Padre Dios y Madre Tierra

Brenda Lara Markus | En la voz de los actores / ¿QUIÉN, QUÉ Y POR QUÉ?

En momentos como los que vive Guatemala, políticamente hablando, cualquier cosa puede dar un enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado, sobre todo porque hay elementos dentro de la Iglesia que se prestan para el juego político extremo y nuevamente permite la utilización de la fe en contra de un Estado laico que está establecido en la Constitución, pareciera que también ese artículo es obviado. Por lo que se me ocurre utilizar un lenguaje conveniente a ambas partes para dar a entender mi punto, tratando de no tocar la ideología (porque es posible, aunque digan que no) en este artículo en favor de la vida, la naturaleza, la humanidad… la Madre Tierra.

El cuarto mandamiento de la Ley de Dios del Antiguo Testamento es mencionado en más de diez versículos de la Biblia, también en el Nuevo Testamento, por ejemplo en Mateo 15, 4 dice: «Pues Dios Dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y quien maldijese a su padre o a su madre sea muerto».

Ahora bien, si revisamos las definiciones, según la RAE (solo como referencia) de:

Padre:
1. Varón que engendra.

Madre:
1. Mujer o animal hembra que ha parido a otro ser de su misma especie.
2. Mujer o animal hembra que ha concebido.
3. Causa, raíz u origen de donde proviene algo

Podemos, en primer lugar, notar que Dios mismo no tiene género y que cabe en las anteriores definiciones, de hecho en las mismas Sagradas Escrituras se encuentran citas donde ambas funciones, es decir; engendrar/concebir, ser el origen, amor maternal, pertenecen a ese creador, por lo que podríamos referirnos a Dios como Madre o como Padre (un ejemplo en Lc. 15, 8-10 donde se habla de Dios desde la imagen de una mujer). La utilización de Padre es por una cuestión cristiana, pues Cristo utilizó la palabra Abba para comunicarse con el Ser Superior, pues la imagen de una madre, habiendo sido parido por ella, ya estaba cubierta.

Pero si analizamos estas definiciones, también es válida la forma en la que muchos pueblos originarios se refieren al planeta Tierra como «Madre Tierra», pues como seres completos y con forma material, no podemos escapar a ella y saber que somos criaturas concebidas y criadas por ella.

De este modo podríamos aplicar el mandamiento judeocristiano a la concepción de nuestro hogar material desde la perspectiva originaria, algo así como «Honrar a la Madre Tierra». En este sentido y en la toma de esta consciencia, nuestros hermanos de algunos países en América del Sur nos llevan la delantera, pues al lograr un Estado Plurinacional, donde la Madre Tierra tiene derechos, por ser considerada un ser, han incluido en su Constitución una ley específica para la conservación de la misma, siendo obvio que es la que preserva nuestra vida y que, por lógica, debemos corresponder, algo que el capitalismo ha dejado de lado completamente en su desmedida ambición que enfoca sus esfuerzos en productividad y economía, sin tomar en cuenta la humanidad y sus recursos.

Por ejemplo, la ley en Bolivia tiene artículos que no solo son atractivos, sino importantes y universales. Cito los dos primeros que creo que resumen el resto de la ley:

Por cuanto, la Asamblea Legislativa Plurinacional, ha sancionado la siguiente Ley:
LA ASAMBLEA LEGISLATIVA PLURINACIONAL, DECRETA: LEY DE DERECHOS DE LA MADRE TIERRA CAPÍTULO I OBJETO Y PRINCIPIOS

Artículo 1. (OBJETO).
La presente Ley tiene por objeto reconocer los derechos de la Madre Tierra, así como las obligaciones y deberes del Estado Plurinacional y de la sociedad para garantizar el respeto de estos derechos.

Artículo 2. (PRINCIPIOS).
Los principios de obligatorio cumplimiento, que rigen la presente ley son:
1. Armonía. Las actividades humanas, en el marco de la pluralidad y la diversidad, deben lograr equilibrios dinámicos con los ciclos y procesos inherentes a la Madre Tierra.
2. Bien colectivo: El interés de la sociedad, en el marco de los derechos de la Madre Tierra, prevalecen en toda actividad humana y por sobre cualquier derecho adquirido.
3. Garantía de regeneración de la Madre Tierra. El Estado en sus diferentes niveles y la sociedad, en armonía con el interés común, deben garantizar las condiciones necesarias para que los diversos sistemas de vida de la Madre Tierra puedan absorber daños, adaptarse a las perturbaciones, y regenerarse sin alterar significativamente sus características de estructura y funcionalidad, reconociendo que los sistemas de vida tienen límites en su capacidad de regenerarse, y que la humanidad tienen límites en su capacidad de revertir sus acciones.
4. Respeto y defensa de los derechos de la Madre Tierra. El Estado y cualquier persona individual o colectiva respetan, protegen y garantizan los derechos de la Madre Tierra para el Vivir Bien de las generaciones actuales y las futuras.
5. No mercantilización. Por el que no pueden ser mercantilizados los sistemas de vida, ni los procesos que sustentan, ni formar parte del patrimonio privado de nadie.
6. Interculturalidad. El ejercicio de los derechos de la Madre Tierra requiere del reconocimiento, recuperación, respeto, protección, y dialogo de la diversidad de sentires, valores, saberes, conocimientos, prácticas, habilidades, trascendencias, transformaciones, ciencias, tecnologías y normas, de todas las culturas del mundo que buscan un convivir en armonía con la naturaleza.

