Narcopastores y la teología de la prosperidad

Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / DYEUS OTIOSUS

Jesús, al entrar al templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: “Mi casa será llamada casa de oración”, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones».
Lucas 19: 45-48


«¡Bendecido!», fue la expresión que ya entrado en años tuve que aprender a reinterpretar. Y es que el lenguaje es dinámico, y las palabras, las expresiones, pasan a tener nuevos significados, nuevas connotaciones. Hace más de una década que empecé a observar cómo amigos y conocidos que habían «aceptado a Cristo» mostraban un denominador común, a pesar de ser fundamentalmente diferentes y con historias que tenían muy poco en común. Pero no se trataba de un asunto espiritual. Se trataba de una mezcla entre un formato regido por ciertas reglas operativas respecto a cómo conducirse con los demás, siempre acompañado de frases y citas bíblicas, junto con la temática positiva del éxito en la vida y… en los negocios. Para aquel entonces no estaba muy claro de qué se trataba la nueva vida que observaba en estos amigos y conocidos que habían sido repentinamente «bendecidos» con su nueva relación con Dios, a través de la iglesia a la que frecuentaban. Viajes, nuevos empleos, ministerios, retiros, actividades aquí y negocios allá. De repente, la nueva vida inundaba todos los rincones de la vida familiar de estos conocidos, y por mi parte no me quedaba de otra que comprender que los viejos amigos y las antiguas conversaciones se habían ido para siempre, porque los «nacidos de nuevo» vivían con otras prioridades.

Sin embargo, en estas situaciones, algo no encajaba con mi juvenil concepto de cristianismo, uno que inevitablemente giraba en torno de la figura de Jesucristo, a quien de ninguna forma podía dejar de relacionar con la prédica del amor al prójimo, como modo de vida fundamental, así como con el sermón del monte, con aquella prédica de la firme esperanza de que la búsqueda de algo más allá del mundo material tenía sentido. En fin, crecí y me hice a la idea de que un auténtico cristiano, seguidor de Jesucristo, tendría clara una marcada supremacía de la vida espiritual por encima de las riquezas de este mundo, las cuales miraría, en caso extremo, como medios y nunca como fin. A su vez, los Evangelios, en distintos pasajes, me mostraban a Jesús declarando con palabras fuertes esta contraposición, entre la búsqueda sincera del Dios altísimo, a quien llamaba Padre, con las riquezas mundanas. Como detalle, comprendí que esta perspectiva era ciertamente opuesta a la visión judaica de aquel entonces, lo cual generaría polémica en distintos momentos. En particular, el pasaje citado en el epígrafe, en el cual Jesús confronta y retira a los mercaderes del templo, ha sido interpretado por muchos como el detonante para los hechos suscitados en la víspera de la Pascua, culminando en la condena y crucifixión del histórico Jesús.

Imágenes tomadas de Apostasía al día y Jesús mora, editadas por Vinicio Barrientos Carles.

Me han llamado la atención los varios artículos del periodista español Asier Andrés, publicados en Nómada, los cuales exponen varios de los resultados de la investigación «Paraísos de dinero y fe», en particular, los relacionados con pastores evangélicos neopentecostales guatemaltecos que han resultado vinculados con el narcotráfico y con actos ilícitos como el lavado de dinero y la estafa. La investigación, de más de un año de duración, involucró a medios periodísticos de nueve países de la región, encontrando que, amparados en las leyes de la libertad de culto, algunas iglesias y sus respectivos líderes se han visto involucrados en sendas ilegalidades, defraudando la confianza depositada por sus fieles y seguidores, al incurrir en crímenes vinculados a la narcoactividad, el secuestro, la extorsión y similares. Los detalles ameritan una futura extensión con los detalles.

Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención no son tanto los contundentes hechos presentados, sino los sorprendentes comentarios que algunos de los lectores han llevado a cabo, tratando de desacreditar de tajo el reportaje realizado. Claro que no por presentar ordenadamente presuntos sucesos estos deberán tomarse por ciertos, pero tampoco en la dirección contraria, pues aún tras obscuras intenciones podrían esconderse hechos verosímiles que convendría verificar. La mayoría de las argumentaciones, si es que así podrían nombrarse las reacciones de naturaleza esencialmente emocional, iban tras la defensa de las iglesias evangélicas, señalando, por ejemplo, que no se puede juzgar a la iglesia por unos pocos «malos pastores», sin caer en la cuenta de que la iglesia no es una teoría sobre la salvación (soteriología) sino realmente la comunidad de sus fieles, y en especial, la representada por sus líderes y pastores.

Cabe señalar que cuando hablamos de las iglesias señaladas, nos referimos a aquellas que se fundamentan en la prédica de la teología de la prosperidad. Esta «teología», controvertida dentro de las mismas iglesias tradicionales del protestantismo, enfatiza en el discurso positivo, priorizando las donaciones (monetarias y materiales) para las causas que la iglesia establece, bajo la discrecionalidad «inspirada» de sus pastores, apóstoles y profetas. El postulado de que estas «donaciones» aumentarán la riqueza material de los fieles, en forma proporcional, es premisa esencial en el credo neopentecostal. Formalmente, la teología de la prosperidad se edifica sobre un hipotético contrato entre Dios y la humanidad, que de una forma simplificada establece que Dios «bendecirá» a todo aquel que tenga fe en él, proporcionándole prosperidad, entendida como riqueza y poder personal, por encima de toda enfermedad y de la pobreza, propia de este mundo.

