¿Qué representa repetir un grado?: El caso de los graduandos

Edgar Florencio Montúfar Noriega | Política y sociedad / IDEAS AL AGUA

En la columna anterior presentó la acción de que los estudiantes de primero primaria repitan el grado, si no han logrado alcanzar aquello que el sistema educativo considera que deberían de saber. Pero es un problema que no debe de dejarse únicamente en este nivel o grado, incluso, quedarnos únicamente con esta parte de la imagen puede hacer que se orienten acciones erróneas.

Si se observa el anuario estadístico del Ministerio de Educación, para el año 2016 se puede observar que efectivamente en primero primaria se da el mayor porcentaje de estudiantes no promovidos al siguiente grado. Pero en los grados sucesivos a primero primaria, si bien el porcentaje disminuye, sigue siendo importante.

También se tiene información de los estudiantes que concluyen la secundaria, específicamente con los graduandos que son evaluados al concluir todo el proceso formativo de la educación que tiene a su cargo el Ministerio de Educación. Dentro de la información de los estudiantes, se sabe si repitió algún grado de primaria y qué grado fue el que repitió. El 27% de los graduandos del año 2016 reportaron haber repetido un grado, es decir 1 de cada 4. Los grados que reportaron haber repetido fueron: 11% reportó haber repetido primero primaria, el 7% segundo primaria, el 6% tercero primaria, el 4% cuarto, el 2% quinto y el 1% sexto.

Siguiendo la defensa de repetir un año, con el objetivo de que el estudiante nivele lo que no ha aprendido, deberíamos de observar que quienes repitieron y los que no repitieron deberían estar relativamente igual en sus habilidades. En el caso de lectura se encontró que del total de graduandos, el 32% alcanzaron el nivel esperado en lectura en lectura. Pero si dividimos en dos grupos- quienes repitieron y no repitieron-, los datos varían un poco. El 40% de quienes reportaron no haber repetido un año en primaria alcanzaron el nivel esperado en lectura. En contraste, el 13% de quienes reportaron haber repetido un grado de primaria alcanzaron el logro en lectura.

Siguiendo con los datos de los graduandos, se encuentra que tanto los que asisten a la preprimaria como quienes que no asistieron a la preprimaria, repiten algún grado de la primaria. Pero el porcentaje de quienes no asistieron a la preprimaria y que repitieron un grado (36%) es mayor al porcentaje de quienes si asisten a la preprimaria y repiten algún grado (25%). También se pueden comparar los datos de la escolaridad de la madre y ver qué porcentaje de esos estudiantes repitió algún grado en la primaria. Los resultados demuestran que una madre con poca escolaridad se relaciona con el hecho de repetir el grado. Por ejemplo, del total de estudiantes cuyas madres solo concluyeron la primaria, el 30% de los estudiantes repitió un grado en primaria; pero del total de estudiantes cuyas madres concluyeron una licenciatura en la universidad el 10% repitió el grado.

Estos datos permiten proponer que el hecho de repetir un grado no está calificando únicamente el esfuerzo personal del estudiante, sino que está calificando también a la familia y los recursos. Y, retomando que repetir un grado tiene grandes costos para el estudiante, como también para las familias y el sistema educativo, podría proponerse que es una política equivocada para atender un problema de aprendizaje.

Pero el problema no es si hay que repetir o no un grado. El problema es que los estudiantes no están aprendiendo, y cualquiera de las opciones (repetir o no repetir) implica una serie de recursos e insumos para atender ese problema (el no aprendizaje), que son definidos a partir de la decisión misma y que actualmente no se tienen en el aula.
Si se asume la política de repetir un grado, debe de existir orientaciones para los docentes de cómo trabajar con un estudiante repitente, cómo trabajar aspectos de autoestima y estrategias específicas que le permitan aprender y minimizar los efectos negativos de repetir. Quizás sea necesario tener recursos educativos diversos para explorar diferentes procesos formativos, y finalmente para ello es necesario que los profesores tengan números reducidos de estudiantes para atender esas especificidades.

Si la política es la de no repetir y trabajar una promoción automática, requerirá orientaciones y recursos para que los profesores puedan trabajar una equiparación de aprendizajes, avanzando con el grupo y apoyando con mayor intensidad a quienes requieren un mayor aprendizaje. De la misma forma requerirá que los profesores tengan pocos estudiantes y que los estudiantes tengan suficientes recursos para aprender.

Durante el siglo XX se desarrollaron diferentes programas remediales para asegurar el aprendizaje. Estos esfuerzos se orientaban a partir de la política de repetir o no el grado. Si se asumía la promoción automática de un grado a otro, se buscaba la forma de que el estudiante avanzara durante las vacaciones, las escuelas de vacaciones y las guías de repaso para estudiar en vacaciones bajo la supervisión de los padres o tutores, por citar algunos ejemplos. Si se asumía que el estudiante debería de irse a vacaciones con el nivel de aprendizaje alcanzado y poder ser promovido, se desarrollaban esfuerzos durante el ciclo escolar, como trabajar clases extras, guías de repaso o tutores.
En todas estas acciones hay una constante. Un estudiante que no está aprendiendo requiere más atención, más recursos y la claridad que el objetivo final es el aprendizaje. Esto requiere un cambio de paradigma educativo, quitar la idea de que la educación es un campo de competencia y donde ganan los “mejores”, que la educación es un espacio de construcción de la igualdad para el ejercicio de la ciudadanía. Pero esto último debe ser trabajando teniendo clara las especificidades de las diferentes clases sociales presentes en Guatemala.


Edgar Florencio Montúfar Noriega

Hijo, padre, esposo, hermano, sociólogo y pecador creyente que vuelve a pecar

Ideas al agua

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