las creencias sean más aceptadas que la realidad nos lleva a aceptar aquello de que el ser humano acepta más la fantasía que la realidad (bueno para el arte abstracto).

Veamos qué estrategia van a seguir nuestras autoridades. Por ahora estamos aprendiendo todos y, claro, según otro entrevistado en CNN en español, de los países de América Latina que han sido terriblemente afectados por el COVID-19, el más afectado es nuestra querida Guatemala.

Si aún no nos cae el rial de que nuestro gran enemigo es la pobreza y la segregación, tan difundidas en nuestra querida Guatemala, nos pasarán cosas peores que esta pandemia y sin la posibilidad de una vacuna.


Luz Lescure

Poeta, escritora y académica panameña. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha publicado los poemarios Volvería ser mujer, El árbol de las mil raíces, Añoranza animal, La quinta soledad y El mundo es un silencio. También los libros de relatos El obelisco de mi abuelo y La sonrisa de la primavera. Publicó La práctica diplomática, libro académico utilizado en universidades centroamericanas.

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Correo: luzlescure@hotmail.com

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