Ju Fagundes | SIN SOSTÉN
Sí, es cierto, hemos pasado momentos más que maravillosos. He recorrido tu cuerpo palmo a palmo. He disfrutado de tu espesa pelambre de espalda y pecho, he visitado con mis labios y mi lengua los lóbulos de tus orejas, tu boca, cuello, abdomen, y me he entretenido y excitado acariciando tu músculo varonil erguido.
Me has demostrado tu deseo, me has inundado de placer. Tus manos han producido rayos y truenos de pasión en mi sexo, y tu boca me ha conducido al éxtasis tembloroso de continuos orgasmos. Me sueltas y te abrazo, me acaricias y me entrego sin reservas.
Hemos pasado de la noche al día sin abrir la ventana, derramado vino espumante en mi abdomen para que lo bebas en mi vagina. Con crema de avellana hemos endulzado mis caricias a tu sexo. Desayunado y cenado nuestros cuerpos.
Pero todo eso no te hace mi dueño. Ni a mí tu dueña. Tenemos nuestros caminos y recorridos propios y particulares, nuestros días con sus noches, para lo nuestro, sin el otro. Quiero ser libre de verte y desearte, pero también de no estar contigo y no imaginarte. Correr por mis pistas, con mis sueños e ilusiones, sin tu aliento sobre mi rostro, sin tus mimos y deseos cuando mi cuerpo pide soledad y silencio. Dormir sola, y despertar dueña y señora de la cama y de las sábanas. Con mis pesadillas y dudas, enfrascada en mis propias disputas.
Quiero alguna noche bailar a mi propio ritmo, mostrarme y ser deseada. Ver otros cuerpos, retar con la mirada el deseo de otros hombres. Danzar y revolotear en la pista al compás de distintos ritmos, agitando caderas y espalda, con pasos cortos o largos. Quiero ir y venir de los brazos de uno a los de otro, notar su excitación y saber que es por mi causa, dejarlos que me miren con gusto, pero sin permitirles nada. Saber que no me ves con rencor ni frustración, pues si como dice el cantor «detrás de un hombre triste hay siempre una mujer feliz, y atrás de esa mujer, mil hombres, siempre tan gentiles», yo puedo darme la vuelta y preferir a alguno de ellos, enredarlo entre mis brazos y saber que en los suyos se acumulan mil deseos por tocarme y acariciarme.
Quiero que puedas ver a mil muchachas, desearlas, sabiendo que son para otros, que tus miradas no serán mas que eso, lanzas de deseo sin punta ni filo. Que veas y que me miren, que desees y me deseen. Que al llegar de nuevo a la cama, en nuestra búsqueda común de satisfacer nuestros deseos y lograr el máximo de placer, enredemos nuestros cuerpos con la excitación que produjeron las otras miradas y los otros cuerpos. Sin temor y sin vergüenza, imaginar que tus besos son los del hombre que con su mirada penetrante y excitante me persiguió durante toda la noche, y que mis pechos y nalgas son las de la mujer que perseguiste con tus ojos sin mayor disimulo.
Ser el uno para el otro cuando ambos estamos decididos y deseosos de hacerlo, sin obligación, mucho menos con desgano, hipocresía o fingimiento. Ansiarte en mi soledad, deseando a otros de manera irreverente cuando tus labios recorren mi piel. Ir y venir de tu cuerpo a mis fantasías, de tu ausencia a tu compañía. Sin programa ni agenda, ciertos de que somos uno para el otro cuando nos encontramos, pero que no nos debemos más fidelidad que la de propiciarnos auténtico y completo placer cuando nuestras bocas, cuerpos y sexos se unen y deleitan.
No quiero ser tu señora ni tu ama. No espero que te imagines esclavo, pero tampoco patrón. Te quiero a la par, encima y adentro cuando ambos nos lo proponemos y concedemos. Ir de la mano por la calle si nos place, o andar cada quien por su acera sin temer perder lo que no es de nuestra propiedad. Volver cuando los deseos lo dispongan, y programar los besos, las caricias y los éxtasis de hoy, sin condicionar los de mañana por causa de los de ayer.
Ser, al final de cuentas, la Tereza de la playa, aunque pase contigo no solo el invierno, sino también el verano.
Rolla de Henri Gervex, tomada de Musoteca.
Ju Fagundes

Estudiante universitaria, con carreras sin concluir. Aprendiz permanente. Viajera curiosa. Dueña de mi vida y mi cuerpo. Amante del sol, la playa, el cine y la poesía.
Un Commentario
Me encantó, hasta seguí el enlace de la canción y me parece un buen complemento.
Es cautivador, porque se expresan muchos sentimientos que la sociedad nos ha obligado a guardar en los pensamientos, y esto nos ha llevado a vivir en prisiones personales de cuerpo y pensamiento, a crear realidades fingidas.
Simplemente excelente.
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