Pájaro rojo, Vilma Calderón

-gAZeta-

Adentrase a los escritos de Pájaro rojo, estremece las emociones más recónditas del alma. Evoca el sentimiento, el compromiso y el deseo profundos de asentir cada palabra, vivenciar cada escrito, conmemorar cada frase y oración; y recrear el imaginario social con cada acontecimiento, cada parada, cada momento, cada caminata y así, permitir entretejer los hilos de la conexión y energía universal con la historia, los sucesos, los pasajes, los paisajes, las expresiones, las decisiones, las contradicciones, las equivocaciones… la vida misma. Volar en las letras del pájaro rojo es reconocer que se tiene alma, y que obliga a recordar, a mirar y honrar el ayer para vivir en paz el hoy y el mañana; es atreverse a observar y hacer consiente los miedos, y realizar un vuelo interno para trascender; es, no solo esperar un amanecer cotidiano, sino la convicción de aportar al cuidado y protección de la naturaleza, hasta con la propia vida; es tener voluntad, la fuerza y el convencimiento de evitar los vientos rotos que provocan la violencia contra todo aquello que es bueno; es aceptar y convivir con el prójimo, que no es más que el próximo, con su luz y su sombra; es no olvidar lo rojo de la sangre que corre por las venas en señal de VIDA; el rojo de la madre tierra que a pesar del daño causado, sigue siendo la tierra más fértil y aún así generando VIDA; la luna roja en recordatorio de su hermosura y su vital presencia para todos los humanos; los techos rojos como tejas de barro que con su olor, textura y color ofrecen calor y VIDA. Con todo ello y mucho más, los grillos, las hormigas, las luciérnagas junto al compás de la ipomea alba y las plantas del tabaco, los amantes a la VIDA encuentran sus miradas, vislumbran sus colores y matices, rozan sus mejillas, sonríen y bailan bajo la luz de la luna.

Por Olga Elizabeth Pérez


Sombras

Y qué hay de los miedos de las hojas
que aferradas a las sombras de los árboles
agitan sus voces cuando ruidos de hierro cortan sus venas
derramando su savia, silenciando el trinar de sus aves.

Descuidos humanos arrojan su fuego
montañas calcinadas se desangran entre cenizas
y lenguas rojas de viento
mordiendo los labios de un universo en llamas.

Los lamentos de nada sirven
el verdor se perdió en las manos del depredador
y cuando el cielo exprime las nubes con fuerza
la lluvia es tanta que desborda los ríos
inunda ciudades y empapa los despojos del alma
que tiembla con las hojas que riegan su sombra
en la oscura cavidad de los miedos.


Entonces

Entonces amanece en mí
el sonido de tu voz
que se absorbe como el rocío
con los latidos del sol
presagio de sombras extinguidas
al sentir tus manos rodeando mi silueta.

Y el vuelo de los pájaros
recortaron sus alas
para quedarse prendidos
en el azur del espacio que cobijó
nuestros cuerpos incendiados.

La soledad que deambulaba
en mis entrañas desalojó su nicho
y llenó de miel el fuego
cuando las cenizas levitaron

como revoloteo de gaviotas prendidas
apaciguando las cascadas de sal
que guardaban tus secretos
en la espuma de mi mar.

Vilma Calderón: nacida en la ciudad de Quetzaltenango, el  27 de julio de 1960. Actriz de teatro y cine, miembro del Grupo de Escritores Los Quijotes y del Club de Poesía Casa Los Altos Quetzaltenango. Ha realizado publicaciones poéticas colectivas. Obtuvoo el primer lugar en el Certamen  de Poesía, dedicado al amor, organizado por Casa Los Altos, Quetzaltenango, febrero 2010 y el segundo lugar en febrero 2011.


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