-Jorge Mora Alfaro / PUERTAS ABIERTAS–
Crayolas, dispersión del voto y cambio en el mapa político
Solo bastó una creativa nota colocada en las redes digitales, para darle veracidad a una afirmación y para originar nuevos mensajes y titulares de varios artículos periodísticos en los cuales se reproduce y propaga aquella frase según la cual en Costa Rica se había vivido «la revolución de las crayolas». El mensaje evoca a la barrita empleada para marcar la casilla del candidato de su preferencia, en la papeleta empleada para ello durante la elección.
Así lo informó uno de los medios de comunicación digitales del país: «“Yo, que vengo de un país altamente militarizado, nunca imaginé que podía existir una revolución de crayolas (…) La revolución de las crayolas de los ticos, de los votos, de la democracia, es inédita… ni una bala sonó y ni un cuerpo quedó sin vida. Gracias Costa Rica», publicó Abel Moya, un usuario de Facebook, quien según su perfil nació en Vedado, un barrio ubicado en la capital de Cuba, La Habana, pero que reside en San José» (CRhoy.com, abril 3, 2018).
El mensaje refleja cierta dosis de emoción y de pasión vivida en una coyuntura electoral no habida en el país desde hace un buen tiempo. Proceso generador de un resultado no esperado y condicionado, en el último mes previo a concluir la primera vuelta de la elección, por un providencial fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Según este el Estado debe reconocer y garantizar todos los derechos que se deriven de un vínculo familiar entre personas del mismo sexo, de acuerdo con lo establecido en la Convención Americana de Derechos Humanos.
Esta disposición hizo saltar los cerrojos con los cuales se contenían dentro de cajones y armarios bien guardados, actitudes y pensamientos conservadores y discriminatorios, aflorando en la superficie significativas divisiones. Estas se evidencian dentro de los partidos políticos y, en general, entre la ciudadanía. En el momento político vivido afloran visiones y pensamientos encontrados alrededor de temas relevantes tales como la educación sexual de niños y adolescentes; la necesidad de superar subordinaciones y condiciones desiguales por parte de las mujeres; diferencias profundas en cuanto a la extensión concedida a la igualdad en el disfrute de derechos entre poblaciones diversas; así como la inexplicable incomprensión sobre los evidentes cambios experimentados por una institución esencial en la sociedad, como lo es la familia, hace bastante tiempo analizados y divulgados en estudios sociológicos y psicológicos y por otros trabajos científicos.
A partir de ese momento se modifica, en forma sustancial, la agenda de discusión y la atención se centra en dos candidatos bastante relegados en el respaldo ciudadano, de acuerdo con los resultados arrojados por distintas encuestas de opinión. Uno de ellos, Fabricio Alvarado (43 años), evangélico ultraconservador, defensor a ultranza de la llamada «familia tradicional» y feroz adversario de la denominada «ideología de género», cuyo significado no parece comprensible para nadie. El otro, Carlos Alvarado (38 años), candidato de centro izquierda, quien venía sortenado las impopularidades gubernamentales, el único en asumir una posición afin a lo dispuesto por la CIDH y con una visión progresista en relación con los derechos humanos, la diversidad y la igualdad.
La campaña política se polariza entre esas dos posiciones antagónicas y ambos candidatos empiezan a atraer, de manera acelerada, las simpatías de los electores. Temas esenciales merecedores del análisis en el torneo electoral, tales como el de las finanzas públicas, los problemas de infraestructura y la movilidad urbana, la pobreza y las desigualdades o la política exterior del país, pasan a un segundo plano. Las acres discusiones de los últimos 30 días de campaña giran, de modo preferente, alrededor de la familia, la diversidad y los derechos humanos; generándose intensas crispaciones. Como producto de esto y motivado por su desempeño en el debate sobre estos asuntos, terminan ubicados en las dos primeras posiciones de la ronda inicial los contendores Fabricio Alvarado con 24.91 % de los votos y Carlos Alvarado con 21.66 %. Le siguen los candidatos Antonio Álvares Desanti (PLN) con 18.62 %; Rodolfo Piza (PUSC), con 16.02 %; Juan Diego Castro, con 9 52 % y Rodolfo Hernández (PRSC), con 4.95 %.
