Prolegómenos a unas reflexiones sobre el cambio

Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / PARADOXA

Nosotros tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo.
Mahatma Gandhi

Heráclito (Hράκλειτος) fue un filósofo griego conocido también como el Oscuro de Éfeso. A Heráclito se le atribuye la afamada frase que asevera que lo único permanente en el mundo es el cambio, confirmando en ella lo crucial de su pensamiento, estableciendo que el fundamento de todo cuanto existe está en esta dinámica del cambio incesante, de naturaleza cíclica, sin inicio y sin fin. Su ontología predica que el ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo cambio, de nacimiento y destrucción, al que nada escapa.

Contrapuesto en la historia de las ideas de la antigüedad se encuentra Parménides (Παρμενίδης), quien, a diferencia de su contemporáneo Heráclito, se encuentra muy bien documentado en distintas obras de la posteridad, tanto en la doctrina platónica de las formas como en la metafísica aristotélica. En este sentido, muchos filólogos consideran que Parménides es el fundador de la metafísica occidental, guardando una deuda incalculable con la primera parte de su única obra: Vía de la verdad. Diferente sucede con la obra de Heráclito, la cual es completamente aforística y mucho menos conocida por los clásicos. Ejemplo de ello es que en la actualidad no se posee certeza absoluta sobre la autoría del texto que se le atribuye, también titulado, Sobre la naturaleza.

Por otro lado, la contraposición entre la doctrina de Parménides y la de Heráclito es radical, puesto que Parménides afirma que el ente, lo que es, es ajeno a la generación y la corrupción de los cambios en las apariencias, siendo por lo tanto inengendrado e indestructible. De esta guisa, la esencia del ser es lo único que verdaderamente existe, siendo homogéneo, inmóvil y perfecto. Lo principal de la existencia para Parménides es lo permanente, mientras que en Heráclito es el cambio mismo, la dinámica de la transformación, lo que cuenta. Si hacemos abstracción, en uno, el eleata, el ente es por cuanto sigue siendo el mismo, mientras que para el efesio, el ente será por cuanto muda y se transforma. En uno, la permanencia es un axioma, mientras que en el otro, la igualdad es imposible por el cambio, que es la ley.

Imágenes tomadas de CanStockPhoto y All you need is biology.

Esto lo podemos visualizar fácilmente en nuestra autopercepción del yo, es decir, en la forma en que nos vemos a nosotros mismos, en función que, siendo siempre el mismo yo (Parménides), nunca somos igual que antes, nunca podemos ser el mismo yo que fuimos antes (Heráclito). En esta misma línea de ideas, Heráclito apunta su lamento al respecto de que la mayoría de las personas vive relegada en su propio mundo, siendo incapaces de ver el mundo real, el orden real que siempre coincide con el orden de la razón, que una «armonía invisible, mejor que la visible». Si bien Heráclito no desprecia el uso de los sentidos (como lo hace posteriormente Platón), los cree indispensables para comprender la realidad, sosteniendo que con ellos no basta porque igualmente o mayormente será necesario el uso de la inteligencia, que es la capacidad para ver las cosas tal cual son, en su perpetua e ineludible transformación.

A Aristóteles se le atribuye el hecho de colocar a Heráclito entre los primeros filósofos físicos (φυσικοί), que pensaban que el mundo procedía de un principio natural, o arché (ἀρχή: principio u origen), como el agua para Tales de Mileto, el aire para Anaxímenes y el ápeiron para Anaximandro. En gran medida, este error de clasificación se debe a que, para Heráclito, el principio originario es el fuego, lo cual no debe leerse en un sentido literal, pues se trata de una metáfora, como también lo eran para los otros filósofos presocráticos. En efecto, afirmar que el principio germinal de la naturaleza es el fuego se refiere, precisamente, al movimiento y cambio constante en el que se encuentra el cosmos (el mundo), siendo este fluir conducido y gobernado por una ley denominada el logos (Λόγος). Heráclito pensaba que este logos no solo rige el devenir del mundo, sino que le habla al hombre, aunque la mayoría de las personas no lo saben escuchar ni le pueden hablar. Este tipo de pensamiento influirá posteriormente de manera radical en Platón, y a través de él en la cultura occidental.