Es así como bajo esta perspectiva he logrado comprender cómo aquellos viejos amigos dejaron de serlo, así como también he logrado comprender a qué se referían con la «bendición» que ellos ya tenían sobre sí y sobre sus familias, una que parecía no podía llegar a mi persona bajo los principios por los que me regía. Específicamente, siempre he amado mi trabajo, quizá humilde y sencillo, pero es lo que me ha gustado hacer, y ese respeto por mi naturaleza siempre ha sido un principio no negociable en mí, a diferencia de estos conocidos, quienes estuvieron muy bien dispuestos a nuevos negocios, que no sé de dónde salían, pero siempre intuí que estaban vinculados con las obras de aquellas iglesias de la prosperidad, que aparentemente se caracterizaban por su incontenible y explosiva expansión.

Imagen tomada de Nómada, editada por Vinicio Barrientos Carles.

Quedan cabos sueltos. Uno primero exige la revisión de la evolución del cristianismo protestante en nuestro país, pero en especial del neopentecostalismo basado en el evangelio del éxito, de la salud y de la riqueza, hurgando en la posible comprensión de que estos fenómenos, religiosidad y narcotráfico, aparentemente disconexos, estén en el fondo estrechamente vinculados. Los análisis deberían partir desde una plataforma del pensamiento crítico, alejándonos de los sentimientos, frecuentemente irracionales, característicos de los adeptos. Es posible que descubramos, como en muchas realidades sociales, que no se trata de fenómenos contingentes o fortuitos, y que esta penetración proviene de la misma fuente externa, como tentáculos de la misma creatura. Cabrá entonces preguntarse, ¿cuáles serán los actores determinantes de la futura política nacional? ¿Serán aquellos vinculados con la narcoactividad o serán aquellos dedicados a la prédica de la prosperidad? Más seguro que probable, la respuesta emergerá silenciosa, desde lo profundo de nuestra irracionalidad colectiva.

Imagen tomada de gAZeta.


Imágenes principales tomadas de diversos medios, editadas por Vinicio Barrientos Carles.

Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.

Dyeus otiosus

Correo: viniciobarrientosc@gmail.com

6 Commentarios

Ramiro Mac Donald 28/08/2020

Una interpretación muy adecuada del fenómeno financiero de las corrientes religiosas neopentesfostales.

    Vinicio Barrientos Carles 06/09/2020

    Gracias Ramiro. Aciertas en uno de los aspectos medulares de esta problemática, pues si se trata de un negocio, sea por salud mental o por cualquier otro objetivo que resulte funcional, debe enmarcarse como tal dentro del marco de la legalidad, lo que incluye el adecuado registro y pertinente pago de impuestos, como cualquier otro negocio lícito, y al encontrarse al margen de este Estado de derecho es cuando se inicia una trayectoria que tiene mucho por enderezar. Aunque no se comenta abiertamente es importante dialogar al respecto. Aprecio tu comentario. Saludos

Marco Vinicio Mejía Dávila 26/08/2020

Interesante tu texto.

Controversial para quienes llevan a Dios en la boca y no en el corazón.

Para escribir un comentario, habría que escribir un ensayo sobre estos fariseos.

Pido diferenciar fe de religión.

Te animo a continuar.

    Vinicio Barrientos Carles 06/09/2020

    Gracias Marco Vinicio por tu lectura y pertinentes apreciaciones. También valoro el buen deseo y ánimo que me manifiestas. Te envío en reciprocidad mis saludos y buenos augurios.

Elfidio Cano del Cid 25/08/2020

Y cuando esos «bendecidos» caen en desgracia (Baldetti, Pérez Molina, Sinibaldi, etc.), es que se apartaron del camino de dios? Fueron tentados por la antítes, o sea el diablo. La corrupción, tanto privada como pública no es una cuestión de angeles, queribines, asuntos celestriales, etc., sino un asunto público como del ámbito particular pero que afecta a la sociedad en su conjunto. El «efecto de demostracción» que produce la properidad inmediata de algunos, lleva incluso a «pecar» a los más «santos y bendecidos», por la ganancia fácil, posibles lujos y fama inmediata, que les permita entrar el exclusivo club de los «exitosos». Conocí a un creyente a ultranza que, aparentemente, estaba cansado de su situación económica que, me dijo espontáneamente: «Que me perdone Dios, pero a mi, si me conecta un narcotraficante, bien que le entro al negocio.» Pienso que al final, no se atrevió a tremenda audacia.

    Vinicio Barrientos Carles 06/09/2020

    Muchas gracias Elfidio por la amable lectura y por participar en los comentarios, que son muy valiosos y atinados En efecto, por la persecución de las riquezas mal habida, fáciles y fuera de la ley, se dejan tirados en el camino los ideales y valores de índole espiritual. Lo grave, y triste, es cómo estos templos del espíritu se han convertido en cueva de ladrones y en antros de corrupción, contrario a lo que deberían procurar. Saludos

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