Poemas de Maya Lima

-Maya Lima Rodríguez-

LEY DEL TALIÓN

Cuando descubrí la traición, romper los libros y tragarme los poemas escritos para ti no fue suficiente. Las patas se me entiesaron, se me erizó el lomo, se resecó mi blasfemo hocico. Un fuego venido desde la vulva hinchó mi vientre y estalló en la garganta aullando tu nombre por última vez. Salí a las calles. Levanté el pavimento con mis garras, las mismas que dejaran la sentenciaqueloideen tu espalda (el hechizo donde no debías olvidarme). No me quedó otro remedio que morder las esquinas de los edificios. Desgarrar la iglesia. Pisotear los auditorios, la biblioteca. Derribar el ayuntamiento, la estación de policía. Incendiar la escuela, convertir en escombros el mercado. Ahora me encuentro frente a tu casa, detrás de mí el infierno. Doy un paso hacia la puerta pero un delicado aroma me distrae por un segundo. Con mirada sulfurosa diviso sobre los restos de asfalto un diente de león. El último que queda en el mundo. Y pienso que es curioso cómo la naturaleza reclama una oportunidad. Mi resoplar, que más bien es jadeo propiciado por rabia, desprende sin querer las pequeñas plumitas de aquella pomposa flor. El tiempo se detiene un instante, -es amor, lo juro- cristales de luz embellecen el momento justo donde abro tu cuerpo en canal: desde el labio inferior de tu boca, cajita musical, custodia del último beso, trinidad formada por nuestras noches, y dándole continuidad al corte hasta el ombligo, para que también en ese momento se desgaje de mi mente el recuerdo de tu mano alisándome el pelaje.


REVELACIÓN

La tragadora de bestias que llegó sin previo aviso a tu vida, la que rechupó tus huesos y desjugó tu alma, no reencarnará en esas que andas convocando a tocar la puerta de tu casa. Ellas no masticarán tus entrañas ni aullarán mientras te aprisionan con sus cuatro patas. De esas solo obtendrás cursilerías y orgasmos de gritos exagerados, pero amor, amor verdadero, nunca.


CORAZÓN DISGREGADO

El lado izquierdo de mi cuerpo puede contener maremotos, corrimientos de tierra y azotes de vientos. Soporta un golpe de bala, un latigazo del amo, un desportillamiento de costilla. Pero desde hace semanas el lado izquierdo de mi cuerpo, abatido, acongojado, visiblemente jodido permanece recargado en la puerta de tu casa en espera de que salgas. Está agotado de insistir, de suplicar, de tocar, de gritar. Se cuelga de la aldaba, rasguña el dintel, muerde el quicio. A ratos acerco, pego la carne a la madera para confirmar que efectivamente estás dentro y por algún motivo no te asomas. Es tarde, no existe salvación, se me derraman los latidos, se escurren. Un charco palpitante se filtra por debajo del tapete de bienvenida, se evapora pulsante sin que tú lo escuches, sin que le abras la puerta.


COYOTES

I

Los salvajes no somos domesticables, pero sentimos urgencia por reunirnos con los de nuestra especie. Los nocturnos, aquellos que clavan el ojo en la próxima presa. Los que a veces lloriqueamos echados debajo de un puente. Queremos encontrarnos en otros ojos migratorios, ojos licántropos, ojos antropófagos, ojos humeantes de deseo. Es el hambre la que nos impulsa. La que nos permite derribar distancias. Así un día nuestras patas se unen, nuestras colas se entrelazan. Nos olisquemos y tumbamos panza arriba. Reunirnos es luminosidad, refulgencia. Tu voz es canto que inunda cada rincón de mi llanura. Es la señal de tu presencia. Juntos somos la última manada de noche, bosque silencioso y el grito que hace de ofrenda para la luna. Nuestra cama madriguera es el infierno. Lugar sagrado sobre el cual mis caderas son pradera abierta, y mis muslos bestial, inhumanamente devorados por tu indómito gusto de clavar el colmillo. Es dominación, fuerza. (Se me crispa el pelaje de sólo recordarnos). Somos coyotes. Coyote que se alimenta de coyota. Coyota dulce como pan del desierto. Que a rato gruñe, a rato ladra. Soy la perra hambre, el territorio, la cueva que se habita para despertar mordidos, lengüeteados, rabo con rabo. Amanecidos de mirada apacible, sencilla, mansa.

II

Salimos amanecidos del hotel oliendo a rosas, a venusinos hambrientos que en el mercado de Cuauhtémoc vuelven a su forma humana después de un almuerzo picosito. Nos encaminamos para cada quien regresar a la soledad de sus rincones, al madrazo de silencio que es una cama sin compañía. Antes de la despedida busco una señal en la infinitud de tus ojos mientras atravesamos los puestos ambulantes de Balderas. Hablas y hablas y yo brinco a tu lado como perrito contento en espera del último mimo de su amo y señor. Te detienes, me miras y dices zafio, serio, con un toque de melancolía, con el asomo de una sonrisa que causa de menos ternura: ¿soy regüey pal amor, verdad? Y es cuando puedo besarte traviesa, coqueta, niñamente. Nos sentamos sobre la fuente de piedra detrás de la biblioteca. Hay gente que entra y sale del metro, puestos de comida, el clásico escándalo, la bamboleante, la enardecida calle que en ese momento hace de paraíso de las primigenias bestias descubridoras del rose, del deseo, del hambre por el fruto guardado bajo la ropa… Fumamos, nos disponemos a tomar cada quien su camino con un hueco palpitante en nuestros sexos, pero antes planeamos un próximo encuentro aullante, híbrido, chamánico, donde ser irracionales amantes morfos.


Imagen de Gerald Steffe.

Maya Lima Rodríguez

(México D. F. 1973). Poeta, cuentista, lectora en voz alta y promotora cultural. Autora de los poemarios El síndrome del desierto (2013) y Gerontofilia de una reina (2015). Ha participado en más de diez antologías de cuento y poesía en México. Es una de las fundadoras del grupo Cabaret Poético (performance poético de burlesque), presentándose en diversos foros de la ciudad de México. Fue responsable operativa de la Casa del Poeta José Emilio Pacheco del Instituto Municipal de las Artes en el municipio de Tlalnepantla de Baz, Estado de México. Actualmente radica en Alemania.

8 Commentarios

Oscar Jiménez 12/10/2017

Coyota dulce como pan del desierto. Esas las comí una vez que fui a Culiacán. Saludos Maya!

IVONNE PLATA 11/10/2017

Maya se pule a si misma, se pule y se pule… y hoy le reluce un brillo destellante.
Felicidades amiga, sigue brillando!

Ackermann 10/10/2017

‘Revelación’ ; poema que me se acomodo en mi persona, cual elegante vestido de gala. Sencillamente; Excelente.
Gracias, Maya.

David Majano 10/10/2017

Poesía que destroza ciudades con su inquieta y tierna mirada de bestia salvaje.
Es el canto a la belleza incontrolada como carne de ebano resonante que ameniza la tormenta.

Fer Zerón 10/10/2017

Poesía salvaje de Loba Mexicana (coyota) arraigada en su tierra reclamando lo suyo por derecho animal.

Julio César Santos 09/10/2017

Prosa poética,mejor dichopoesía en prosa con temas certeros que conmueven y figuras que emocionan.

Luis Pedro 09/10/2017

Poesía prima, excelente, erótica y conceptual.

Patricia 09/10/2017

Me encantaron estos poemas,liberadores y sensuales y críticos.

Dejar un comentario