Parlacen nació por democratizar Nicaragua y allí murió

Fernando González Davison | Política y sociedad / DING DONG

¿Cómo comenzó la corrupción en el Parlacen, como lo prueban los actos de los hijos del expresidente panameño Ricardo Martinelli o los de Jimmy y Jafeth? Vamos al origen. Al declinar el Grupo de Contadora, tras asumir como presidente, Vinicio Cerezo activó con sus pares de Honduras y Costa Rica un plan de paz y los reunió en la Cumbre Esquipulas I. Sin embargo, no llegó el presidente Arias de Costa Rica porque lo hizo el presidente Daniel Ortega, de Nicaragua, argumentando que este no era producto de elecciones. Las cumbres de Esquipulas II y II pretendieron resolver las guerras en Centroamérica (reconciliación nacional, democracia, refugiados, desplazados). En junio de 1987, en Madrid, dialogaron los delegados de la Instancia Nacional y la Comisión Nacional de Reconciliación (creada por el acuerdo de Esquipulas II), presidida por monseñor Rodolfo Quezada Toruño, con la insurgente URNG, y se firmó el acuerdo liminar de El Escorial. Eso derivó en el primer intento de golpe militar contra Cerezo. Este convenció a Arias de integrarse a su agenda para alcanzar la paz. Ortega no quería saber nada de este porque Costa Rica permitía la estadía de «contras» en su territorio. Dicho plan, empero, impulsó un proyecto en sintonía con los acuerdos de Esquipulas para llevar a las partes a negociar la paz, en línea con la postura del Grupo de Contadora, la Comunidad Europea y algunos congresistas demócratas estadounidense. El canciller de Arias hizo un plan resumido y Arias lo presentó ante ellos y recibió el Premio Nobel de la Paz.

Managua, en sintonía con Guatemala, apoyó Esquipulas II en agosto de 1987. Se alcanzó la confianza mutua y la dinámica regional estimuló la simultaneidad de compromisos de los gobiernos encaminados a resolver conflictos. Se propició la democratización del régimen sandinista bajo los parámetros de Esquipulas (de reconciliación en cada país) y para ello se debía crear un Parlamento Centroamericano a elegir diputados con el voto popular, para obligar a Nicaragua a democratizarse. Por Guatemala suscribieron el acuerdo de creación del Parlamento José Luis Chea, viceministro de Relaciones Exteriores, y los diputados Edmond Mulet y Carlos Gehlert Mata y demás delegados centroamericanos. Se firmó en Guatemala el dos de octubre de mil novecientos ochenta y siete. Debía ser ratificado por sus congresos, pero solo el del Costa Rica no lo hizo, porque los expresidentes sin ser electos pasarían a ser diputados automáticos al dejar sus cargos, donde serían impunes de sus actos al asumir como diputados.

El preámbulo promovía, pues, el pluralismo ideológico al estar dedicado a que el régimen sandinista llevara a cabo elecciones. Ese era el objetivo para quitarle a Estados Unidos el pretexto de intervenirla, porque su régimen era similar y autoritario al cubano. En el preámbulo se dice: «Resueltos a crear y completar esfuerzos de entendimiento cooperación con mecanismos institucionales que permitan fortalecer el diálogo, el desarrollo conjunto, la democracia y el pluralismo como elementos fundamentales para la paz en el área y para la integración de Centroamérica. Convencidos que la paz en Centroamérica sólo puede ser fruto de un auténtico proceso democrático pluralista y participativo… como el producto de la voluntad libremente expresada por los pueblos». La primera parte de esa frase se puso al gusto de Daniel Ortega, a la sazón mandatario de Nicaragua, pero debía ir a las urnas «como producto de la voluntad libremente expresada por los pueblos», de forma democrática. Sabidos del colapso de la URSS, Nicaragua realizó elecciones con la victoria de Violeta Chamorro, y, así, el Parlamento dejó de tener sentido a futuro.

Pero Daniel y sus pares con las clases políticas del istmo lo vieron como botín con veinte diputados por país, para que, sin hacer nada, cada uno ganara cinco mil dólares al mes, con los privilegios de la impunidad, lo que deformó el propósito inicial del Parlamento. Se corrompió. Costa Rica lo vio venir y por eso NO lo ratificó, pues el antejuicio del que gozan los diputados no permite que sean juzgados. El Parlacen sin sentido se volvió un tugurio de corruptos a escala regional. Hay que reducirlo al mínimo con presencia de solo tres diputados que presidan las mesas directivas de sus congresos, con la voluntad política de eliminarlo después.


Fernando González Davison

(1948) Escritor, internacionalista y exdiplomático guatemalteco.

Ding dong

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