Que aparezcan ya

Byron R.Titus | Política y sociedad / TRANSFORMACIÓN

Hasta que aparezcan…

Viernes 25 de marzo de 1983, un automóvil que viene de México se acerca a la frontera con Guatemala, se detiene, cumple con los reglamentos aduanales y migratorios, pasa al lado guatemalteco. Dentro viaja la Dra. América Yolanda Urízar Martínez, quien regresa del exilio, y dos personas más. Los tres ansían llegar a la ciudad de Guatemala a reunirse con sus seres queridos.

Algunos kilómetros adelante, el carro es detenido por elementos del Ejército guatemalteco y oficialmente hasta allí llegaron. Los tres pasaron a engrosar la vergonzosa lista de desaparecidos. Nunca más se volvió a saber de ellos, América Yolanda y las otras dos personas desaparecieron como muchas otras, primero físicamente y después de la memoria de muchos. Menos de los que se quedaron esperándoles, los mismos que se empeñan en que aparezcan sus restos para darles la sepultura que merecen.

Se sabe que después de ser detenidos fueron trasladados al destacamento Berlín en Coatepeque, y de allí a la ciudad de Retalhuleu, donde se pierde totalmente su rastro. Su padre, el coronel –en calidad de retiro– Augusto Urízar, envió una carta abierta a su excompañero de armas y presidente de facto recién llegado al poder el año anterior por medio de un golpe de Estado, el general Efraín Ríos Montt. En la carta el coronel Urízar clamaba por el respeto a la vida de América Yolanda y, seguramente conocedor de las prácticas ilegales en su gremio, exigía su inmediata liberación. Como muchas otras peticiones de padres y madres por el bienestar de sus seres queridos, esta fue ignorada y hasta la fecha de hoy, 35 años después, nunca obtuvo respuesta.

América Yolanda Urízar Martínez se doctoró en leyes, era catedrática de la Escuela de Orientación Sindical de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Además pertenecía a la Central Nacional de Trabajadores (CNT), al Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS) y como abogada asesoró a algunos de los principales sindicatos y organizaciones campesinas del país. También militó en las FAR.

En aquellos días, los medios sociales de alta tecnología aún no repicaban de inmediato entre los continentes. La lucha debía ser local y frontal con riesgo mismo de la vida. Lucha abierta en defensa propia contra el crimen organizado (Gobierno, Ejército y organismos paralelos). ¿Ley; cuál ley? ¿Derecho? Supongamos que ser miembro de un sindicato era prohibido, o de pertenecer a alguna agrupación campesina o integrar alguna agrupación considerada clandestina como las FAR. Supongamos que alguna persona quisiera ejercer su derecho a pensar diferente y esto fuera contra la ley. Entonces… para eso precisamente existe la ley y los organismos para proceder de acuerdo a la misma. No la detención y desaparición forzada.

La práctica sistemática de secuestrar, de matar amarrados, de desaparecer personas, no solo fue criminal e inhumano pero “cobarde”. Ojalá alguno de esos asesinos, alguna vez, antes de morir, encuentre el valor de confesar sus atrocidades y decir dónde están los restos de los miles de desaparecidos. Para que al fin América Yolanda y otros puedan llegar a su destino.


Fotografía proporcionada por Byron R. Titus.

Byron R.Titus

Sociólogo, investigador científico y transformador. Conferencista y asesor internacional. Actualmente director del Regional Resource Center en Webster MA. Fundador y director del Centro de Transformación a la Excelencia. Vivo fuera de Guatemala desde la noche del dia de la virgen de Guadalupe 1975. Mi cumpleaños es el 15 y 16 de julio, resido -hasta que San Juan baje el dedo- en Nueva Inglaterra, EUA. Amante de las artes, particularmente la literatura y la música.

Transformación

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