Como se puede apreciar, los votos para la Presidencia se dispersan entre los múltiples candidatos, ocurriendo lo mismo en cuanto a la votación para los diputados a la Asamblea Legislativa. Esto significa una prolongación del continuo fraccionamiento existente en el Congreso, situación en la cual ninguna de las agrupaciones políticas ahí representadas alcanza la mayoría, obligando al establecimiento de alianzas para alcanzar acuerdos, no siempre en aquellos asuntos de mayor trascendencia para la nación. El PLN obtuvo 17 legisladores, el PRN 14, el PAC 10, el PUSC 9, el PIN 4, el PRSC 2 y el FA 1.
Los resultados obtenidos en la primera ronda son una clara expresión de la ocurrencia de una reconfiguración en el mapa político del país, en el cual los antiguos integrantes del bipartidismo alcanzan votaciones menores a aquellas con las cuales contaron en el pasado y con un arraigo disminuido entre la ciudadanía, sobre todo en el ámbito de las nuevas generaciones de votantes. En el presente se ven acompañados por otras fuerzas políticas con las que compiten en igualdad de condiciones, siendo superados en esta ocasión en la cantidad de votos atraídos en la elección presidencial por otros grupos políticos.
Un elemento destacado en esta reconfiguración del mapa político es la aparición, como una opción política notoria, el Partido Restauración Nacional (PRN), agrupación de corte evangélico, favorecida por la particular coyuntura electoral, pasando a disputar la Presidencia en el balotaje y alcanzando la elección de 14 diputados, la segunda fracción más numerosa en el congreso. El pronunciado salto electoral de esta corriente político-evangélica coloca a la democracia costarricense en las mismas condiciones de otras sociedades latinoamericanas en donde estos grupos han permeado los sistemas políticos, asumiendo posiciones de poder y extendiendo el conservadurismo religioso por el tejido institucional. La regresión en la necesaria separación entre Estado y religión y en las decisiones políticas adoptadas por parlamentos y gobiernos, son el resultado de este extendido proceso en diversas sociedades latinoamericanas y de más allá.
El significativo peso electoral de una emergente generación de «votantes inestables», como les llama Mair, muchos de ellos sin pertenencia partidaria, cuyas decisiones eleccionarias se toman en plazos muy cortos o variando su criterio no solo entre períodos electorales distintos, sino en el desarrollo de una elección o entre las dos vueltas electorales, sin atender lo decidido por las dirigencias partidarias, agregan un elemento esencial a ese modificado mapa político. El fraccionamiento en la Asamblea Legislativa, sin la presencia de una agrupación mayoritaria, obliga a negociar y a establecer acuerdos para la integración del directorio y la aprobación de los proyectos. Un hecho sobresaliente, en este sentido, es la reducida fracción del partido de Gobierno, el cual contará con un grupo legislativo de tan solo 10 diputados.
El balotaje, la ampliación del debate y el protagonismo de la sociedad civil
Cosas novedosas acaecieron durante la segunda ronda electoral, la más destacada de ellas fue la posición central ocupada por el proceso electoral en la vida de los costarricenses. La rutina cotidiana de la ciudadanía se vio acompañada, como no sucedía hace mucho tiempo, por las viscicitudes de un torneo electoral en el cual se decidirían asuntos relevantes para el futuro del país y la democracia costarricense. En ese marco general se movieron las tácticas electorales diseñadas y puestas en práctica por las agrupaciones en liza, adquiriendo una ventaja notable el candidato ganador de la elección.
La primera iniciativa a destacar es la firma de un acuerdo entre Carlos Alvarado, candidato del PAC y Rodolfo Piza, aspirante del PUSC, quien ocupó la cuarta posición en la primera ronda. El documento, titulado Gobierno Nacional: acuerdo por la esperanza, la equidad y el desarrollo, establece las bases de su acuerdo. Los 10 puntos generales incluidos en el documento corresponden con las propuestas coincidentes entre ambos y queda abierto a que otras personas o sectores se adhieran a él. La importancia de este acuerdo es darle amplitud al apoyo a la candidatura y estimular la adhesión a ella de ciudadanos indecisos o votantes por otras opciones políticas.
Tanto el PUSC como el PLN, partidos con las votaciones más significativas, después del PRNC y el PAC, dejaron en libertad a sus militantes de apoyar al candidato de sus preferencias. Esta situación resultó de mucha importancia, pues puso en evidencia las divisiones existentes, por largo tiempo, al interior de los partidos: son en realidad partidos, partidos. Aunque se podía percibir la alineación de la mayor parte de las dirigencias con el conservadurismo restaurador, la mayoría de las bases de estas agrupaciones se movieron hacia la candidatura de Carlos Alvarado. Como lo demuestran los estudios de opinión posteriores, los porcentajes más elevados de los votantes del PUSC y del PLN se inclinaron por la candidatura del PAC.
