¡Nunca más!

Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / PARADOXA

Ojalá que quede escrito todo esto para que estos niños pequeños… lo sepan algún día y tratar de evitar que vuelva a ocurrir esto…
Testimonio REMHI

Este 26 de abril de 2018 se cumplen dos décadas de la partida de monseñor Juan Gerardi Conedera, pastor, líder y mártir para la democracia guatemalteca, quien entregó su vida por los ideales de la justicia y la equidad del pueblo de nuestro país. De manera fugaz, dos décadas han transcurrido desde su brutal y cobarde asesinato. Pero el tiempo no pasa en vano, y los frutos de la semilla que él sembró han empezado a manifestarse en distintos órdenes de la vida política y social de Guatemala. Hoy rendimos homenaje a su memoria.

Con liderazgo indiscutible, Juan Gerardi luchó durante su vida por la verdad, la verdad que no puede ser negada, la verdad que aniquila la mentira, esa misma mentira que, aunque hoy tan vigente como ayer, es abordada de una manera totalmente distinta, de una manera frontal, contundente y valiente, pues a diferencia de los tiempos crudos cuando el terror era el amo del pueblo, y después de haber recorrido los caminos que Juan Gerardi inauguró, podemos ahora afirmar, con la frente en alto, con honor y dignidad: Guatemala, ¡nunca más!

Y es que a ya cuatro lustros de su partida, durante los cuales se ha escrito tanto, y tanto se le ha reconocido, no hay homenaje que pueda ser suficiente y que pueda ir más allá de su obra y su legado. Una vida en lucha incesante en pro de los pueblos marginados por la pobreza estructural y el sistema de desigualdades recalcitrantes que Juan Gerardi nunca toleró. Una vida de coherencia y valentía sin par, totalmente opuesta a aquellos que siempre quisieron acallarle, movidos por el odio y el más inimaginable horror.

El martes 28 de abril de 1998, se podía leer en una de las imágenes de los periódicos: «Repudio generalizado. Con un mismo sentimiento, diversos sectores del país repudiaron ayer el asesinato de monseñor Juan Gerardi, coincidiendo, en su mayoría, en que el móvil del hecho es político, y que es deber del Gobierno aclararlo». Este mismo sentimiento y claridad se tienen ahora, un cobarde asesinato político queriendo acallar la voz de los sin voz, queriendo amedrentar a aquellos que, sin importar las consecuencias, desean exponer los hechos tal cual son, sin velos ni mantos que los cubran o disfracen.

Y es que sin entrar en honduras de todo lo que se ha dicho y se investigó al respecto del asesinato, cabe relatar para los más jóvenes que todo tipo de absurdas explicaciones se quisieron imponer por parte de algunos funcionarios del Gobierno del entonces presidente Álvaro Arzú. Una de estas absurdas versiones perseguía inculpar a un pastor alemán llamado Baloo, que vivía en la casa de monseñor, cuyos colmillos fueron checados por todo tipo de peritaje forense, pretendiendo demostrar que el can era cómplice del presunto asesino. Sin poderlo llevar a tribunales, Baloo falleció meses después de haber sido incriminado, por su avanzada edad, aunque no faltó uno que otro que especulara que el perro había sido víctima de envenenamiento culposo.

En esta línea de pensamiento centrado en las nuevas generaciones, vale la pena incluir acá un miniresumen de la vida y obra que monseñor Gerardi dejó muy bien plasmada en la publicación formalmente realizada apenas 54 horas antes de su homicidio. Es fundamental identificar en monseñor Gerardi los valores humanos más profundos que representa, en rescate de la dignidad que a todos nos acompaña, sin distinción de etnia, credo, clase, estrato, opinión, principios o cuanta posible categoría segregacionista pueda concebirse, con la única finalidad se someter y de discriminar.

