-Jorge Mario Salazar M. / PALIMPSESTO–
Se ha constatado en las estadísticas de las Naciones Unidas el fracaso del modelo neoliberal como rector de la economía nacional, incapaz de distribuir riqueza y generando, por el contrario, grandes concentraciones de riqueza cada vez en menos manos. Este neoliberalismo que llegó a desregular la economía para que el Estado no pudiera intervenir en el latrocinio justificado como libertad de empresa.
Guatemala tiene más pobres que Haití. No solo pobres, la miseria más absoluta se muestra con otras estadísticas como la cobertura educativa, la infraestructura social, la cobertura y acceso a la salud. Con los índices de analfabetismo y la calidad educativa por los suelos. Pobrecita Guatemala porque la gran mayoría de sus habitantes y ciudadanos viven por debajo de la línea de los ingresos que brindan una vida digna y sus clases dirigentes miran en ello un potencial para hacerse aún más poderosos y ricos.
Se constata la miseria de la patria cuando analizamos el porqué de una clase política tan ausente de todas las características necesarias para hacer políticas y por el contrario, tan plagada de defectos que la ubica más del lado de la delincuencia organizada. Mentirosos, corruptos, cooptados por las mafias y trabajando a la conveniencia de sus bolsillos, los políticos son los principales responsables de la miseria y son beneficiarios de ella. Los procesos electorales son cada vez más onerosos y financiados con dineros que provienen de actividades ilegales con el fin de garantizar que esas actividades cuenten con la aprobación de leyes.
En esta semana se anunció la destitución del superintendente de Administración Tributaria, Juan Francisco Solórzano Foppa, debido a que la ley orgánica de la institución establece que si no se alcanzan las metas de recaudación fiscal, el funcionario debe ser removido por el órgano colegiado de la SAT. En un país en donde políticos y empresarios se confabulan para evadir, eludir y sabotear el pago de impuestos, resulta un poco retorcido que le remuevan del puesto por no haber recaudado lo contratado en el convenio entre la SAT y el Gobierno.
El último problema grande que tuvo el superintendente fue con un grupo de ganaderos que se atribuyen la representación de todo el sector económico. Este grupo que se hizo fuerte detrás de la figura del presidente durante la crisis de septiembre, se declaró contrario al licenciado Solórzano Foppa porque él se pronunció a favor de que todos los sectores económicos tributen de igual forma. Los ganaderos pedían privilegios en el Congreso y los diputados se los otorgaron pese a los argumentos técnicos y legales de la autoridad fiscal. Los ganaderos, por su parte, conforman uno de los sectores que están relacionados con todas las formas de crimen organizado en el país. El corolario de esta situación es que los ganaderos extraen enorme cantidad de recursos nacionales que no retornan a las áreas rurales, en donde la miseria es evidente.
Pobrecita Guatemala con un empresariado claudicante y tacaño. Exige apertura del país a las inversiones extranjeras para servir de testaferro y que las utilidades se las paguen en otros países sin pagar impuestos. Exige exoneración de impuestos y responsabilidades para actividades peligrosas y contaminantes como la minería y otras como la producción hidroeléctrica que resulta arrebatando el derecho al agua a los habitantes de las comunidades rurales. Lo mismo ocurre con las plantaciones extensivas como la palma aceitera que requiere de grandes cantidades de agua sin que las empresas paguen lo justo por su utilización y además la contaminan como ha pasado en Sayaxché, Alta Verapaz, y la Costa Sur. El caso de los azucareros es igual. Usurpan tierras que se dedicaban a otras actividades agrícolas y forestales para sembrar la caña. Utilizan el agua desviando ríos dejando a las comunidades sin el recurso, ni alimentos, dañando irreparablemente el ambiente, la flora y la fauna nacionales.
Un mal empresariado que se presta a la corrupción y una clase política coludida con ellos. Una agenda internacional permeable a políticos dóciles y empresarios rentistas conjugan los elementos para que nuestro país repruebe en todas las materias de las teorías de desarrollo impulsadas por la banca multilateral, el Fondo Monetario Internacional y los organismos del gobierno global. Seguramente alguien se beneficia de este caos de país. Alguien que se beneficia aún más que las bandas de politiqueros y empresarios organizados con su poder inestable y su carencia de estrategia de largo plazo.
En esas condiciones, la democracia que vivimos es la de los grandes negocios y del pragmatismo rampante. Dejan de tener importancia los objetivos políticos que benefician a la sociedad. Así, las reformas que tienden a mejorar la calidad de los políticos y de la política resultan caros para el modelo económico y no son de interés para quienes financian a los partidos. La democracia que conocemos es la que da libertad de acción a los políticos corrompidos, a los empresarios nacionales ineficientes y a las inversiones extranjeras que les pagan mordida y gananciales. Así, Guatemala seguirá siendo pobrecita, aunque todos sepamos cuales son las causas.
Fotografía principal tomada de Soy502.
Jorge Mario Salazar M.

Analista político con estudios en Psicología, Ciencias Políticas y Comunicación. Teatrista popular. Experiencia de campo de 20 años en proyectos de desarrollo. Temas preferidos análisis político, ciudadanía y derechos sociales, conflictividad social. Busco compartir un espacio de expresión de mis ideas con gente afín.
Un Commentario
Creo que si no levantamos la cabeza, los politicos nos dejaran sin futuro alguno. Creo igual aue la libre emision de pensamiento no se debe coartar, y que el Congreso debe legislar en pro del pueblo. Y no para brindar beneficios a la burocracia.
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