Octavio Paz: una cola de cometa, un río reflexivo (II)

Marcos Gutierrez | Arte/cultura / LA VITALIDAD DE LO INÚTIL

Paz, a través del ensayo, ejerció la crítica. Contrario a lo que dijo Ezra Pound sobre los poetas que son críticos, Paz nunca la vio como un método de justificación. Pero la crítica de Paz no solo fue la forma de un pensamiento trascendental, también estuvo llena de pasión. La crítica de Octavio Paz fue lo que Baudelaire llamó una «crítica parcial». Nunca perdió la objetividad ni el ojo atento, pero siempre llenó cada página con una pasión desbordante. Claramente, una prosa de poeta.

En Poesía de soledad y poesía de comunión, las influencias vitales de Paz ya son más que notorias: el concepto de vivacidad de Nietzsche, la concepción de lo sagrado como algo fuera del ser, idea concebida por Rudolf Otto y la otredad. También, en la obra de Octavio Paz existe un eje que, erróneamente, se ha desmeritado; ese es el círculo erótico que rodea su obra. Paz veía al erotismo como un camino a la otredad. Tanto en este ensayo, como en El arco y la lira, Paz ve en el amor, en la consumación de un cuerpo por otro, un instante de alienación, de perspectiva y vacío. En el amor, Paz define un punto de singularidad entre todo absurdo: encontrarse en otro ser es una forma de construir la otredad, aunque sea por un instante.

Otra de sus influencias que empieza a aparecer en este ensayo es Heidegger. Paz empieza a definir al hombre como un ser temporal. Esta relación, inevitablemente, convierte al hombre en un ser histórico, debido a que la única relación que tiene el ser con el tiempo, es su historia. También, para que exista historia se debe construir un marco referencial (esto se debe a que el hombre es un ser de mediciones). Este marco se define en el concepto de realidad. Es aquí donde Octavio Paz plantea una relación de poder entre la realidad y el ser. Define la realidad como algo en donde el ser puede construir conocimiento, es un lugar que se puede dominar a través de la racionalidad. En cambio, lo que él define como otredad y poesía, son cosas que están fuera de la realidad, son un estado de vacío y alienación. En la obra de Paz la presencia del romanticismo alemán a través de Novalis es de resaltar. Al ver a la poesía como un concepto sagrado que está fuera del ser, el «idealismo mágico» de Novalis se destaca. En este idealismo, la poesía supera al ser hasta llegar a un estado de No-Yo. Paz exploró la poesía como una herramienta del idealismo mágico a lo largo de toda su obra.

A través de esto, Paz define a la soledad como ese estado de ausencia de sí mismo, sin encontrar un recipiente en donde entrar. Además, concibe que la otredad se adquiere a través de una comunión con la soledad; en otras palabras: en comunión consigo mismo. En su búsqueda por definir al ser, principalmente al mexicano, Octavio Paz presentó su primera gran obra en prosa: El Laberinto de la soledad. Esta obra introduce al Octavio Paz que inicia la etapa madura de su literatura. El laberinto de la soledad (1950), fácilmente se puede extrapolar a un contexto latinoamericano. En él se busca definir al mexicano desde su condición de ser histórico: por eso la conquista por parte de los españoles es llamada la «violación primaria», el primer despojo del vientre. También en este ensayo entra el concepto de la fiesta como un mecanismo para la otredad. En este caso, la Guerra de Independencia y la Revolución de 1910 son concebidas como una fiesta. En la fiesta se encuentra la unidad debido a que cada participante está fuera de sí mismo. Por eso, las guerras son la fiesta de las balas: cada involucrado está bajo un manto ideológico que los extrae de sí mismos. Esto se puede ampliar a través de la relación que tiene el mexicano con la muerte: esta es una fiesta, un evento cualquiera de la vida. Ver a la muerte como una fiesta significa que la otredad es algo cotidiano. Esto Paz lo confirma gracias a la constante soledad del mexicano; desde la conquista se le ha alejado de sí mismo. En el primer capítulo de El laberinto de la soledad se habla del chicano y su alienación. Aquí se hacen presentes otras de las influencias que se harán constante en la obra de Paz: Marx y el surrealismo. Esta última entró con mayor seriedad en Octavio Paz desde su contacto con André Bretón. En Poesía de soledad y poesía de comunión Paz fue claro al decir que el surrealismo no es más que un balbuceo de la conciencia. Pero luego, en París, los surrealistas le abrieron otra perspectiva de la mística de la poesía. La neurosis, que es la otredad desde la perspectiva del psicoanálisis va de la mano con la soledad del chicano. Este, separado de su idioma, cultura y trabajo, llega a un estado de alienación; a eso se le suma el hecho de vivir en un país que tácitamente lo expulsa de su conciencia. Esto lleva a una separación del ser, de sus acompañantes y de su sentido de identidad. La influencia de Marx se ve explícitamente cuando Paz la explica en El arco y la lira (1955): la define como la soledad cuando el hombre no tiene mística. No hay un ser que trascienda el cuerpo: la soledad del marxismo aplica a aquellos que han perdido su cultura, su trabajo, sus pertenencias, su idioma y todo aquello que le daba un lugar en la sociedad.

