Pisos pegajosos, escaleras rotas y techos de cristal

-María José Schaeffer / ETERNA PRIMAVERA ECONÓMICA

Cualquiera que esté haciendo un trabajo por el cual a un hombre se le pagaría más, deténgase.
Betty Friedan

En las últimas tres décadas, la participación de las mujeres en la fuerza laboral ha aumentado, pero continúa viéndose limitada por el excesivo trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que recae sobre sus hombros, además de contextos laborales donde predomina la discriminación y la segregación ocupacional. Estos patrones se han replicado históricamente porque no se reconoce y redistribuye el trabajo no remunerado de los hogares, y pocas medidas efectivas se han puesto en marcha para aumentar la participación de las mujeres en la economía y transitar hacia una igualdad de género sustantiva.

¿A cuántas mujeres se les ha negado igual remuneración por igual trabajo, se les ha rechazado en un cargo por ser madres o por estar en edad reproductiva, se les ha censurado en reuniones y otros espacios colectivos, y se les ha acosado sexualmente y violentado sus derechos humanos en el ámbito laboral? Por terrible que suene, todas las mujeres han (hemos) enfrentado uno o más de estos obstáculos en algún momento de la vida. Sin importar el nivel de ingreso, escolaridad, edad, entre otros factores que se entrecruzan, las mujeres se encuentran presas entre «pisos pegajosos» y «techos de cristal».

Por un lado, las mujeres que cuentan con educación primaria, que realizan trabajos informales de muy baja rentabilidad y cuyos hogares se encuentran en los quintiles más bajos de ingreso caminan sobre «pisos pegajosos», esos donde las oportunidades son limitadísimas y los horizontes de desarrollo se cubren de neblina. Por el otro lado, las mujeres con educación superior y cuyos hogares se encuentran en los quintiles más altos de ingreso se topan con «techos de cristal», que limitan su crecimiento profesional, y acceso a un salario justo y posiciones de toma de decisión. En medio de esos dos extremos, las mujeres con educación secundaria, que realizan trabajos informales, y cuyos hogares se encuentran en los quintiles de ingreso medio y medio bajo intentan escalar algunos eslabones, pero se enfrentan a «escaleras rotas» y una alta probabilidad de caer, tarde o temprano, en «pisos pegajosos».

Esta realidad nos obliga a las mujeres y hombres de todo el mundo a tomar acción y crear una nueva humanidad compartida. Además, para empoderar a las mujeres y transformar su realidad a partir de su participación en actividades productivas generadoras de ingreso, se requiere del diseño y aplicación de políticas públicas que permitan: generar mejores empleos para las mujeres, redistribuir el trabajo no remunerado de los hogares y crear mecanismos de cuidado alternativos, cerrar las brechas salariales con los hombres -que en Guatemala y en el mundo se encuentran en promedio en 20 %-, combatir cualquier forma de violencia y discriminación en el trabajo, reducir la segregación ocupacional, e invertir en servicios sociales que velen por el cumplimiento de los derechos de las mujeres en todas las etapas de su vida. En complemento, el papel de la empresa y del sector privado en la promoción del empoderamiento económico de las mujeres es una condición sine qua non para lograr crecimiento y desarrollo sostenido.

#AhoraEsElMomento, momento de reflexionar sobre el progreso de los derechos de las mujeres en el mundo, y promover cambios transformadores que nos permitan romper los «techos de cristal», reparar las «escaleras rotas» y arrancar los «pisos pegajosos» que hoy frenan el desarrollo de las mujeres.

Recordemos este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, a las 41 niñas asesinadas hace un año en el Hogar Seguro Nuestra Señora de la Asunción en Guatemala, y a todas las mujeres del mundo que han sufrido cualquier forma de violación a sus derechos humanos, que sus vidas y su lucha sea nuestra fuerza para continuar reclamando la plena realización de los derechos de las mujeres. A todas ustedes, mujeres, las abrazo con sororidad.


Fotografía tomada de Evolution Financial Planning.

María José Schaeffer

Economista por pasión. Comprometida con el desarrollo y la equidad desde frentes fiscales y rurales. Disfruta galopar con el viento sobre el infinito espacio rural del continente amado. Cree en la capacidad transformadora de las letras, el conocimiento y el diálogo. Rechaza cualquier forma de injusticia y no pierde la esperanza en un mundo mejor para todas y todos. Se describe curiosa, aprendiz incansable y constructora de libertades. Hija y nieta de mujeres transgresoras. Dicen por ahí que su lucha por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres le cambió el alma.

Eterna primavera económica


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