-Harold Durand-
Leyenda de un río
No hay pez en el río que no tenga fulgor de plata
No hay piedra en sus márgenes que no haya rodado
No hay junco ni ave que no conozca sus frescas aguas
No hay hombre que nunca se haya sentado junto a un río
Pero sí hay un río que no conoce el fulgor de los peces
Río cuyas márgenes acanaladas limpias están de piedras
Río estéril de juncos y aves pese a sus aguas
Río que sin embargo a él viene siempre un hombre
Un día el pez la piedra el junco el ave el hombre
No tendrán otro río que este río de aguas muertas
Entonces no serán el pez la piedra el junco el ave
Sino solo el hombre sentado en el cemento del río
Poema a mi hermano
Querido a nosotros es a quienes arrastra la corriente
No a ti que te has quedado rezagado en la orilla
A veces volteamos la mirada inútilmente tristes
Tú eres tiempo detenido sin realidad ni muerte
Una noticia que se vino de boca en boca en rumor
Como la corriente que nos arrastra mientras te quedas
La ingratitud que te debemos es la obligación de la vida
Te lloramos de vez en cuando cuando más quisiéramos
Así de repente tu rostro aparece en sueños fugaces
Como si tuvieras prisa de marcarnos la distancia que ha ido
Suficiente para que andemos tristes casi acongojados
Y seamos también un poco de la textura de tu sueño
Pues nos contagias con la calidez de tus frágiles permanencias
Mas no olvides que a nosotros nos arrastra la corriente
Así que no te extrañe si eludimos hablar del mañana
Y del ahora en que braceamos pues andan los tuyos
Con los ojos más profundos de no conocer el consuelo
Porque cuesta aceptar lo que será cuando se piensa
En las madres que se fueron dando regazos al vacío
Siento que todo está perdido que vale nada la pena
Sin embargo muestro tu foto al mundo para que sepan
Que no ha sido mentira que tú ayer no más como ahora
Que tenías una sonrisa como la mía o de este hermano
Un algo del abuelo materno aunque se disputaban la mirada
Y que ayer no más venías de la universidad con la insignia
En el ojal que después fue rosa de sangre en La Moneda
¿Sabes? Nos contagias con tus frágiles permanencias de sonrisa
Por eso insisto con tu foto para que el mundo sepa
Y para que no se vea solo política es que escribo este poema
Para que no pasen transiciones ni conciliaciones a tu cuenta
Para que te vean como nosotros allá rezagado en la orilla
Donde eres tiempo detenido sin realidad ni muerte pero viviente
Más que nosotros que por llorarte hacemos que crezca este río
Y no olvides que a nosotros es a quienes arrastra la corriente
Ruego
Padre Nuestro que habéis de estar en alguna parte
Negado por mis células moribundas como por mis átomos
Por mis sumas como por ciertas razones
Porque pese a que yo Os busco no acierto con eso que de Vos queda
Yo poeta que ausculta el vientre hinchado del mundo
Para oír Vuestro pálpito
Yo sujeto verbal que siempre tiene la rara sensación de estar sordo
Y de vivir ciertamente nada
Lo que simplemente quiero deciros Señor
Es que me niego a dar otro paso
Porque mis pensamientos dan en el vacío como suicidas
Cuando quiero comprender todo
Cuando quiero palpar lo que va por dentro de las cosas
Cuando quiero de algún modo salvar algo de este incendio
Yo bombero a veces
Yo incendiario a veces
Yo ceniza siempre
Porque el paso de las horas me da vértigo me voy de bruces
Porque las gentes se figuran que viven para la vida
Siendo que viven para la muerte
Mirad lo que hemos hecho con las praderas y los lagos
Mirad cómo hemos puesto los mares y los bosques
Vergüenza da alzar la vista al Cielo después de tanto desastre
Tanta guerra y tanto niño huérfano
Oh Dios perdonadnos como asimismo a Vuestro Santo Vicario
Que no aprende a nombrar las cosas por su nombre
Pues con esta nueva confusión de la lengua no se sabe
En qué pensar qué decir ni en qué creer
Porque si digo pan resultan piedras
Si digo amor me ensucio de enfermedades
Si digo paz si digo vida ay si digo algo
Escrito está ya en la tierra que todo será fuego horror y muerte
Por eso Padre mío ajeno y remotísimo
Si nada bueno se espera hoy ni mañana
Ni aquí ni en ninguna parte
Os pido Os ruego Os suplico
Devolvedme las tardes de catecismo del polvoriento
Pueblo de mi infancia
Donde cante el cura como un santo y donde florezcan
Tulipanes y azucenas
Pues ¿qué otro Paraíso puede haber después de entonces?
Lapis Exilis
Al poeta tucumano Mario Romero
Ellas llegan al bosque cuando las otras se han ido
Cruzan los cielos cuando todo ruido de bandada ha emigrado
Aves que bajan al valle cuando solo piedras y abrojos brotan
Cuando es nido de escarcha y ventisca colmillo y sangre y caza
A veces se les ve como cansadas en la rama más alta de los árboles
Rara vez se les ha oído aunque bien pudo haber sido un suspiro
Nadie sabe si cuando emigran lo hacen por frío o por desasosiego
Y si vuelven por qué vuelven si solo las espera la liebre del lobo
Se dice que las han visto velar a orilla del río en noches de luna
Nadie duda de que miran su cielo que en el lecho halló fondeadero
Y triste es verlas muertas junto a las rocas con flores de espuma
Porque apasionadas bajaron a comerse el cascabel de las piedras
Estos poemas forman parte del libro Lapis exilis, escrito y publicado en Estocolmo, 1999.
Harold Durand

Nació en Chillán, Ñuble, Chile. Ha obtenido el Premio Poesía 1986, Concurso Internacional convocado por el semanario Liberación de Malmö, Suecia. Premio Poesía 1993, concurso convocado por Sydförfattaren Centrum, Lund, Suecia, por el libro en sueco Flaskposten. Y Primer Premio Concurso Escandinavo de Literatura 1997, organizado por Casa Cultural Chilena y la embajada de Chile en Noruega para latinoamericanos residentes en los países escandinavos. También ha recibido, en 1997, el Estipendio Anual del Fondo de Escritores de Suecia y el Premio Cóndor, Mención Literatura, galardón que Chilenska Riksförbundet otorga a chilenos que destacan en Suecia. En Chile, 2009, ha obtenido la Beca Nacional de Creación Literaria del FONDART y el Primer Premio de Relatos Campesinos del Ministerio de Agricultura.
Un Commentario
XYZ
a
ABC
Felicita !!!
Dejar un comentario