Si volvemos a la Iglesia (que no deja de tener influencia en la forma de pensar de millones de creyentes y, aún, en gobiernos), encontramos un mensaje directo del papa Francisco en el Segundo Encuentro Mundial de Movimientos Populares, en Bolivia (2015). Este es un fragmento interesante sobre una visión más explícita del enfoque del cristianismo en la problemática y la concepción de la Madre Tierra (y repito, hay elementos dentro de sus jerarquías inclinados aún hacia los poderes oscuros capitalistas):

Hay, sin embargo, un hilo invisible que une cada una de las exclusiones. No están aisladas, están unidas por un hilo invisible. ¿Podemos reconocerlo? Porque no se trata de esas cuestiones aisladas. Me pregunto si somos capaces de reconocer que esas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global. ¿Reconocemos que ese sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza?

Si esto es así, insisto, digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos… y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra, como decía san Francisco.

Y de esta manera encontraremos que el concepto tiene raíces muy bien fundadas al que Guatemala no escapa, pues la organización Codeca la ha puesto sobre mesa también en una propuesta de Estado Plurinacional, sin mucho éxito, pues nuestro sistema aún se encuentra arraigado en el conservadurismo y la religiosidad, además de la corrupción y el statu quo que se resiste a morir.

En el caso de Guatemala hay otro obstáculo y es que no podemos ignorar, y es que existen intereses bastante fuertes respecto a un Plan para la Prosperidad, maquinado para bien y beneficio de EE. UU., por lo que se disputan nuestro territorio y nuestras leyes los opuestos políticos de aquel país, lo cual dificulta aún más la visibilidad de esta propuesta, por demás urgente, para evitar el saqueo de las tierras y la mala utilización de los recursos naturales, aspectos importantes para dicho plan gringo, por lo que las amenazas a cualquier organización que la haga tangible son latentes, pues no es de su conveniencia.

Queda en nosotros ir ventilando y visibilizando las soluciones que vienen desde los pueblos originarios, pues aún sintiendo las consecuencias de un cambio climático no logramos establecer sus motivos y nos dejamos llevar por coyunturas que no vienen al caso, cuando en realidad es nuestra propia subsistencia en la que debemos enfocarnos y en la clase de planeta que dejaremos a nuestras futuras generaciones.

La recomendación es tratar de ahondar en el tema y analizarlo. Un Estado Plurinacional no es tan fácil de construir, pues como el mismo nombre lo dice, «PLURI» incluye a la diversidad de pensamiento, teniendo como común denominador ese buen vivir para todas y todos, sin distinción.

Y para quienes están en la elaboración de lo anterior, tal vez quepa la sugerencia de establecer una ley similar a la de Bolivia para tomar como un ser viviente a la Madre Tierra por el respeto a nuestra propia vida y, si hay necesidad de legislarla, en definitiva es urgente, si es que no se ha contemplado aún.


Brenda Lara Markus

Mujer y madre guatemalteca. Estudiante de Filosofía, actriz y locutora.

¿Quién, qué y por qué?

3 Commentarios

Rolando Echeverria 29/04/2018

Estoy de acuerdo en crear conciencia para salvaguardar los recursos de la tierra y que se debe legislar para garantizar un uso racional de los mismos y la preservación del ambiente. También de acuerdo en que los recursos deben tener un destino comunitario y que la solidaridad debe prevalecer sobre el individualismo, cosa que lamentablemente no se da, pues hay ingentes masas de excluidos y marginados social y económicamente. Ahora bien, la imagen de «Madre Tierra» creo que ha de entenderse como una bella y sugestiva metáfora (así como el nombre de padre/madre aplicado a Dios), incluso con cierto tono místico. Puede ayudar, sobre todo en las culturas que tienen profundas raíces ancestrales. Sin embargo, para mí es discutible hablar en una legislación de «derechos de la madre tierra». Para mí los derechos son de los seres humanos, en cuanto racionales, no de los seres irracionales. Y en función del bienestar y desarrollo del hombre se deben respetar los recursos y preservar el ambiente. La religión sufrió una fuerte crítica en la época moderna, sobre todo en la Ilustración, hasta que fue aceptando, como finalmente quedó expresado en el Vaticano II, la «autonomía de las realidades mundanas», que gozan de consistencia propia y no hay que verlas solamente desde su vinculación al Creador. Eso me lleva a plantear la cuestión: ¿No sería volver a la época pre-moderna eso de legislar en función de supuestos «derechos» de la Madre Tierra?

Arturo Ponce 17/04/2018

Un punto de vista a extremo interesante; es un «todo» que todo debe girar en torna a la «Tierra»; sería fenomenal. Pero tendríamos que empezar eliminando el consumismo y en esta época, ó Era me pregunto si habrá algún ser humano que no dependa de él (consumismo vr.). Primero nos destruiremos y desgastaremos en guerras y luego, si es que no hay otras innovaciones tecnológicas volveremos a empezar como en las épocas primitivas.
Felicitaciones, Muy buen tema.

    Brenda 20/04/2018

    Gracias por su comentario, Arturo.
    Creo que es posible lograr comunidades que vayan mostrando al mundo formas de vida diferente, aún estamos a tiempo. De hecho, la pobreza de muchas comunidades tan cercanas a nuestra propia casa, es una forma de ver que con un piquito más, sin llegar al consumismo, es posible vivir dignamente.
    Un poco menos de egoísmo es necesario.
    Con el Estado Plurinacional podría territorializarse el país, dando lo justo a cada una de esas diferentes formas de vida, respetando y aprendiendo de esa sabiduría ancestral que con tanto esfuerzo y amor, aún conservan los pueblos. Yo tengo fe en ello.

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