José David Son Turnil | Política y sociedad / RI KAXKOL (EL SERVICIO COMUNITARIO)
En Guatemala se vive un proceso electoral descolorido. No existe la euforia por apoyar a uno u otro candidato. Muchos no aparecen ni en pancartas o afiches. Otros son nombres desconocidos para la ciudadanía en general. Por esa razón, los nombres tradicionales de Sandra Torres, Zury Ríos, Alejandro Giammattei y Thelma Aldana son los que más captan la intención de voto. Es natural que nadie vote por alguien a quien no conoce, aunque sea en una fotografía o por televisión. En esas circunstancias, llevan ventaja quienes en los últimos años han ocupado espacios publicitarios.
La participación política indígena es importante en cuanto a que en la papeleta van a figurar varias personas de diferentes etnias. No obstante, el alcance de estas candidaturas es muy limitado, por falta de recursos, porque no son personas conocidas, porque no hay tiempo para posicionar sus planteamientos, símbolos y eslogan. Si a eso se le agrega la circunstancia de que las candidaturas presidenciales y vicepresidenciales no son carismáticas, menos oportunidad tienen de hacer impacto en la opinión de los indígenas y mucho menos en la de los no indígenas.
A nivel partidario han optado por la participación indígena la URNG, Convergencia, Winaq, MLP, Victoria. Unos con presidenciables y otros con vicepresidenciables. A simple vista parecería que ahora sí hay una importante participación indígena. Pero, se debe ser cauteloso en el análisis. Los primeros cuatro partidos se perciben como opciones de izquierda, el último podría catalogarse de derecha. La izquierda ha demostrado en los últimos procesos electorales que no tiene mucha aceptación en el electorado guatemalteco, a excepción del movimiento Nueva Guatemala en 1995 que obtuvo un tercer lugar, una cuota importante de diputados y había postulado a la Vicepresidencia a Juan León, indígena kiche’. Después de esa experiencia que hizo confluir fuerzas del movimiento indígena auténtico y sectores progresistas urbanos, ninguna otra opción logró nada importante a nivel electoral.
Luego, si el nicho de la izquierda es raquítico, presentar cuatro opciones en esa misma línea no es la mejor estrategia. La opción de Convergencia podría tener más futuro porque abre canales de coordinación con otros sectores urbanos. Ha suavizado su radicalismo y empieza a ganar votos dentro del sector intelectual urbano. Podría ser la opción para el futuro y que en estas elecciones probablemente no ganará la Presidencia, pero podría ganar una importante cuota de diputados que será una ampliación de su base actual. El candidato, Benito Morales, posee buena formación académica, aunque carece de experiencia en la administración pública.
El MLP se hace llamar el verdadero partido del pueblo. Se le percibe como una opción radical, que por de pronto no incomoda a los empresarios y políticos urbanos porque ven muy escasas posibilidades de que ganen algo. Su vinculación con Codeca, una organización campesina radical a la que sectores empresariales acusan de estimular el robo de energía eléctrica, le hace mucho daño como partido político. No es lo mismo salir con algunos cientos de campesinos con pancartas a parar el tráfico, que salir a vender una propuesta de nación a la ciudadanía. Su candidata, Thelma Cabrera, tiene perfil de activista campesina, pero muy lejos de tener una formación académica y mucho menos experiencia en administración pública.
URNG, muy tarde se decidió por una opción indígena. Sus posibilidades son muy limitadas. Sus candidatos, Pablo Ceto y Blanca Estela Colop, tienen alguna experiencia a nivel del Congreso y la administración pública en cargos de menor nivel, no gozan de un perfil carismático y no han tenido la habilidad de abrir puentes para posibles alianzas con otros sectores. Finalmente, Winaq impulsa a un sociólogo a la Presidencia y a una abogada indígena a la Vicepresidencia, no obstante, es un partido mermado por la fuga de cuadros.
Por lo anterior, se percibe que ninguna opción indígena tendrá incidencia en la primera vuelta. Es más, muy probablemente alguno de ellos no logre el 4 % o una diputación para sobrevivir a este proceso electoral.
Actualmente, el voto indígena está fraccionado en todos los partidos políticos, en el occidente del país, por ejemplo, una gran cantidad de ciudadanos indígenas apuestan por el regreso de la UNE. Otros indígenas prefieren el autoritarismo de Giammattei, otros ponen su atención en sus candidatos a alcaldes y de ribete apoyan a un candidato no indígena. Y si volteamos la vista a los indígenas urbanos, empresarios y académicos, ellos tendrán un voto más razonado en apoyo a una candidatura ladina congruente con su concepción democrática. Los indígenas son una clase en sí pero no una clase para sí (Karl Marx).
Fotografía principal, Rosalina Tuyuc, primera mujer indígena que llegó a ser diputada por el movimiento Nueva Guatemala, 1996, tomada de demi.gob.gt
José David Son Turnil

De origen maya k’iche’ nacido en Totonicapán. Licenciado en Pedagogía, con maestría en Ciencia Política, actualmente docente de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Facultad de Humanidades. Consultor y conferencista independiente para diferentes instituciones nacionales e internacionales.
Ri kaxkol (El servicio comunitario)
Correo: josedavidsonturnil@gmail.com
2 Commentarios
Gracias Ixmucane por sus conceptos. Efectivamente mantener los valores de nuestra tradición es lo más importante.
Excelente académico maya humanista maya que podría florecer más haya en nuestro entorno de este personaje se necesita para los cambios significativos, para hacer los cambios en nuestro país lo más importante una firmeza con nuestros valores principios honestidad temor a Dios no robarás como dicen los mandamientos en la educación de nuestro ancestros no sacar la vergüenza de nuestros padres y abuelos la educación en el hogar es lo más valioso los hijos depende de la educación de los padres en el en hogar. Porque de ellos dependemos los hijos…
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