Partidos políticos y democracia

Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / PARADOXA

«“Quedó de segundo,… ¡ahora le toca ganar!”. Esta es la consigna política hoy en día en nuestro país… la figura del partido político de turno pareciera ser únicamente un logo en los medios, una forma hueca sin contenido alguno».

Este era el párrafo introductorio de un artículo titulado Ideologias y partidos politicos, que publicaba hace cuatro años, ignorando en ese entonces que la consigna «Le toca» sería el lema que utilizaría el partido LIDER para impulsar por segunda vez a Manuel Baldizón para la Presidencia de la República. Por todos es conocido cómo terminó esta candidatura, y cómo después el partido LIDER fue cancelado por el TSE. Uno de los aspectos más importantes que fueron señalados como incumplimiento a la ley fue el correspondiente al techo financiero asignado para la campaña electoral en el 2015, el cual fue ampliamente sobrepasado.

Sin embargo, las transgresiones conceptuales y operacionales de los partidos políticos van mucho más allá del incumplimiento de la ley, de manera que no podrán resolverse únicamente con ajustes en el control de la auditoría financiera. En el fondo, se trata de fallas radicales en la conformación de los mismos. En efecto, los partidos políticos sobrevivientes continúan con una precaria base de representación popular, lo que implica un señalamiento directo a la legitimidad de los mismos. Procesos de reforma son requeridos, pero al día de hoy la situación de la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) y las modificaciones al sistema permanecen en un limbo político que dejan a la población en grave incertidumbre en la ruta hacia los procesos electorales del 2019.

Cuando escribía este artículo, en el 2014, comentaba sobre la necesidad de un ideario que expresara los principios ideológicos, fijos e inmutables, que sirvieran de fundamento teórico para la construcción de cualquier plan de gobierno específico. En ese entonces podía ya percibirse en el sentir popular la decadencia del concepto de los partidos políticos como mediadores de la organización popular, como vehículos intermediarios entre la voluntad del pueblo y las estructuras institucionales del Estado.

Esta decadencia y descontento ciudadano explotaron prontamente en los movimientos populares de abril del 2015, a través de los cuales el pueblo exigió que Roxana Baldetti renunciará a su posición, desde la cual, sin mesura ni control, se expresaba en una forma que la ciudadanía más crítica interpretó como una burla, un descarado abuso del poder que se le había concedido en las urnas.

Acto seguido, y en año electoral, se desarrolló una crisis política sin precedentes, en la cual se planteaba en un extremo la cancelación de los comicios, hasta que se realizaran los cambios necesarios en las bases del sistema de elecciones. «En estas condiciones no queremos elecciones» era uno de los lemas que un sector de la población esgrimía para dirigir los esfuerzos a un proceso profundo de revisión de las estructuras y el sistema estatal, pero en particular, de la LEPP.

En suma, desde hace años el imaginario político guatemalteco tiene claro que los procesos electorales son una fachada de otros procesos ocultos, obscuros, que han institucionalizado y legalizado la cooptación del Estado por estructuras perversas que mantienen en el poder a los mismos sectores de depredación financiera, mismos que son responsables de la disfunción de la mayoría de instituciones del Estado. Así, el colapso del sistema de partidos políticos es evidente e inminente.

Ante la problemática, se ha iniciado un proceso de reforma, pero críticos y analistas políticos coinciden en que los cambios ya efectuados y otros que se están planteando son únicamente de forma, y de esta guisa que en un mediano plazo las mismas estructuras politiqueras encontrarán los mecanismos para enquistarse, evolucionando a otras formas legales de existir, que perpetúen el proceso mercantil del poder que hasta ahora han estado ejerciendo.

En lo profundo de nuestras mentes debemos reconocer la ausencia de la participación real de la ciudadanía, fenómeno que tiene sus raíces en la represión extrema que la Guerra Fría impuso en toda América Latina, a través de los sistemas militares de gobierno. Como ciudadanos tenemos que comprender que una vez que no exista la participación del pueblo, ni se propenda a la organización eficiente de los distintos componentes de la sociedad guatemalteca, un Estado democrático no podrá erigirse, y se hagan las modificaciones que se hagan, en los marcos jurídicos y legales, el problema subsistirá.

La definición de ideología partidaria es un buen punto de partida. Mucho se ha avanzado a nivel de pensamientos y palabras, pero falta caer en la cuenta que son las acciones las que nos definen, y que solo las acciones construyen sociedad. Debemos dar un paso más allá de la protesta. En síntesis, la pregunta que tenemos que hacernos es si realmente deseamos un modelo democrático de existencia, pues varios indicadores de opinión parecieran apuntar en un sentido opuesto al ideal democrático. Empero, no es opción ser parte del sistema… ¡somos el Estado!

Es tiempo de tomar al toro por los cuernos e ir al origen de los males del sistema. Sin idearios ni ideología, no podemos generar los debates sobre los que la democracia se fundamenta y estaremos colaborando con el torbellino que nos devora. Por ello son importantes los principios y la ética, condición sine qua non para la nueva clase política.

Urge tomar consciencia de que ya no podemos continuar con la idea que la política es para gente corrupta, que solo busca su beneficio personal. Si no somos los guatemaltecos comunes y corrientes los que refundamos las bases democráticas del Estado, no será nadie, y estaremos perpetuando nuestra inmadurez política y social, y con ello estaremos eternizando nuestra crisis y nuestros padecimientos sociales más profundos.


Fotografía principal tomada de Prensa Libre.

Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multi-rumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.

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