Enrique Castellanos | Política y sociedad / ENTRE LETRAS
Desde siempre y ahora, es recurrente escuchar frases como: «yo no estoy en política», «nosotros no participamos en política», «fulano de tal sí que está metido en la política». O, afirmaciones como: «yo no soy político», «nuestra asociación es apolítica», «una cosa es participar y otra la política»; etcétera.
La interpretación de dichas frases lleva a pensar que hay un distanciamiento prefabricado entre las distintas formas de participación de la población en términos generales y la participación de esa misma población en partidos políticos. La idea que se tiene de participar en el ámbito social es muy distinta a la del ámbito político. Y solo pocas veces se encuentra una relación o conectividad entre los dos campos.
Por supuesto que estas ideas sobre la participación en política no son construidas después de profundas reflexiones, o largas charlas discursivas entre grupos, o familias, o amigos. Son simplemente el resultado de una forma de pensar moldeada desde el antojo y deseo de las élites dominantes del país.
Mientras menos pensante es una sociedad, más vulnerable es por parte de quienes controlan el poder. Lo peor de todo es que no nos damos cuenta de esos hilos detrás. Y las élites lo saben, y lo han sabido hacer tan bien que han dispuesto todo de modo que parezca natural. Al grado que, cuando se nace, se piensa que se tiene ya una ruta delineada y simplemente hay que seguirla porque es lo natural, lo dado, lo establecido.
Hasta hoy, en lo que va del siglo, los indicadores de desarrollo sitúan a Guatemala en un atraso desmesurado, oprobioso, ignominioso. No hay medida para tanto sufrimiento, para tanto dolor, para tantas vidas perdidas a temprana edad. Para tanto talento extraviado. Doloroso resulta verse de cara en contraste con las condiciones de vida de unos pocos. Entonces, ahí se expresa el triunfo de las élites. Ese pensamiento de hegemonía y dominación que han traducido literalmente en control, fragmentación, división, conformismo, acomodo, conveniencia para sí.
Otras formas más sutiles pero más profundas en su impacto, es el miedo. La sociedad guatemalteca tiene miedo, padece de miedo. Esa sensación de miedo a la obscuridad. De no saber lo que viene, lo que hay enfrente. De saber que un peligro nos asecha. Miedo a salir dañados.
Por otro lado, también somos escépticos. Desconfianza en todo. Cuesta cobrar confianza en lo que se hace. El recelo omnipresente inunda todas las esferas de la vida nacional y cotidiana personal. Este es otro de los grandes logros de las élites dominantes. Lograr que la sociedad sea escéptica, que crea y confíe solo en aquello que los beneficia e ellos.
Tomando en cuenta lo anterior, una opción que tenemos es hacer e impulsar procesos serios de formación política. Educarnos políticamente equivale a conceptualizar a la política desde la dimensión científica y revalorando la experiencia acumulada de quienes no han tenido la oportunidad de estudios académicos.
Por ejemplo, suele llamarse educación política a aquellas acciones o procesos en los que se toma contacto con temas relacionados al hacer político o a la ciencia política, y que al abordarlos de manera seria y mediante metodologías adecuadas pueden entenderse, comprenderse y profundizarse en la esencia de sus planteamientos, propuestas y apuestas.
De esa comprensión, puede pasarse al debate de los mismos y arribar a acuerdos o identificar desacuerdos. Parte consustancial a la educación política debe ser la apertura (saber escuchar), la tolerancia (práctica del respeto), la crítica propositiva (criticar y disentir con información y argumentos).
Cuando las personas se relacionan con y en procesos serios de educación política, tienen ante sí la posibilidad de poner a prueba sus propias ideas, constructos y visiones sobre la realidad, la vida, la historia y los distintos temas que se abordan desde diferentes ámbitos. Se enriquecen, además, las visiones respecto de la sociedad misma, se toma conciencia de problemas fundamentales, causas, efectos y alternativas de solución.
Un adecuado proceso de educación política es esencial para llegar a conocer aquellos elementos, fenómenos y problemáticas que aquejan a una sociedad determinada y estar en condiciones de plantear propuestas para la resolución de los mismos. En Guatemala, la educación política es de vital importancia, particularmente cuando se hacen esfuerzos por construir la democracia. El cimiento de una democracia verdadera, en mucho, está dado por el grado en que su ciudadanía ejercita su participación.
Fotografía principal tomada de Instagram.
Enrique Castellanos

Educador popular, promotor del desarrollo. Voluntario de cambios estructurales y utopias.
2 Commentarios
Muy acertado.
Excelente‼️
Saludos.
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