Millonarios socialistas

-Edgar Rosales / DEMOCRACIA VERTEBRAL

Para los ultraconservadores parece que la ideología que sustentan no siempre resulta muy sustanciosa. No basta con exponer los argumentos que le dan forma a su creencia, sin duda porque carecen de la misma. Para ellos es imprescindible pelear contra «el demonio» socialista, según vemos en los escritos de gente como Andrés Oppenheimer, Carlos Montaner o Armando de la Torre. Nada de lo que digan puede sostenerse, si no sacan a bailar a su gran enemigo. Queda la impresión de que para ellos nunca cayó el muro de Berlín y que la ex Unión Soviética jamás propició su suicidio.

Pues bien, en ese afán de combatir al monstruo, han llegado a plantear una lógica insostenible, la cual se puede traducir en que es impensable que un socialista alcance la comodidad que ofrece el acceso a ciertos bienes de consumo. Para ellos, alguien que profese ideas colectivistas forzosamente debe ser un fachudo, planta de hippie y apestoso.

Pero en los últimos meses esa embestida ha derivado hacia extremos ridículos: «los socialistas critican al capitalismo, pero se valen de Facebook y Twitter, a pesar de que son inventos capitalistas», afirman más o menos. Es decir, consideran que el socialismo solo puede ser legítimo si sus prosélitos van acompañados de una especie de franciscano voto de pobreza.

Lo que acusa extrema pobreza es ese tipo de «argumentos». Tan pobres como la incapacidad de estos ultranconservadores de distinguir los distintos matices que caracterizan al esquema socialista. Para ellos no hay distinciones perceptibles entre comunistas, socialistas del siglo XX o del XXI y socialdemócratas. Incluso, en algún momento de la historia llegaron a ubicar a los movimientos socialcristianos como sinónimos de comunismo.

Del mismo modo que no pueden aceptar que Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Alaska o Sting despotriquen contra el sistema al tiempo que se hacen millonarios. Sin embargo, repito, disponer de recursos (así sean abundantes) y tener conciencia de clase no son hechos contradictorios. Incluso, la mayoría de los grandes líderes socialistas del siglo pasado no tuvieron un origen precisamente proletario. Y no necesitaron llegar al poder para hacer dinero, pese a las diatribas que la Revista Forbes ha armado para desprestigiarlos, especialmente a Fidel Castro… y que, a falta de argumentos, la mayoría de libertarios han abrazado como hechos verdaderos.

Los antepasados de Salvador Allende, el presidente chileno derrocado por los militares en 1973, eran de origen vasco y se les reconocía como una destacada familia aristocrática del país austral. En su biografía se lee que sus amigos le apodaban pollo fino, debido a su alta posición social y el cuidado con que se vestía, contrastando con la mayoría de sus compañeros.

Y su más temido demonio, Fidel Castro, nació en la finca de su padre, quien provenía de una familia humilde pero logró alcanzar una sólida posición económica. Ahí vivió en medio de muchas comodidades, razón por la cual los ultraconservadores no logran asimilar el hecho de que aquel niño rico llegara a erigirse en una figura trascendental para las luchas populares en Latinoamérica.

Y regresando un poco en el tiempo, encontramos a Vladimir Ilich Lenin viniendo al mundo en 1870, en un hogar donde el padre simpatizaba con el zar Alejandro II, era inspector escolar de la provincia, cargo que en la Rusia imperial tenía la categoría de pequeña nobleza. Es decir, nada en su ambiente infantil lo vinculaba con las demandas de la clase trabajadora que años más tarde llegó a liderar.

Guatemala también ha sido cuna de importantes líderes sociales de origen acomodado. Un claro ejemplo es Jacobo Árbenz, cuya familia se consideraba de la clase alta en Quetzaltenango, donde su padre, Hans Jakob Arbenz Gröbli, de origen suizo, tenía una farmacia. Su madre era descendiente de una familia que había sido accionista del entonces importantísimo Banco de Occidente. Y la esposa de Árbenz, María Cristina Vilanova Castro, originaria de San Salvador, era hija de padres de clase alta y ascendencia alemana, tanto así que fue educada en prestigiosos colegios de Europa.

Otros ejemplos de guatemaltecos comprometidos con causas sociales, no obstante su origen opulento, son los de Alberto Fuentes Mohr y Manuel Colom Argueta, de tendencia ideológica socialista democrática. El primero de ellos realizó sus estudios primarios en Francia y Marruecos, pero no tuvo objeción en continuarlos en el Instituto de Varones de Occidente -INVO- , donde se graduó de bachiller en ciencias y letras. El segundo provenía de una familia en la que el mayor de los hermanos, José, se dedicaba exitosamente a la caficultura.

Estos casos, ilustrativos de lo que muchos libertarios de corta entendedera no logran asimilar, nacen de la conciencia de personas como las aquí mencionadas, quienes identificaron que las actitudes, costumbres y sobre todo, la supremacía que sus familias ejercían en perjuicio de los menos favorecidos, eran cuestionables y no se sentían identificados con ellas.

