Poemas de Víctor Rojas

-Víctor Rojas-

Oración de un niño refugiado

Señor

Yo soy un niño cansado de caminar
tengo miedo de los caminos
y de las sombras de la noche
He dormido sobre almohadas de piedra
puestos los ojos en las estrellas
Acaso, Señor, tú rondas
de estrella en estrella
como un niño refugiado
y todos te miran de reojo
y te dan puntapiés
y te piden papeles de identificación
y te alejan de tu osito de felpa
y tu tractorcito de madera

Ojalá que no

Las estrellas tiritan, Señor
y yo quiero creer que son tus ojos
que tienen ganas de despertar
El cuerpo de mi padre
quedó en el jardín
junto al árbol de cerezas
Madre llora y acaricia mis cabellos ondulados
y aprieta mis manos y me cubre con su cuerpo
Ya nada saben mis ojos
sólo de la llama que todo lo abraza
Caminamos
caminamos
caminamos
y el fuego nos persigue

Ya no hay lugar en tu tierra, Señor

Los caminos están sembrados
de lágrimas y minas
y allá donde los caminos terminan
dicen que no hay lugar
para niños con cara de espantapájaros
Estoy cansado, Señor
he olvidado los cuentos
de piratas y ballenas azules
que mi abuelo nos contó
en tiempos de antes de la guerra
Señor
cuando mi madre y yo
lleguemos al final del camino
dile a la gente que mis pies son ampollas
a punto de reventar
Diles
que soy pequeño
y la Tierra es grande
Diles
que yo quiero volver a jugar
a la gallina ciega
y al puente está quebrado
con qué lo curaremos
con cáscaras de huevo, con cáscaras de huevo
Diles que es mentira que Tú has dibujado
sobre la Tierra
líneas que separan a la gente


Yo te ailoviu mucho

(Sinfonía en Neruda)

A Olga Cristina Rojas R.

Yo no sé a ciencia cierta
por qué tú y yo nos olvidamos durante tanto tiempo

Creo que fue a causa de que tú empezaste a trabajar
en un hospital
atendiendo heridos mortales en el turno de la noche

Por eso nunca más volvimos a caminar La séptima
en las horas de la tarde
mientras yo te cantaba al oído poemas de amor
aprendidos de memoria

Un día me entregaste tus labios
impregnados de carmesí en una hoja de cuaderno

¿Te acuerdas?

Con mucho cuidado la doblé y guardé tus labios
en mi billetera de cuero de vaca llanera
que había comprado en el Pasaje Rivas
que hoy por desgracia ya no existe

Tus labios iban conmigo a toda parte

Me ayudaban a pagar
cuando compraba cuchillas de afeitar
en la tienda de la esquina
o cuando me deshacía de los doscientos pesos
que costaba viajar en la buseta ejecutiva
que rodaba por la Carrera décima

En las horas en que me sentía deshabitado
abría mi billetera y conversaba con tus labios

En las noches estrelladas y de astros titilantes
como esas de tu poeta preferido
tus labios me decían que no eras de otro
pero tampoco eras el último dolor que yo sufría

Podría creerse
que yo andaba por las fronteras del desvarío
hablando con una hoja de cuaderno
y besando a escondidas unos labios rojos
que a nada sabían

En verdad
tus labios me acompañaron
hasta una noche propicia para escribir versos tristes
en que un ladronzuelo en Venecia
el barrio ese que se inunda
cada vez que llueve torrencialmente en Bogotá
sintió celos o qué sé yo
y delante de los pocos y fríos transeúntes
que recorrían la calle principal
sacó a relucir
con la poca luz del alumbrado público
un cuchillo de acribillar marranos

¡Entréguemela! me ordenó

Mi cobardía te entregó sin más ni menos

Entonces protegido por las sombras
y hablando con tus labios
vi al manilargüelo perderse
sin ningún apuro al doblar la esquina

A partir de entonces
los días para mí se volvieron de suicidio

No solo no tenía quién me acompañara
a comprar cuchillas
para quitarme las incipientes barbas
sino que tampoco tenía con qué pagar

Así fue
acosado por la desesperanza pensé en aprender inglés
y marcharme lejos muy lejos
de tu olvido y los ladronzuelos de suburbios

Pero solo alcancé a llegar al barrio Kennedy
y ahí
en la parada del bus te encontré de nuevo

Yo te ailoviu mucho
te dije para impresionarte
con lo poco que había aprendido
del idioma de quienes se marchan lejos

Pero tú fuiste más racional
y te convertiste en hoja de cuaderno

Con tus labios carmesí manchaste los míos de rojo
mientras gruñías que los poetas
cuyos versos yo te recitaba de memoria
eran mentirosos
porque los falsos olvidos son cortos
y los verdaderos amores son largos


Víctor Rojas

Bogotá, Colombia, 1953. Desde hace tres décadas reside en Suecia, donde obtuvo el grado Master of Arts in Comparative Literature de la Universidad de Gotemburgo. La obra literaria de Víctor Rojas se compone por el momento de siete libros de poemas, cuatro novelas, dos libros de cuentos y cinco libros de ensayos. Recibió el Premio Anual de la Cultura de la Ciudad de Jönköping, (1997), el Premio Klas de Vylder de la Federación de Escritores de Suecia (1998), el Premio literario de la Academia de Småland (2000) y el Premio ABF de la región de Jönköping (2002). En el 2004 fue premiado por la Academia Sueca por su labor como traductor de autores suecos al castellano. En el último tomo de Historia de la literatura sueca Víctor aparece como un escritor que en su quehacer literario recurre al humor y la autoironía. Una placa metálica en su honor fue levantada por las autoridades culturales en el parque principal de la ciudad de Jönköping en agosto de 2011.

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