Rita Ma. Castillo | Arte/cultura / SOMOS ARTE
Hace un par de semanas me contactó un cliente nuevo que necesitaba unos murales en un hotel y estuvimos platicando para acordar precio, tamaños y demás detalles para el trabajo. Luego de darme todos los detalles, su primer comentario con sabor a advertencia fue: «espero usted sí me salga bien, porque trabajar con artistas es complicado», y no tienen idea de lo común que se ha convertido esta frase. A las empresas y proyectos no les gusta trabajar con artistas, no todos, aclaro, porque tampoco quiero generalizar, hay empresas que valoran mucho nuestro trabajo y lo respetan, pero lamentablemente son muy pocas, y cuesta mucho a veces abrirse paso y lograr que te respeten y valoren el trabajo que haces. Muchas veces es porque no ven el arte como una profesión, pero más importante creo que es porque como artistas estamos divididos, ni nosotros nos respetamos, ni respetamos los espacios de los otros, ni su historia, mucho menos su trayectoria. No nos damos cuenta de que mientras no aprendamos a respetarnos, colaborar y trabajar juntos, el artista siempre seguirá siendo poco valorado.
Fui contratada en este proyecto que les comenté porque la persona que lo estaba hacienda desapareció, dejo el proyecto vendido, y yo llegué a terminarlo. Este proyecto está en el interior de la República, por lo que requería que me fuera toda la semana para allá y el fin de semana regresar a descansar a mi casa. El último fin de semana, justo antes de terminar los últimos murales, me vine a descansar, como lo había estado haciendo, y el lunes, al regresar, me encuentro con que dos de mis espacios asignados ya estaban pintados (el desaparecido, apareció). Debo confesar que sentí mucha molestia, porque no solo significaba que me había acortado el trabajo que me fue pagado, sino que me tocó reorganizar los muros y cambiar estrategias. Eso me dejó pensando mucho, porque así toca muchas veces, no respetamos los espacios de los demás. Nuestra conveniencia sobrepasa el respeto del espacio ajeno, no solo dejamos mal el ser artista, sino que, con esas acciones, reforzamos los estereotipos que tienen de nosotros. Muchas veces nos tachan de irresponsables, arruinamos los planes de los demás, y lo irónico es que así exigimos respeto a lo que hacemos.
Tan bonito que es cuando lográs tener un trabajo en equipo o una sociedad con otros artistas, cuando el respeto es la bandera, todo fluye, cuando dejás de lado el hecho de que somos diferentes y en lugar de pelear porque sean igual que vos, aprendés que las diferencias te hacen crecer y que podemos mezclarnos, asociarnos y crecer. Sin pasar encima de nadie, sin demeritar el trabajo de otro, sin arruinar lo que otro ha construido, o su esfuerzo. Mezclar sin arruinar es para mí la fórmula de trabajo perfecta, donde busco cuidar el interés común y ver cómo hago que los dos podamos tener oportunidades, sin robar trabajo, sin demeritar al otro.
Respeto, cuidar el trabajo de otros, aplaudir logros ajenos, alegrarnos por las puertas que otros nos abren y también buscar abrir puertas para otros. Todos fuimos creados con un don especial, creo que cuando Dios nos formó, nos hizo a unos rojos, a otros azules, y estamos acá para llenar un espacio y hacer una historia, pero nos necesitamos. Porque si yo, como amarillo, no me mezclo, nunca podría llegar a alcanzar otras tonalidades, no podría pintar ni naranja, ni verde, seguiría toda la vida como un amarillo. Potencializarnos, porque para todos hay pared, porque para todos hay trabajo, no somos iguales pero nos respetamos.
Ese día que llegué, los botes de pintura estaban manchados porque las mezclas habían sido hechas en los botes de los colores originales, algunos manchados, otros diluidos, y eso me inspiró para hoy, porque ejemplificó justo todo lo que escribí anteriormente: el respeto que muchas veces no tenemos. Porque mucha de esa pintura se echó a perder y fue pérdida de dinero para el cliente y de mi tiempo, porque me tocó limpiar y arreglar lo más que se podía y no es justo. Esta no es una queja, honestamente me enseñó mucho, porque de esas experiencias va aprendiendo uno cómo debe mejorar, procurar que mis acciones personales y profesionales no afecten a otros.
Por más espacios compartidos, por más acciones que abran puertas a otros, por más arte, por más vida, por más proyectos para mezclarnos, claro sin arruinarnos.
Fotografía principal por Rita Ma. Castillo Rivas.
Rita Ma. Castillo

Diseñadora industrial, apasionada por el arte, con ojos curiosos, corazón colorido, coleccionista de historias, relatos y vivencias con extraños. Descubrí el arte como una herramienta sanadora, como una medicina, dicen que las cosas llegan a la vida cuando deben llegar y a mí el arte me encontró y me rescató. Vivo de eso, y amo haber encontrado mi propósito de vida en ayudar al prójimo por medio de mi tesoro, por medio de mi arte, aprendo cada día y me nutro de color, historias y trazos.
0 Commentarios
Dejar un comentario