-Ana Carolina Martínez Hernández | POESÍA–
Padre
En tu vejez eres mis ojos,
perdóname tal abuso.
En tu vejez escucho un cúmulo de males y bienes.
Mido las virtudes y los vicios.
Juzgo a través de tus palabras
y veo la rigidez de tu mundo,
que es también mi mundo
y así el mundo de tus padres.
Veo a través de ti
el acervo de generaciones pasadas.
Aquellas que te han dado pies
para que anduvieras viejos caminos.
Valles atravesados por los juegos de la cuadrilla,
compañeros que te ofrecieron el primer trago,
aquel cargado de vergüenza y juicio.
Los primeros salmos de la iglesia
tan similares a los actos cívicos de la escuela
para alabanza y honra al tirano de turno.
Las estampas que te formaron
se manifiestan ahora en tu ancianidad.
Ideas descontroladas y reveladoras que te desbordan.
Intrusa senilidad que te arrebata las memorias,
las escupe al viento para asombro del público.
Perdóname, padre, por juzgarte,
si yo sé que tus ojos son mis ojos
y los ojos de mis hijos.
Si tan solo, por un atisbo de valentía y descaro
Intento trazar una senda propia y luminosa,
más que un Ícaro, seré viajante trazando huellas
sintiendo la superficie verde y latente de los siglos.
En búsqueda de tiempos distantes,
antaño a las formas, los signos y los significados
aquellos que heredaste del polvo de caminos andados.
Ausencia
Hay una carga dura y pesada,
la cual retumba imparable en las vísceras.
Las piernas se mueven por inercia,
empujadas tan solo por el rebote en el suelo.
En una danza lenta,
mi mirada se pierde en el desconsuelo,
vaga como un faro en la bruma.
Un sigilo vislumbrado en los ojos, que intenta ser descubierto.
La ausencia de lo anhelado es monstruo terrible de lo incierto.
Una balsa que confusa se desliza en las tinieblas.
Navego en la vacilación para probar mi existencia humana.
Tomo el cabo corroído que flota solitario y débil en este río imparable del tiempo
aunque sea esta una simple quimera con la que transija la vida.
Estorninos
Esa imagen que se mueve a mis espaldas
ligera como la danza de los estorninos
infinitas palabras que ya no son mías
poemas viajeros que buscan orillas ajenas
en su viaje por el cielo mudan la forma
empujados por la brisa o el vendaval
aterrizan en vigorosos pastos verdes
buscando germinar la existencia.
Intrusión
Sí fui una intrusa, lo confieso
desde el silencio te observé.
Lanzaste palabras al aire y las hice mías.
originaste música y bailé tu ritmo,
solo para deslizarme en las notas de tu melodía.
Dejaste piedras rodar y rolé con ellas.
También me bombardeaste de silencios,
tal vez por sospechas tuyas,
pero los tragué para saberles el amargo sabor,
y los escupí para hacerlos voces.
Ana Carolina Martínez Hernández

Guatemalteca de nacimiento, danesa por opción desde el 2002. Con los ojos abiertos ante dos sociedades tan distintas y desafíos distintos. Bachelor en español y epañol latinoamericano, lengua, literatura y cultura por la Universidad de Århus; máster en español, lengua y cultura con especialización en historia por la Universidad de Copenhague.
3 Commentarios
Wow bellos poemas. Felicitaciones querida hermana.
Lindos poemas, espero seguir leyendo más, adelante tus fan de Guate
Felicitaciones, excelentes poemas, me encantaron. Sigue adelante, un gran abrazo.
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