Sin embargo de las honduras a las que todas estas disquisiciones nos llevan, y muy al margen de la profundidad de las ideas ontológicas básicas sobre lo que cambia y lo que permanece, el agudo lector podrá percatarse que existe un repunte sobre la literatura que habla del cambio permanente, y no es exactamente en lo que respecta a la nueva física o la renovada ciencia, por la pérdida de la vigencia del macroparadigma del laboratorio, donde el sujeto observa como flotante un universo estático y permanente. No, no es respecto a la renovación epistemológica pospopperiana de mediados del siglo XX, sino al increíble y persistente bombardeo que se tiene hoy en el mundo del mercadeo y del consumismo capitalista, dominado por la demagogia del cambio orientada a la pertinencia y adecuación de las distintas estrategias que se debe adoptar en el mundo de los negocios y de las ventas. Nadie escapa a este discurso en donde ya no muy se entiende hacia dónde habremos de apuntar.

Imágenes tomadas de Muñoz Pareño, Avante y ConceptoDefiniciónDe.

Prefiero rememorar un par de anécdotas que tuve a bien sobrellevar en mis años más mozos, cuando me iniciaba en la loable práctica de la docencia, y que sin quererlo se quedaron guardadas en algún rincón del alma, como esperando a que el ocio las revista de la necesaria reflexión crítica, que a bien podemos realizar. Tratando de impulsar un cambio profundo en la forma de llevar la materia que impartía, decidí impulsar una metodología radicalmente diferente a la que los alumnos estaban acostumbrados a llevar. Recuerdo muy bien que buena parte de los estudiantes me increparon que los cambios no se podían llevar de forma abrupta, sino que debía hacerse de una forma paulatina y graduada, por etapas, de manera tal que no se rompieran los esquemas que permitieran irse ajustando progresivamente. Recuerdo que yo me opuse, aunque terminé cediendo en contra de mi parecer.

En este sentido percibo que la Mecánica tiene mucho que decirnos al respecto del cambio, y de este detalle que he citado en el párrafo anterior. Debo reconocer que aquellos muchachos estaban en lo correcto, y que yo, en mi fuego por impulsar un cambio en la dirección que llevaban nuestros esfuerzos, estaba olvidando detalles importantísimos. Cuando un vehículo automotor, digamos una motocicleta, desea realizar un cambio considerable en su dirección, resulta que no lo puede hacer de golpe, y se ve en la necesidad de hacerlo de manera gradual, conforme la inercia se lo permite. Podemos trasladar este aprendizaje a la macropolítica de un país o a la dirección de una cierta empresa o, en general, a todo proceso de cambio que deseemos realizar en nuestras vidas personales o familiares.

Imagen tomada de Infobae.

En términos muy gruesos, los expertos en asesoramiento para el cambio organizacional o personal explican que hay varias etapas o momentos que deben ser respetados, en cuanto a su secuencia en el tiempo que debemos dedicar en cada instancia, a saber: una 1ª etapa, del desaprendizaje, en la que se analizan los catalizadores del cambio, evaluando el grado de compromiso y confrontando la resistencia natural al cambio; una 2ª etapa, de la transición, en la que se analizan las creencias autolimitadoras, evaluando el viejo estilo de hacer las cosas y estableciendo los objetivos para nuevos comportamientos; una 3ª etapa, del reaprendizaje, en la cual se controlan las acciones, potenciando los cambios y asegurando la transferencia de nuevas técnicas y conocimientos; una 4ª etapa, que podríamos denominar de la institucionalización del cambio, en la que se proporciona el apoyo continuado para asegurar la generalización de las técnicas y evitar la pérdida de la motivación requerida.

Imagen tomada de All you need is biology.

En todo caso, debemos comprender por el lado filosófico que siempre tenemos una esencia que no se cambia y que permanece, aunque nuestra naturaleza es la del cambio mismo de todo cuanto nos circunda, viéndonos a nosotros mismos no solo como sujetos pasivos de cambio por el entorno y la circunstancia, sino también como agentes transformadores del mismo río en el que discurrimos, lo que nos convierte en caminantes y constructores del camino, nuestro eterno devenir.


Imagen principal con fotografías tomadas de Wikipedia y editada por Vinicio Barrientos Carles.

Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.

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