La poesía de Octavio Paz empezó a definirse entre las décadas de los años cincuenta y sesenta. Para este tiempo, ya había entrado en el servicio diplomático de México. Entre estos viajes, hay dos países que le abrieron más puertas para abordar la literatura: Japón y la India. El primero le presentó la poesía japonesa, principalmente en forma de tanka y haikú. Buena parte de la poesía de Paz adquiriría los conceptos de apreciación y de acto inacabado. Incluso el origen del haikú es de una naturaleza inacabada: este surgió de mutilar al tanka. En esta forma, se busca la apreciación de lo continuo y trascendente. La importancia que adquirió este género se hizo notoria cuando Paz fue precursor y traductor de la primera antología de haikús en español. En la India, llegó a ver como la literatura persigue la ornamentación: poemas largos, descriptivos y llenos de recursos. Contrastó ambas producciones –japonesa e india– y llegó a concebir de ellas una unidad: la apreciación a través del largo discurso de un poema. A través de estas vivencias, Paz empezó a explorar y madurar otro tipo de estética. La India también tiene otra razón para ser de vital importancia para Octavio Paz: en las dos estadías en ese país, tuvo mucho tiempo para escribir y meditar sobre el mundo y la poesía; además, en ese país, consumó su amor con María José Tramini, mujer que sería su vida y su otredad hasta su fallecimiento en 1998.

Hablar de la obra de Octavio Paz implica intentar que toda la producción literaria de un siglo converja en un solo hombre. Paz fue un poeta que exploró la poesía en todo su espectro: trabajó y dominó las formas clásicas, se diluyó a sí mismo en el verso libre y llegó a explorar las formas más experimentales de poesía, los ejemplos más claros de esto son Blanco (1966) y Topoemas (1968). Un traductor empedernido, siempre fue un constante río reflexivo acerca de su obra, siempre reescribiendo lo que ya todos daban por inmejorable. Pero ¿son la obra y el pensamiento de Octavio Paz vigentes? Toda la literatura latinoamericana debe hacerse digna de cuestionar la palabra de uno de los más grandes hijos de nuestro idioma. El laberinto de la soledad se sigue leyendo en México como si fuese una crítica al ser mexicano y cuando se le logra extrapolar hacia un marco latinoamericano, todos seguimos siendo víctimas de nuestra propia historia. Si vemos a los migran hacia a Estados Unidos, vemos que sufren lo mismo que los chicanos retratados por Paz, aunque de una forma más brutal. Ahora, nuestras sociedades están cada vez más vacías, tememos emprender el viaje hacia la otredad y esto nos encierra en un laberinto digital: la soledad nos huye debido a la incontrolable ola de métodos para comunicarnos, y por eso, cada vez somos menos capaces de enfrentarnos a nosotros mismos.

La universalidad de Paz, así como él lo dijo, es un suelo para que la nueva producción literaria pueda pararse. Octavio Paz cuestionó al hombre a través de la poesía, cuestionó a la poesía misma y la concibió como algo sagrado. El pensamiento de Paz nunca será obsoleto, porque logró llevar a la poesía a un plano fuera del tiempo, pero sin restarle influencia a la poesía sobre la historia. La vitalidad de su obra yace en la búsqueda de hacer de la creación literaria una forma de crear comunión a través de nuestra inconciencia. La obra Paz siempre será vigente, porque cuestiona e intenta responder lo que todos se han preguntado, pero llevando las respuestas a un plano ajeno a nosotros, a un plano que verdaderamente nos define.


Marcos Gutierrez

(Chimaltenango, 1997). Ha publicado en distintos medios de España y Latinoamérica. Ha publicado los libros Autorretrato (edición de autor, 2012) y Poemas a la nada (Tujaal ediciones, Guatemala, 2017).Desde el 2017 es columnista en la Revista Literaria Monolito (México). En el 2018 recibió una mención honorífica en XV Concurso Literario Gonzalo Rojas Pizarro (Lebu, Chile) en la categoría de cuento y fue finalista en el certamen de poesía Ipso Facto 2018 (Editorial Equizzero, El Salvador). Es uno de los organizadores del Festival Pulso Volcánico.

La vitalidad de lo inútil

Un Commentario

Trudy Mercadal 31/01/2019

Siempre he disfrutado leer a Octavio Paz. Este ensayo me muestra un nuevo ángulo, el de la filosofía, a través del cual comprenderlo. Muchas gracias!

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