Un segundo elemento relevante en la segunda ronda de la elección presidencial de 2018, es la inusitada movilización autónoma de la sociedad civil, con una presencia mayoritaria de jóvenes no pertenecientes a las estructuras partidarias. Impulsadas en defensa de la diversidad y el disfrute de los derechos humanos y de ciudadanía, sin exclusiones de ninguna naturaleza, se movilizaron por las redes digitales y por diversos territorios del país, llevando sus mensajes y atrayendo hacia sus posiciones a numerosos sectores de la sociedad costarricense. La movilización de la sociedad civil y, en particular, de los jóvenes por fuera de los marcos partidarios, en este caso brindando su apoyo a quien consideraban expresaba mejor sus valores y expectativas ciudadanas y democráticas, ofrecen una muestra de las condiciones existentes en la vida política actual de esta sociedad y del alejamiento de la sociedad experimentada por los partidos políticos. ¿Dejó de ser la democracia una «democracia de partidos»?
Por otra parte, se presenta otro hecho significativo en la elección, al multiplicarse los debates y ampliarse los temas en discusión. Al incorporar en las discusiones una temática más amplia, con la que se abarcan asuntos de la agenda política nacional urgentes e importantes, se marcan con claridad las distancias existentes entre los candidatos. El desempeño en los debates del candidato Carlos Alvarado establece una significativa diferencia con su contendiente Fabricio Alvarado, convirténdose este en un medio por el cual se fueron ensanchando las distancias en las preferencias de los electores. La negativa, por estas razones, por parte de Fabricio Alvarado de acudir a conversatorios, encuentros y debates en medios de comunicación y en las universidades públicas, aumentó las dudas sobre sus cualidades y sumó a favor de su adversario político.
Muchos otros elementos significativos, imposible de mencionar todos, se expresan en este torneo electoral. Sin embargo, merece la pena hacer referencia a unos de ellos por la naturaleza particular de esta elección y por la destacada presencia del tema religioso en ella. A la conservadora jerarquía eclesiastíca costarricense le resultó muy difícil ocultar sus preferencias por el candidato evangélico neopentecostal, quien le daba garantía de combatir la llamada «ideología de género» y otras propuestas colocadas en la agenda de discusión nacional, tales como el matrimonio igualitario y la igualdad de derechos para las familias diversas. Sin embargo, la profusa difusión en un medio de comunicación y en las redes digitales de unas expresiones efectuadas por el «padre espiritual» del candidato evangélico, el «apóstol» Rony Chavez, en las que sataniza a la Virgen de los Ángeles, patrona de Costa Rica, influye en la posición de la población católica del país e inclina su votación a favor del candidato Carlos Alvarado, quien había dejado patente su catolicismo y aparecía como el más indicado para responder a tan inaceptable afrenta. Es indudable que, en este caso, hubo también una separación entre dirigencia y feligresía.
El 8 de mayo, más que un cambio de mando
Este 8 de mayo se juramenta como presidente de la República Carlos Alvarado, luego de esta singular campaña electoral llena de vicisitudes, difíciles de interpretar con los enfoques y prácticas con las que se abordaron los torneos electorales del pasado. El resultado de la primera ronda, efectuada según la disposición constitucional el primer domingo de febrero de 2018, mostró con nitidez la presencia de una situación política para muchos inesperada.
Uno de los hechos considerados insólitos en la vida política nacional es el haber quedado fuera de la competencia por dilucidar el ganador de la contienda, dos de los partidos políticos históricos, protagonistas ambos de los procesos de desenvolvimiento del país desde finales de la primera mitad del siglo XX, hasta los primeros 14 años del siglo XXI. Desde entonces se turnaron en el ejercicio del poder en el Gobierno y el Congreso, aún en momentos caracterizados por el paso de un sistema bipartidista a uno multipartidista, con la emergencia de nuevas fuerzas políticas, desprendidas algunas de ellas de las agrupaciones consideradas tradicionales.
En los primeros años del siglo actual se observa, cada vez con mayor intensidad, el crecimiento del descontento de la ciudadanía con la política y los políticos tradicionales, el incremento del sentimiento de demandas no atendidas y de haber perdido condiciones disfrutadas en el pasado y ahora negadas por un sistema percibido como extraño. Se nota, asimismo, un veloz aumento del desapego partidario, una posición crítica ante el manejo de los asuntos públicos y la frecuente aparición de casos de corrupción; así como la búsqueda creciente de nuevas opciones políticas, diferentes a las dos habituales ocupantes del poder del Estado.