Monseñor Gerardi nació en la capital de Guatemala, el 27 de diciembre de 1922. Se ordenó sacerdote a sus 24 años y 21 años después, en 1967, fue electo obispo de las Verapaces, cuando meses después recibió su ordenación episcopal en la Catedral Metropolitana. Su vida estuvo marcada por la bondad, el amor a los demás y una actitud humilde, caracterizada por trato amable, sin preferencias de ningún tipo. Ejemplo de su defensa férrea de los derechos humanos, es el hecho que aprendió el idioma k’ekchi’, para establecer un trato personal con las comunidades y poder impartir misa en el idioma vernáculo, todo esto mucho antes de las declaraciones del Concilio Vaticano II, enfatizando los trabajos pastorales entre la población indígena maya, aspectos inusitados para la preponderancia mestiza de esa época.

En 1974 fue elegido tercer obispo de la Diócesis de Santa Cruz del Quiché. Para entonces se inició la persecución sistemática contra la Iglesia, por parte de las fuerzas contrainsurgentes del Estado, porque «algunos curas no eran buenos para el pueblo», como se podía escuchar de algunos dirigentes militares. El conflicto y la violencia recrudecieron hasta llegar a masacres y actos de lesa humanidad. En 1980, monseñor viajó al Vaticano por motivo de sus obligaciones episcopales, y a su retorno a Guatemala el Gobierno de Romeo Lucas le impidió el ingreso al territorio nacional. Inclusive los países centroamericanos vecinos le negaron el asilo, teniendo que llegar hasta Costa Rica. Entre ese momento y mediados de 1983 fueron asesinados más de 12 sacerdotes en el país. Monseñor siempre se las ingenió para escapar de las balas asesinas, alertado por sus leales feligreses.

Imagen tomada de Memoria, Verdad y Esperanza.

Regresó a Guatemala en agosto de 1984. En 1988 la Conferencia Episcopal de Guatemala le nombró para participar en la Comisión Nacional de Reconciliación, siendo el encargado de la creación de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHA), a partir de 1989. Consecuencia de estas responsabilidades, monseñor Gerardi inició el proyecto interdiocesano Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), el cual dio origen al informe correspondiente a todas las actividades conciliatorias en búsqueda de una paz consistente y duradera.

El informe REMHI se inició un 23 de abril de 1995, aún antes de la firma de los Acuerdos de paz, y concluyó justamente tres años después, cuando fue publicado. El documento final, se encuentra dividido en cuatro tomos, que han sido mediados para el gran público en cuatro documentos titulados Memoria, Verdad y Esperanza, integrados así: I Impactos de la Violencia, II Los Mecanismos del Horror, III Entorno Histórico y IV Las Víctimas del Conflicto. La ODHA ha publicado posteriormente fascículos facilitadores: F1, F2, F3 y F4.

Durante las investigaciones y la edición del REMHI, monseñor recibió amenazas de todo tipo, pero no cedió un ápice ante la adversidad que le acompañó a lo largo y ancho de su vida, luchando hasta el último momento de forma incansable por los ideales que hoy, como semilla fértil, han sido sembrados en los corazones de las nuevas generaciones de guatemaltecos. «¡Cállate, porque te van a matar!», era la consigna en los tiempos crudos. Así se lo advirtieron, y con toda seguridad el sacerdote lo debe haber pensado en más de una oportunidad. Pero estaba claro. Algo más grande que su propia vida estaba en juego. Así pensaba, así actuaba.

Sus ideales: de la obscuridad a la luz, del silencio a la palabra, de la ignominia al conocimiento, de la duda a la certeza, de la violencia a la paz, de la mentira a la verdad. Ese ha sido el camino ejemplar que permanece en nuestras consciencias. Esta tierra te recuerda monseñor, y no dejará en el olvido la huella de tu andar. Pues la mentira desaparece ante la verdad, la libertad prevalece ante la imposición, la obscuridad cede ante la luz, el odio es vencido por el amor, y gracias a tu loable e incansable marcha, Guatemala entera puede decir hoy, en tu memoria y en eterna gratitud, que gracias a tu lucha… ¡¡Guatemala… NUNCA MÁS!!

Imagen tomada de Memoria, Verdad y Esperanza.


Imagen principal por Vinicio Barrientos Carles con fotografías tomadas de Plaza Pública, Prensa Comunitaria y Nuestra memoria, nuestra verdad.

Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.

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