Luz Lescure | Política y sociedad / LUCES
Esto de que «en todos los lugares se cuecen habas» es de lo más cierto. En mi país, Panamá, donde los fines de semana los panameños salimos a desayunar al Lung Fung y todos sabemos que un desayuno chino es casi un desayuno típico, y donde la población china alcanza un 5 % de la población nacional, hasta hace unos meses no teníamos relaciones diplomáticas con la gran potencia china, la República Popular de China. Cosa por demás insólita, pero ya sabemos quien manda en estas cosas.
También sabemos, aunque les duela a algunos, que la figura de Omar Torrijos pasó a la historia nacional, como el valiente que logró la firma de los tratados Torrijos-Carter que, por medios pacíficos nos devolvieron el canal de Panamá, que tantas lágrimas nos causó a tantos.
Bueno, para resumir, a nuestro flamante presidente, luego de abrir relaciones con China, se le ocurrió la genial idea de ofrecerle al Gobierno chino la cesión de un territorio en las áreas revertidas y de paso dijo lo que no debe decir un presidente sobre un jefe de Estado anterior, aunque este no sea de su agrado. La cosa es que se armó un pandemonio en los medios sociales: que si los chinos son buenos o malos, de si les debemos regalar un terreno, que un jefe de Estado no habla mal de otro, que Torrijos es bueno o malo, en fin…
Y de paso, leyendo sobre este incidente, me llegó este singular escrito que publicó un amigo poeta, a quien quiero y admiro mucho, aunque jamás se lo he dicho y lo quiero compartir con ustedes:
Los patriotas están vivos
Manuel Orestes Nieto
El canal de Panamá y sus áreas revertidas son tierras y aguas recuperadas durante más de un siglo por mártires, héroes y generaciones patrióticas que dieron su sangre y dolor sin límites por tener un país con un solo territorio integrado y soberano. No hay cima histórica más alta lograda por nuestro pueblo. El alma nacional tiene en esa epopeya colectiva su más noble orgullo concentrado, su corazón diamantino, su mayor gloria. El canal es una conquista de todos y su potencial de riqueza debe tener -y aún no lo tiene- el mayor uso colectivo posible; ser fuente de bienestar compartido y contribuir a construir el país de la equidad sin pobreza. No es para unos pocos, ni para avivatos o ambiciosos, no es un patrimonio caprichoso de nadie, ni siquiera de quien transitoriamente esté al frente de la nación.
Es un desvarío ir a contravía del sentimiento profundo del panameño, quien sabe perfectamente y con gratitud que al general Omar Torrijos le correspondió culminar la jornada final por la devolución de la vía interoceánica y el fin del colonialismo en nuestra tierra. Hazaña tenaz que nadie puede regatearle, ni la mezquindad puede menoscabar. Su liderazgo libertario es de la casta de los grandes dirigentes del continente que nos han dejado legados imperecederos y luces que siempre alumbran. Ofender con absoluta conciencia y rabia a un patriota que murió en el servicio a su país es realmente deplorable. Si al presidente Varela se le enredó la lengua -cosa que dudo mucho- o quiso dañar con saña la memoria de Omar -cosa que más bien creo-, solo quedó evidenciado que no se debe injuriar a quien ya tiene un sitial en la historia. Presidente: ni en chino podrá usted explicar ahora que la embajada ya no será edificada en las riberas del canal; usted mismo ahogó en su cuna esa posibilidad, con el agravante, además, de hacer alusiones hirientes y lamentables sobre Omar Torrijos, quien al fin y al cabo, es el general que trajo independencia, libertad y conquistó el propio canal para quienes son sus legítimos dueños: el pueblo de Panamá, sin pedir nada a cambio, como parece ser el único fin perverso de los mercaderes de estos tiempos.
Cuánta razón tiene mi amigo poeta, sobre todo en lo de mercaderes y su fin perverso… pareciera que ganan de nuevo los malos de la película, los que están contra la luz, contra la vida.
Y eso de querer minimizar la imagen de Torrijos, me parece, a estas alturas, hasta fuera de lugar. El tío se ganó un lugar en la historia y, claro, cometió muchos errores, pero ¿quién no los comete? No podemos por eso ocultar el sol con un dedo y decir ahora que Torrijos fue malo, pues también lo podemos decir de nuestros próceres, de nuestros ilustres y hasta de personajes bíblicos tan bien ponderados en la historia. Si rascamos un poquito, todos tenemos un lado oscuro, un lado feo, seguro que Torrijos lo tiene, pero fue el valiente que se enfrentó a los norteamericanos y por la vía pacífica, nos devolvió como bien dice Manuel Orestes: «trajo independencia, libertad y conquistó el propio canal para quienes son sus legítimos dueños»… la gente honesta y decente que aún camina por las calles de Panamá.
Luz Lescure

Poeta, escritora y académica panameña. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha publicado los poemarios Volvería ser mujer, El árbol de las mil raíces, Añoranza animal, La quinta soledad y El mundo es un silencio. También los libros de relatos El obelisco de mi abuelo y La sonrisa de la primavera. Publicó La práctica diplomática, libro académico utilizado en universidades centroamericanas.
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