Morena, tsunami en Puebla

Carlos Figueroa Ibarra | Política y sociedad / LA TRAVESÍA DEL SALMÓN

A lo largo de mi vida he tratado de seguir el precepto gramsciano de tener «el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad». Esta recomendación de Antonio Gramsci no significa otra cosa que decir que quien busca el cambio de una sociedad debe ser lo más realista posible en cuanto a las posibilidades que se tienen para lograr dicho cambio y al mismo tiempo tener la voluntad para luchar por mejorar las posibilidades del mismo. Con dicha encomienda en mente, escribo este artículo que me ha sido motivado por los resultados de la encuesta de Mas Data publicados el 10 de abril, que le da Andrés Manuel López Obrador de Juntos Haremos Historia 55 % de las intenciones de voto en Puebla. En un distante segundo lugar se encuentran el candidato de Todos por México, José Antonio Meade (18 %), y Ricardo Anaya de Por México al Frente (17 %). La independiente Margarita Zavala se encuentra en un remotísimo tercer lugar con 3.4 %. Hay que agregar que López Obrador ha subido su intención de voto en 11 % en los últimos meses mientras que sus rivales han descendido.

El carisma de Andrés Manuel y el ascenso de Morena también están impulsando al candidato a gobernador Luis Miguel Barbosa. Si comparamos los resultados electorales que obtuvo Abraham Quiroz, candidato a gobernador de Morena en 2016 (9.5 %), con las intenciones de voto de Barbosa en el momento actual (33 %), observamos que la marea impetuosa de Morena es significativa. La palabra tsunami la he tomado de uno de los medios locales que usa tal sustantivo para designar la avalancha de intenciones de voto que tiene la fuerza política encabezada por López Obrador. Ciertamente en esa avalancha contribuyen los aliados de Morena (PT y PES), pero es innegable que ambos partidos se verán beneficiados con el ímpetu a nivel nacional que el primero de los partidos está mostrando. La novedad en esta encuesta es que Martha Erika Alonso aparece con 30 % y Enrique Doger con 25 %, lo cual hace aparecer al PRI en una situación menos mala que la que hemos advertido en los últimos tiempos. En términos estadísticos, entre Luis Miguel Barbosa y Martha Erika Alonso existe un empate técnico. Pero resulta significativo que no es esta la primera encuesta en la que, en un empate técnico entre Barbosa y Alonso, el primero se encuentra arriba de la segunda.

Una eventual derrota de Martha Erika Alonso frente al senador Barbosa tendría implicaciones de largo alcance. Es un lugar común decir que la candidatura de Alonso implicaría la continuidad del poder de Rafael Moreno Valle. Y la continuidad del poder del exgobernador implica la consolidación de una estructura regional de poder similar a la del avilacamachismo. Rafael Moreno Valle desplegó un estilo personal de gobierno marcado por el autoritarismo atrabiliario. Sus manos han sido tan largas que ha colonizado a la inmensa mayoría de los partidos en la entidad. Con mucha incomodidad observamos cómo los otros dos poderes (el Legislativo y el Judicial) se plegaron a los designios del gobernador. No es exagerado decir que en estas elecciones se está jugando la continuidad de un Maximato regional o la ruptura con este. En ese sentido, el triunfo de la coalición encabezada por Morena iría más allá de una mera alternancia de partidos en el Gobierno.

Pero volvamos al precepto gramsciano. En este momento Morena y sus aliados no han ganado nada en términos electorales. Solamente, al calor del hartazgo ciudadano en todo el país, están navegando con un poderoso viento en popa.


Carlos Figueroa Ibarra

Sociólogo. Profesor investigador en el Posgrado de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP. Actualmente secretario nacional de Derechos Humanos, Comité Ejecutivo Nacional de Morena.

La travesía del salmón


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