Policía Nacional Civil para todos

Carlos Juárez | Política y sociedad / CLANDESTINO Y ARTESANAL

Mientras el proceso electoral está a punto de culminar y la situación de seguridad es complicada en algunos lugares, hay una institución que debe estar atenta en todo momento, es aquella que no tiene vacaciones en verano, en Navidad o durante el proceso electoral. La Policía Nacional Civil -PNC-.

La seguridad ciudadana es uno de los servicios permanentes, es una de las razones de ser del Estado, dotar del servicio de seguridad a través de la fuerza pública evita la anarquía.

Lamentablemente, hablar de seguridad ciudadana en Guatemala es hablar de violencia, la situación social convulsa del país nos coloca en los peores índices de seguridad que existen en el mundo. Esa realidad es innegable y continúa afectando a miles de familias guatemaltecas, a las cuales nos toca enfrentar todo tipo de situaciones delincuenciales. Sea tomar un autobús o manejar un auto, en cualquier momento todos podemos ser víctimas de la delincuencia que impera en la actualidad.

En ese marco se desarrolla la actividad policial, una profesión que demanda, en primer lugar, valentía, pues para todos es conocido que la entidad uniformada carece, en muchas ocasiones, del equipo adecuado para realizar sus actividades.

Resulta común que los agentes de la PNC se encuentren en clara desventaja en comparación con los delincuentes a los que debe combatir. Los narcotraficantes, con el poder adquisitivo de su parte, cuentan con equipo ilimitado de alta tecnología para combatir a la Policía. Además, en algunos lugares, cuentan con el apoyo de la población para encubrirlos de cualquier aprehensión.

Las pandillas, con menos sofisticación, son el peor enemigo del policía común y corriente, estas vienen armadas con la desvalorización a la vida de los demás y a la propia. Con sus 24 años como esperanza de vida máxima, un pandillero tiene entre los 16 y 21 años, su edad de mayor productividad delincuencial.

Esa es el arma más poderosa a la que se enfrenta un policía de Guatemala, el desprecio total por la vida que la delincuencia tiene actualmente.

Ahora, es momento para que usted, que lee estas letras, se despoje de su dispositivo móvil en el que lee el texto, lo sustituya por una arma, se coloque su uniforme azul y piense, por un solo momento, en que su trabajo es salir a enfrentarse a este escenario sin mayor defensa más que la divina para poder regresar a casa con su familia.

Es lo que me pasa por la cabeza en un momento de reflexión. No logro concebir la idea de salir todos los días a la calle, arriesgar mi vida por la seguridad de los demás, abrazar a mis padres e hijos, rogar por el regreso al final del día, y repetir la escena todas las mañanas o noches de mi vida.

Por si fuera poco, los agentes más jóvenes de la PNC deben lidiar con el legado de rechazo social que genera su institución, el cual es producto de los grandes abusos y violaciones a los derechos humanos que se cometieron durante el conflicto armado interno. Pocas profesiones generan tanto rechazo en la población como el policía. Frecuentemente se escucha: «no hay nada peor que ser policía o arbitro».

Nada se compara, en mi opinión, con la fuerza y valentía que tiene un PNC de ahuevo, porque los hay. Aunque parezca difícil, es importante recordar que en todos lados siempre habrá elementos buenos, incluso en la PNC. Me atrevo a pensar que son más los agentes que se esfuerzan por hacer bien su trabajo, que ponen su vida en peligro todos los días, pero que lamentablemente son empañados por aquellos que se dedican a desprestigiar a la institución.

Confiemos, de verdad, en que una PNC para todos es posible, no dejemos de exigir que su presupuesto no sea tocado para otros fines, que el armamento para los agentes no obedezca a contratos que en las altas esferas se negocian, bajo prebendas millonarias que afectan la calidad del mismo y repercuten en inseguridad para la población.

El reto en Guatemala es creer, a pesar de todo, que mañana será mejor si seguimos trabajando por el bien del país. Hagámoslo y atrevámonos a pensar que la seguridad ciudadana, finalmente, responderá a las necesidades de la población en general.


Carlos Juárez

Estudiante de leyes, aprendiz de ciudadano, enamorado de Guatemala y los derechos humanos, fanático del diálogo que busca la memoria de un país con amnesia.

Clandestino y artesanal

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