Aquellas manifestaciones, cuyo recorrido se muestra en la superficie de la sociedad, es en realidad la expresión de cambios más profundos a los cuales los partidos políticos no parecieron prestar la debida atención y ante los cuales no reaccionan, embebidos en su permanencia en el Poder Ejecutivo o Legislativo y de su fuerza para ser capaces de definir, en gran medida, la agenda política nacional. Esto les hace dar continuidad a sus prácticas y discursos, aunque estos los alejen de las visiones, demandas y aspiraciones de buena parte de la población.
Un hecho sobresaliente ha mostrado la inauguración de un escenario político inédito y de una disposición predominante por responder a los resultados electorales con los cuales se coloca en un lugar predominante la búsqueda de acuerdos políticos para el ejercicio gubernamental y legislativo. La primera medida adoptada por el presidente electo, cumpliendo con uno de sus compromisos, fue la integración de un gabinete formado por representantes de diversos partidos políticos, no multipartidista pues no es un acuerdo institucional entre partidos políticos, pero sí suprapartidista, con participación de miembros del PAC, el PUSC, el PLN y el FA. Adquiere la mayor relevancia el colocar como ministro de la Presidencia a uno de sus principales adversarios en la campaña, el candidato socialcristiano Rodolfo Piza.
Son personas distinguidas en distintos campos de la vida nacional, pertenecientes a diversos partidos políticos y con posiciones y pensamientos variopintos. Es una conformación novedosa y que parece corresponder a la realidad política del país. No será fácil alinear a este grupo de personalidades alrededor de una estrategia común y convertirlo en un equipo, pero su fuerza estará, al contrario de lo pensado por algunos, en su diversidad. El liderazgo mostrado hasta ahora con creces por el presidente electo será un factor determinante para vencer los obstáculos y definir los objetivos y metas comunes. La actitud madura y receptiva de la ciudadanía ante este esfuerzo de búsqueda de unidad nacional continuará siendo, como en el momento electoral, un factor relevante para que el país pueda marchar por esta ruta de construcción de acuerdos para avanzar. Completa su decisión con otro hecho inédito, la integración, por primera vez en la historia del país de un gabinete conformado por una mayoría de mujeres. Del total de los miembros del gabinete anunciados por el presidente, 14 son mujeres y 11 hombres, un paso muy significativo en la búsqueda de la igualdad de género.
Hechos inéditos y esperanzas renovadas, el tiempo dirá si se abrirá un nuevo sendero por el que transite la longeva democracia costarricense necesitada de su revitalización, proceso en el cual el diálogo, la negociación y los acuerdos políticos y sociales ocuparán un destacado lugar en el acontecer político del país.
Jorge Mora Alfaro

Sociólogo, investigador asociado de Flacso Costa Rica, unidad académica de la que fue su director de julio de 2008 a julio de 2016. Fue rector, vicerrector académico y secretario general de la Universidad Nacional (UNA) y director de la Maestría Centroamericana en Sociología de la Universidad de Costa Rica (UCR). Cuenta con numerosas publicaciones sobre el desarrollo social, político y territorial nacional y sobre la educación superior en los ámbitos nacional y regional.
6 Commentarios
Aaaayyyy… la reacción…pásala
Un «análisis» plagado de interpretaciones totalmente subjetiva, sometidas a la ideología del autor y su sabido favoritismo por la academia izquierdosa que adversó a un candidato de esa contienda. Lamento la falta de equilubrio y que sea parte de la desinformación tendenciosa.
Su nombre nos recuerda a un exdiputado del PLN, que al final de la campaña, terminó aliándose al bloque ultraconservafor. Si es Ud esa persona, está quedando muy clara la línea ideológica de su comentario
Excelente análisis de la situación política del país. El gran reto será cumplirle a la juventud con el compromiso de un gobierno y parlamento abierto.
Impecable síntesis. Quizás democracia participativa y parlamentarismo serán corolarios en respuesta a la interrogante planteada. Gracias maestro
Un «análisis» plagado de interpretaciones totalmente subjetiva, sometidas a la ideología del autor y su sabido favoritismo por la academia izquierdosa que adversó a un candidato de esa contienda. Lamento la falta de equilubrio y que sea parte de la desinformación tendenciosa.
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