Luz Lescure | Política y sociedad / LUCES
Este tema como que nunca termina. Los centroamericanos, sobre todo los provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador, llegan por miles a la frontera sur de EE. UU., persiguiendo «el sueño americano», buscando una mejor forma de vida para ellos y sus familias.
Pero, ¿es este fenómeno nuevo? Desde que los visigodos cruzaron el río Danubio huyendo de los hunos, vemos migraciones masivas de seres humanos. Y de esta tenemos referencias, pero seguro que las hay anteriores, pues somos migrantes todos, desde siempre. Nos hemos movido de un lugar a otro en el planeta en busca de mejores tierras de cultivo y de la tranquilidad que nos permita cultivarlas sin el acecho de grupos que quieren aprovecharse. Como en la actualidad, se aprovechan los más pudientes de los indocumentados para realizar trabajos que a ellos les resulta más cómodo que otros los hagan.
Además, es cierto que la política antiimigración es una política antipobres, pues, los que pueden, van a nuestros países en avión e invierten su dinero (muchas veces mal habido) en empresas nacionales. A esos, a pesar de ser migrantes, no se les considera ilegales y se les da un trato especial.
La verdad sea dicha: si no migraste tú, migró tu papa, tu abuelo o alguno de tus antepasados. Este fenómeno de la migración nos involucra a todos. Como dijo el gran Saramago «que tire la primera piedra quien nunca haya tenido manchas de emigración ensuciándole el árbol genealógico». No creemos que sean manchas, simplemente es inherente al ser humano partir tras un sueño de paz y prosperidad.
Hay quienes afirman que nuestro ADN fue modificado en África y de allí partimos a poblar la Tierra, hasta convertirnos en el Homo sapiens que somos hoy en día.
Y caminamos, nos peleamos unos contra otros, nos cambiamos de lugar y evolucionamos. Siempre hubo algunos más evolucionados que otros, esos se enamoraron o sintieron deseos por gente de otras especies de humanos, por eso nos mezclamos.
Y nos seguimos mezclando y seguimos andando. Y eso no va a parar hasta que hayamos conseguido la máxima evolución y eso será dentro de varias centurias.
No importa que las políticas de algunos Atilas de esta época hagan ver a todos los migrantes como sucios, feos, hediondos y mal vestidos. Los romanos (para conocimiento de aquellos menos curiosos que yo) consideraban bárbaros a quienes no hablaban bien su idioma (y hablaban br-br-br-br por eso les llamaban bárbaros), a quienes tenían otras costumbres higiénicas y otras comidas. O sea, para ser un ciudadano considerado parte de una cultura, tienes que hacerla tuya. Caminar, hablar, comer y sentir como una persona de esa cultura. Y, sobre todo, tienes que hacerte el fino, pues esos, solo esos, entran al «reino de los cielos». ¡Ay y cuantos maleantes y corruptos habrá entre ellos!
El fenómeno ese que vemos hoy en día afecta solo a los más necesitados del planeta, a esos que no viajan en avión ni poseen miles de dólares para invertir en una empresa en otro país. A los que dividen y hasta matan es a los indigentes, a los que no se bañan, a los que no saben comer como lo hacen los de la cultura que prevalece en ese lugar adonde migras.
Qué pena ajena que da, por los miles de migrantes que están, en estos momentos, sufriendo por la persecución de un sueño, que al final, no es más que un sueño. Pero ese sueño es el que nos ha hecho crecer como especie y asentarnos en lugares hostiles y ser seres humanos con alas y pezuñas.
Luz Lescure

Poeta, escritora y académica panameña. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha publicado los poemarios Volvería ser mujer, El árbol de las mil raíces, Añoranza animal, La quinta soledad y El mundo es un silencio. También los libros de relatos El obelisco de mi abuelo y La sonrisa de la primavera. Publicó La práctica diplomática, libro académico utilizado en universidades centroamericanas.
Correo: luzlescure@hotmail.com
Un Commentario
Muy acertado texto para el drama que actualmente viven muchas personas que tienen que migrar a pesar de que el turismo oficial dice que Guatemala, El Salvador y Honduras son lugares maravillosos con una geografía fantástica; lugares paradisiacos donde cualquier extraño quisiera vivir! Paradojas de la vida o cinismo puro!
http://www.manuelgiron.ch
Dejar un comentario