Miguel Ángel Asturias y su teatro

Jaime Barrios Carrillo | Teatro / TABLAS

La académica Lucrecia Méndez ha sido de las pocas en estudiar el teatro de Miguel Ángel Asturias y ha llegado afirmar: «Miguel Ángel Asturias, dramaturgo, pareciera ser un autor inexistente(…). En cuanto a reseñas de representaciones teatrales de las obras del autor guatemalteco, tampoco existe material abundante o significativo por la simple razón de que no han sido puestas en escena muy pocas veces».

El teatro refleja el alma de un pueblo. Fue hace cincuenta años que, haciendo un gran esfuerzo, se puso en escena La Audiencia de los Confines (escrita en 1957). Entre las obras asturianas podemos mencionar además Soluna, Las Casas: el obispo de Dios (1971), Cuculcán (obra de juventud), Amores sin cabeza, La gallina de los huevo de oro y La adoración de los Reyes Magos.

Resulta una paradoja que el teatro nacional de Guatemala lleve el nombre de Miguel Ángel Asturias, si la máxima escena no tiene lugar para sus obras. Asturias ha recibido mucha incomprensión en su propio país, comenzando por sus forzados y duros exilios. La derecha cavernaria lo considera todavía comunista. El mayismo fundamentalista lo acusa de racista. La izquierda radical lo llamó traidor y reaccionario. ¡Estupideces del trópico!

En el siglo pasado, Hugo Carrillo, Rubén Morales Monroy y José Arce tuvieron siempre proyectos para llevar a escena las obras teatrales de Asturias, así como la teatralización de algunos de sus textos. Ya en 1966, con la participación de bailarines, coreógrafos y músicos, Hugo Carrillo montó El mundo mágico de Miguel Ángel Asturias. Esta obra dio origen a la pieza teatral El señor presidente, inspirada y homónima de la gran novela asturiana. Manuel José, por su parte, escenificó el relato Torotumbo.

Conviene recordar ahora una idea central de Hugo Carrillo: impulsar un movimiento teatral puramente guatemalteco, que fuera pedagógico y, a la vez, formativo de la identidad. Hugo puso sus prioridades en el público joven, el estudiantado de educación media, el universitario y el público infantil. Pretendía crear el gusto por el teatro desde las aulas. La visión era integral y hasta ahora irrepetible. Con la muerte de Hugo Carrillo, en 1994, el movimiento teatral guatemalteco perdió no solo a un gran impulsor, sino a uno de sus grandes creadores y al que llevaba la batuta para llevar al público la obra de Miguel Ángel Asturias.

La situación del teatro en Guatemala es difícil. No critico lo bueno, pues es poco e insuficiente, resulta lamentable que haya tan pocos elencos y ese número tan pequeño de salas, lo que no corresponde a un país de 15 millones de almas y a una capital de 3 millones y medio. La ausencia del teatro asturiano es un síntoma más del reducido potencial del teatro guatemalteco. Pero será casi imposible revalorizar a Asturias si en el fondo no se da un cambio de actitud. ¿Por qué no se podrá entender que una «escena nacional» en el centro cultural llamado Miguel Ángel Asturias no alcanzará ni madurez ni dignidad mientras se siga ninguneando al dramaturgo Asturias?


Imagen principal tomada de Siglo21.

Las imágenes que acompañan este texto fueron proporcionadas por Jaime Barrios.

Jaime Barrios Carrillo

Columnista, escritor, investigador, periodista nacido en 1954 y residente en Suecia desde 1981, donde trabajó como coordinador de proyectos de Forum Syd y consultor de varias municipalidades. Excatedrático de la Universidad de San Carlos, licenciado en Filosofía y en Antropología de las universidades de Costa Rica y Estocolmo.

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Un Commentario

Ulf Hultberg 10/05/2018

Gracias Hermano,
Muy interesante leer.
Abrazo

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