-Alejandro Urízar / LA FRONTERA DE VIENTO–
Los guatemaltecos tenemos la oportunidad de refundar la política, pero necesitamos más que críticas, buenas intenciones, discursos o manifestaciones en las plazas. Los partidos y el sistema de partidos están atravesando por un proceso de transformación sin precedentes. La transformación está caracterizada por el cambio de las normas del sistema de partidos, así como por la desaparición y aparición de propuestas partidarias de diferente cuño. Los cambios son un hecho, la pregunta es hacia dónde nos llevará esa transformación. De nuestra comprensión, participación y acción dependen gran parte de la respuesta.
Una reseña sobre los orígenes y vínculos del Partido Patriota (PP) y el Partido Libertad Democrática Renovada (LIDER), los grandes perdedores y los patitos feos del momento histórico que vive Guatemala, ayudará a comprender parte de la actual situación. Por un lado, Manuel Baldizón, expresidenciable de LIDER, fue militante del Partido de Avanzada Nacional (PAN) y de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), de donde salió para formar un bloque legislativo que en el 2010 se convertiría en el partido que lo postuló como candidato. Después de la cancelación del partido, la mayoría de los diputados electos por LIDER pasaron a formar parte del Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación, oficialista) o de la bancada Alianza Ciudadana (AC). Por otro lado, el PP nació en el 2001 y cobró prominencia en la escena electoral dos años después, cuando pasó a ser parte de la Gran Alianza Nacional (GANA), fundada por Óscar Berger, quien a su vez había renunciado al PAN. Luego de la cancelación del partido, los diputados electos por el PP pasaron a formar del FCN-Nación u otras organizaciones políticas y bancadas independientes.
La reseña representa en mayor o menor medida a todos los partidos políticos tradicionales y es fácil concluir que la mentalidad de sus miembros y el funcionamiento de sus estructuras son en esencia iguales. Con rarísimas excepciones, la mentalidad de los miembros de estos partidos está marcada por la búsqueda del poder para el beneficio personal, por la falta de una ideología o propuesta a la que se sientan realmente adheridos y por una doble o triple moral casi inverosímil. ¿Qué otras razones explicarían esa orgía política que ha caracterizado su actuar?
El funcionamiento de sus estructuras no presenta excepciones relevantes, por el contrario, todos los partidos en cuestión representan un mismo patrón. Básicamente son estructuras que dependen de sus financistas, que no representan la diversidad de la sociedad guatemalteca (no es casualidad que sean predominantemente masculinos, mestizos, clasemedieros y urbano-céntricos) y que durante las elecciones establecen relaciones utilitarias o clientelares con la masa de ciudadanos. Debido a esa falta de representatividad son organizaciones que no se sienten responsables ante sus militantes o electores y que no le rinden cuentas a nadie, es decir, que cambian de nombre, opinión, propuestas y acciones cuando quieren.
Ahora bien, si claramente los partidos políticos tradicionales no son el mecanismo para refundar la política en Guatemala, ¿lo son los nuevos comités para la construcción de nuevas opciones partidarias? Si las nuevas opciones reproducen el modelo descrito, es decir, si reciclan a los viejos políticos y su mentalidad y se convierten en estructuras poco o nada representativas o simplemente funcionales a sus financistas o dirigentes, la respuesta es negativa.
Sin embargo, debido a los cambios en las normas del sistema de partidos (principalmente el aumento del financiamiento público), a la corta edad de estos movimientos o comités, al cansancio de la ciudadanía y a las trasformaciones tecnológicas, sociales, culturales y políticas globales; existe una gran posibilidad de que suceda todo lo contrario y que refundemos de una vez por todas la política guatemalteca. Para que eso suceda, debemos informarnos sobre estos comités, observarlos, criticarlos y sobre todo participar; con el propósito de que sean o se conviertan en espacios idóneos para el nacimiento y crecimiento de nuevos liderazgos y mecanismos de representación y rendición de cuentas. La nueva política requiere inexorablemente de recursos humanos e institucionales renovados. El rumbo de la transformación de la que somos testigos depende en buena medida de que juguemos un papel activo en esa renovación, sin olvidar que se trata de una lucha de poder y que la vieja guardia está al acecho.
Alejandro Urízar

Guatemalteco. Poeta. Sociólogo. Mi trabajo con movimientos sociales, organizaciones de sociedad civil y en organismos internacionales me ha dado la oportunidad de vivir en ciudades tan distintas como La Habana y Washington D.C. Actualmente trabajo en Transparencia Internacional y vivo en Berlín, Alemania.
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