-Paolo Alejandro Guinea Ovalle | POESÍA–
Frente a la primera casa que tuve ya «emancipado» había un asilo. Me quedaba largas noches observando los cuartos fríos, las paredes celestes, el eco del olor a medicinas, la sombra de una cárcel que se empañaba sobre el muro de mis ojos. Me acababa cajetillas, –cigarro tras cigarro–, contemplando ese tiempo lento y escurridizo. Las cabezas blancas atravesadas por lámparas de neón también blancas. Era todo, o casi, como abrir el grifo de la nada, y de pronto, todo un manojo de vidas se iba por el desagüe haciendo un leve remolino; un breve estertor de la penumbra, –un no grito yéndose–. Pasé años viendo esa imagen lúgubre como una estampa triste hecha por un artista al borde del suicidio. Hoy se me vino a la mente –como cuando se es atropellado por un tren– esa imagen inflamada; tiritando en el techo de toda angustia, como un foco descompuesto, como una pena que apenas ilumina. Quizá yo sea siempre ese niño viejo que contempla al otro lado de la calle, el reverso de su futuro, como una foto de sí mismo; velada.
«Nada ha sido en vano»,
–dice el hombre viejo–,
sentado en una banqueta,
mientras le acaricia la cabeza a su perro.
El perro jadea, lo lame,
y luego se ve abatido por el sol;
pone su cuerpo sobre el asfalto,
–pareciera rendirse–.
Se escucha un gemido,
rasga y desquebraja al silencio,
tanto,
que se siente
que se caerá el cielo.
Una pequeña maleta
es lo único que lleva el hombre.
Pasa en menos de un minuto
la vida entera.
Luego, ambos se ponen de pie
y caminan hasta evaporarse.
El gemido hizo nido en mi memoria.
Soy el olvido más dolido,
allende la oquedad de la banqueta
–donde la sombra de la luz
quedó quebrada–.
Vaho cristalizado,
oruga goteando la crisálida,
mar muerto en la lágrima
que nunca derramó.
Se fueron,
yo nunca más pude irme.
Imagen principal, pintura de Mendel Samayoa, proporcionada por Paolo Guinea
Paolo Alejandro Guinea Ovalle

Guatemalteco (1975). Poeta, editor, músico y coach transaccional. Ha publicado varios libros y en periódicos de Nueva York y Guatemala, participado en varios festivales de poesía. En 2014 lanzó una producción de clásico contemporáneo titulada Ápices, disco donde interpreta piezas de su autoría. En 2004 obtuvo el premio único del concurso de poesía (2004) de la Fundación Myrna Mack. Actualmente se desempeña como subdirector de Magna Terra Editores.
Un Commentario
A poesia, «Nada há sido em vão» de Paolo Alejandro, é densa, constituída de lembranças, dotada de realismo, quem sabe um realismo fantástico, talvez uma ficção, ou talvez uma realidade, uma vivência, provavelmente uma completude entre pedaços de vida e sonhos. Enfim, seja o que for, és uma poética magnífica.
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