México 2018: cambios de fondo

-Víctor Manuel Reynoso Angulo / PUERTAS ABIERTAS

Todas las encuestas serias sobre las preferencias electorales en México le dan una amplia ventaja a Andrés Manuel López Obrador sobre sus adversarios. No hay antecedentes de esta ventaja desde que hay encuestas creíbles en el país. Ningún otro político había reunido tanto apoyo popular. Es muy probable también que sea el político en la historia del país con más presencia en los medios y el que ha estado durante más tiempo en el centro de la política mexicana. Él mismo se ha comparado con tres de los grandes héroes nacionales: Hidalgo, Juárez y Madero.

El triunfo de este candidato tendrá importantes consecuencias para la vida política mexicana. Por un lado representa un cambio, al menos aparente, de las políticas que se han venido implementando desde 1982, resumidas por algunos como “neoliberales”. Daría lugar también a unatransformación del sistema de partidos vigente desde hace más de veinte años. Representa por otro lado riesgos: ha generado expectativas excesivas que no corresponden, a juicio de muchos, a los medios propuestos. Ha generado el temor de que mande “al diablo a las instituciones” para poder gobernar a su modo, sin los límites que imponen un poder judicial y legislativo autónomos. Los políticos que lo apoyan y sus candidatos abarcan prácticamente todo el espectro político, desde maoístas simpatizantes de Corea del Norte (el Partido del Trabajo) hasta cristianos conservadores (el Partido Encuentro Social). En medio, desde luego, un buen grupo de expriistas y un número menor de destacados expanistas.

La ambigüedad de su amplia alianza se refleja de alguna manera en sus propuestas. En algún momento sugirió amnistía para el crimen organizado, y al cuestionársele después no quedó claro en qué consistiría. Su posición ante el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México fue también ambigua, declarando primero que lo cancelaría y después que revisaría los contratos. Ha propuesto continuar con el tratado de libre comercio, pero propone también alcanzar la autosuficiencia alimentaria, que implicaría cambios radicales a ese tratado. Ha propuesto becas y apoyos económicos, pero sin incrementar los impuestos ni adquirir deuda pública. Propone acabar con lo que considera el gran problema de México, la corrupción, con un solo método: que el presidente, él, sea honrado.

La popularidad de López Obrador no parece estar en sus propuestas específicas. Parece estar ante todo en el cansancio de un amplio grupo de ciudadanos ante las opciones políticas tradicionales. El PRI está en el peor momento de su historia, después de un sexenio que ha mostrado ineficiencia y corrupción, en el gobierno federal y en muchos gobiernos estatales. El PAN no entregó buenas cuentas, ni desde la presidencia ni desde las gubernaturas.

Contrariamente a lo que esperaba, siguiendo la lógica de la primera ley de Duverger, que el candidato en tercer lugar se desplomara para dar lugar a una fina entre dos, la disputa en esta elección ha sido por el segundo sitio. Mientras los candidatos rivales de López Obrador, Ricardo Anaya por el PAN-PRD-MC y José Antonio Mead por el PRI y aliados, se disputaron el segundo sitio, López Obrador creció. Desde el gobierno federal, concretamente desde las acusaciones de la Procuraduría General de la República contra Anaya, se ayudó a esta dinámica. Puede cambiar en la jornada electoral, cuando los electores se decidan por el segundo lugar, Anaya en este caso, aunque a poca distancia de Mead.

Según las mismas encuestas, MORENA, el partido de López Obrador, tendrá una cómoda mayoría en los congresos federales. Con sus dos partidos aliados, PT y PES, podrá alcanzar mayoría absoluta. Pero no es claro que la unidad de fuerzas tan diversas se mantenga, cuando se traten problemas específicos. La diversidad de la alianza obradorista se ha mantenido hasta ahora porque tiene un objetivo común: ganar las elecciones. Pero a la hora de gobernar no es claro que esta alianza se mantenga. Aunque buena parte de esta alianza parece añorar los tiempos del PRI del siglo XX, del partido hegemónico, no es fácil que ese viejo presidencialismo se pueda reeditar. Más si no hay una agenda clara.

También es una incógnita qué pasará con los partidos opositores a la alianza de MORENA. A principios del siglo había un tripartidismo claro: PRI, PAN y PRD tenían cerca del 98% de los diputados. Ahora difícilmente llegarán al 50%. El PRI tendrá muy probablemente el menor grupo parlamentario de su historia. Además de la mala imagen conseguida en los últimos años. Hay quien haya hablado de la desaparición de este partido, algo impensable hace seis años. El PAN terminará también muy deteriorado. Por primera vez su candidato a la presidencia no resultó de una elección interna, sino de un acuerdo entre dirigentes. El deterioro es interno y externo, entre militantes y dirigentes y ante la ciudadanía. El PRD está todavía en una situación más crítica.

La gran pregunta es si López Obrador realmente tiene un proyecto alternativo, que permita avanzar en la resolución de los grandes problemas nacionales: pobreza, inseguridad, corrupción. O si se trata de un espejismo que complicará más las cosas, dando lugar a la decepción. O si, como muchos plantean, tratará de implementar un régimen populista, centrado en el líder y dejando de lado las instituciones que lo podrían limitar.


Víctor Manuel Reynoso Angulo

Profesor investigador de la Universidad de las Américas, Puebla. Doctor en Ciencias Sociales por el Colegio de México, maestro en Ciencia Política por FLACSO México y licenciado en Sociología por la UNAM.

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