Un poco, quizá, como la conciencia de clase que definió Marx, solo que al revés: «la capacidad de los individuos que conforman una clase social de ser conscientes de las relaciones sociales antagónicas -ya sea económicas, políticas,sociales, etcétera- que se aducen siendo la condición original de la organización de una sociedad de clases y de actuar de acuerdo a ellas para beneficio de sus intereses».

Aprovecho este espacio para rendir homenaje al Dr. Alberto Fuentes Mohr, quien fue cobardemente asesinado el 25 de enero de 1979, en la avenida La Reforma, frente a la Escuela Politécnica. Él señalaba que: «El socialismo democrático tiene como objetivo fundamental la realización y afianzamiento constante de una democracia política, económica y social. Para adelantar sus propósitos emplea los instrumentos que de acuerdo con la realidad de cada país, conduzcan a distintos grados de transformación de la sociedad capitalista o a su sustitución total por un sistema socialista».

Mi respeto eterno a líderes que, como él o los antes señalados, desecharon una vida de comodidades e, incluso, llegaron a ofrendar su vida en aras de construir una sociedad mejor. ¡Loor a ellos!


Imagen principal por Edgar Rosales, a partir de fotografías tomadas de internet.

Edgar Rosales

Periodista retirado y escritor más o menos activo. Con estudios en Economía y en Gestión Pública. Sobreviviente de la etapa fundacional del socialismo democrático en Guatemala, aficionado a la polémica, la música, el buen vino y la obra de Hesse. Respetuoso de la diversidad ideológica pero convencido de que se puede coincidir en dos temas: combate a la pobreza y marginación de la oligarquía.

Democracia vertebral

6 Commentarios

Antifalacias 18/04/2021

Rebuscada justificaciòn rodeada de ad-hominen para explicar porque Los «grandes lideres del comunismo» son millonarios. Se traduce en has lo que yo digo, pero no lo que yo hago. Lamentable.

Hermen 15/09/2020

El marxismo afirma, «la forma en que vive el hombre, determina su forma de ser y de pensar; la existencia social determina la consciencia social». ¿Está el marxismo equivicado, o el artículo pretende justificar la conducta de los socialistas que lucran con la pobreza?

Si el marxismo se equivoca, no es necesario ponerlo en práctica; si el artículo justifica la riqueza de los socialistas, es falaz. Entonces, un estadista que condena los privilegios, pero vive en la opulencia, es una total contradicción, solo un sofista trataría de salvar esta incoherencia.

Luis 17/07/2020

Se habla del «socialismo democrático» ¿Acaso necesita un adjetivo? ¿O es que hay que ponérselo porque el Socialismo a secas es sinónimo de DICTADURA? Efectivamente así es. El Socialismo es el reparto equitativo de la pobreza, y presupone un estado totalitario donde no puede existir Libertad, pues si existiese alguno podría disentir de sus postulados.

La prueba de que el Socialismo es un sistema que no sirve, es que allá donde se ha puesto en práctica ha llevado al país o región a la pobreza más absoluta, el fin del comercio, el fin de la Libertad y el fin del bienestar social. Los ideólogos siempre hablan de premisas que son muy bonitas sobre el papel, pero que luego son imposibles de llevar a la práctica pues no tiene en cuenta el factor humano, cuya tendencia natural es la de diferenciarse del resto y por supuesto buscar su bienestar personal, por encima del colectivo.

Y sí, todos los dictadores «socialistas» son millonarios, pues siendo conscientes de que el sistema «no sirve», y de que más pronto que tarde se acabará, hacen acopio de los pocos recursos que les de el Estado para largarse corriendo a poco que las cosa pinte en bastos. Buenos ejemplos son la familia Castro en Cuba, o la de Maduro en Venezuela, pero hay otros casos incluso en países democráticos como España, donde vemos a un Felipe González, expresidente socialista, y cuya fortuna se calcula en varios cientos de millones de euros. O José Bono, ex-ministro socialista. Ejemplos en España los tenemos a cientos.

El Capitalismo carece de ideología escrita, pero allá donde se impone hay una tendencia al bienestar social y que los ricos sean muchos más ricos, y los pobres menos pobres. Pero el Socialismo en cambio teoriza sobre «cómo deben ser las cosas», pero termina llevando a las sociedades de más a menos, acabando con los ricos (excepto los líderes del partido) y haciendo a los pobres mucho más pobres.

Victor Mazariegos 04/07/2018

Bnos dias, interesado en conocer más de la vida de JACOBO ARBENZ GUZMAN. Consulto sobre la información que acá se comparte, relacionada a los origenes de la fortuna de este personaje. Agradeceré referencias. Slds. cordiales.

Edgar Rosales 23/01/2018

Muchas gracias por el comentario Ramiro Mac. Así es: tenemos que fortalecer esfuerzos para poner las cosas en su lugar. Saludos cordiales

Ramiro Mac Donald 23/01/2018

Excelente aporte, gracias por este análisis tan certero y necesario en estos momentos de posverdad. Hay que desmantelar el discurso de los ultraconservadores y miopes de este país.

Dejar un comentario