Páginas olvidadas de la historia (XXVI)

Antonio Móbil | Política y sociedad / LANZAS Y LETRAS

Independencia

Primeros intentos de rebeldía durante el régimen colonial

El 2 de julio de 1808, el Real Acuerdo y las principales autoridades de Guatemala, tuvieron conocimiento de que Carlos IV, el 10 de marzo, había abdicado la corona de España e Indias en su hijo Fernando.

Las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas, procedieron inmediatamente a reconocer como legítimo soberano a Fernando VII, acordando que el día 3 hubiera en la iglesia Catedral solemnes actos en acción de gracias por tan importantes acontecimientos en la vida colonial; era importante, porque a nadie se le escapaba el estado decadente de la Corte de Carlos IV donde privaba Godoy, el Príncipe de la Paz, personaje cuyas actas e influencias, determinaron que en Hispanoamérica las principales autoridades fueran individuos estrechamente vinculados con Godoy y que solamente procuraban el bienestar personal.

En Guatemala hubo completa ignorancia de los acontecimientos de Aranjuez y de Bayona, debido a que el Capitán General González y Saravia trató de ocultar los reales despachos que contenía la verdad de las cosas; pero, como siempre suele acontecer, el decir popular relativo a los cambios habidos en el gobierno español, trascendió hasta la sala del cabildo de Guatemala, donde el día 14 de agosto se reunieron los componentes del Ayuntamiento, para resolver la actitud que tomarían ante la expectación que prevalecía en ciertos sectores de la sociedad, sobre todo en el grupo de comerciantes que continuamente recibían comunicaciones de México, La Habana, Campeche y Veracruz.

La Junta de 14 de agosto no llegó a dar el fruto que deseaban José María Peinado, Jose Isasi y Manuel José Lara, quienes estaban estrechamente relacionados con Simón Bergaño y Villegas, joven inquieto y de raro talento, como lo había manifestado durante el tiempo que dirigió la Gaceta. Aquellos, siempre cubiertos con la capa de ser fieles a la monarquía española solicitaban la formación de una junta que tuviera a su cargo el gobierno de la colonia; tal el estado de las cosas cuando el Capitán General González y Saravia, invita al Ayuntamiento para que el día 15 asistiera a Palacio, donde concurrirían los más destacados vecinos y altos empleados en las rentas, así como los miembros del Venerable Cabildo Eclesiástico.

El 15, González Saravia, expuso la verdad de todo; la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando, pero lo que le tenía preocupado era la protesta que el mismo Carlos había suscrito el día 21 de marzo, es decir once días más tarde de su abdicación, indicando que Fernando lo había despojado de la corona; ante tal situación, creía González y Saravia, que Carlos era el legítimo monarca y que Fernando no era nada más que el usurpador. Los miembros del Ayuntamiento, para dar entera respuesta al señor Capitán General, le presentaron Real Cédula de fecha 10 de abril, suscrita por Fernando ordenando que lo juraran como legítimo Soberano de España e Indias. González impuso silencio al Ayuntamiento mayormente cuando éste sugirió la idea que entre tanto se consultaba a Nueva España, se integrara una Junta con elementos del Venerable Cabildo, Capitanía General, Real Acuerdo y Ayuntamiento. En resumidas cuentas, en la junta celebrada el día 15, no se llegó a ningún acuerdo, sino que se concretaron a ver la legalidad o no del acceso de Fernando al Trono de España.

Por la tarde el Capitán General fue sorprendido al enterarse del real despacho en que Fernando abdicaba en Carlos y el que contenía la completa renuncia que Carlos y los infantes hacían de sus derechos en favor de Napoleón. Estas noticias eran para trastornar al más cuerdo y el capitán, que sí lo era, optó por recomendar al Ayuntamiento que éste preparara el juramento que las autoridades y el pueblo de Guatemala, harían en honor de Fernando VII. Así se captó la simpatía que había perdido entre los componentes del Muy Leal y Muy Noble Ayuntamiento de Guatemala.

Razón tenía el señor González de temer que los criollos, no empleados, tomaran el estado político para intentar alguna novedad en la organización del gobierno colonial, pues varios pasquines habían puesto de manifiesto las tendencias de dichos individuos y se dio cuenta de que había cierta división entre criollos y peninsulares, con el hecho de que una multitud de artesanos frente a la casa en que habitaba Peinado, a impulso de Bergaño –el primer infidente manifestó– vociferaban mueras a los chapetones y vivas a Guatemala y a los criollos.

El proceso seguido al poeta Simón Bergaño y Villegas, revela cuál era el estado de Guatemala antes de saberse el motín de Aranjuez y las abdicaciones de Bayona. Era un estado de completa indiferencia; pero con tales noticias, Peinado hizo reunir en su casa a los más sobresalientes de los criollos, hablándoles de la necesidad de formar una Junta de Gobierno, reconociéndose dependiente de España, pero con poderes especiales para gobernar Guatemala y sus provincias, en tanto se sabía la verdad. Peinado, hábil como pocos, negó todo esto y hasta consiguió que Fernando –años más tarde– le otorgara la Gran Cruz de Isabel (¡) en tanto que Bergaño, se consumía en uno de los hospitales de La Habana… Ironías del destino. El gestor de la idea fue condecorado y el que intentó realizarla, murió como todos los que desean efectuar transformaciones sociales, olvidado.


J. J. Pardo. Miscelánea histórica. Páginas 155-158.

Antonio Móbil

Escritor, editor, poeta, diplomático, apasionado por la vida y la belleza, defensor de la justicia y la equidad en todas sus acepciones y contextos. Exiliado por su pensar y decir, ha descubierto en la reflexión sobre la plástica una de sus grandes pasiones.

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