Meditaciones

-Bobby Recinos / MEDITACIONES EN ÍNDIGO

La semana pasada compartí con ustedes algunas ideas sobre las ideologías políticas, un tema que considero importante en esta era, cada vez más, de la improvisación y la desideologización. Sin embargo, cometí la descortesía de no presentarme ante los lectores de la gAZeta. En mi afán por compartir unas letras y empezar nuestra relación invisible con sentido de propósito, olvidé hablarles de quien escribe. Mala primera cita.

Hoy, ciento sesenta y ocho horas tarde, les comparto estos pensamientos preliminares.

Cuando los directores de la gAZeta me ofrecieron un espacio, de cajón me pidieron, como es normal, un nombre para la columna. Se me ocurrieron muchos, desde “La lógica de la locura”, pasando por “Rompecabezas”, “Contradicciones” y “Lo que nos dicen las abuelas”. Finalmente aterricé en “Meditaciones en índigo”, puesto que era el único nombre de entre los que se me vinieron a la mente en ese momento que evocaba la sensación de infinitud. Un lienzo sin reservas en donde todo está por conocerse. Nos obliga a pensar en algo más que sabemos está allí, pero no sabemos exactamente qué es ni donde está.

Como escritor, usualmente gravito con naturalidad hacia los temas sociales, políticos y económicos. Soy abogado y aunque charlemos de ley o derecho, el texto será siempre desplegado en atención a su relevancia social, humana. La idea, pienso, es rescatar el valor práctico de las grandes ideas. Soy aficionado de las novelas gráficas, ocupo gran parte de mi tiempo en la naturaleza, en soledad y en silencio (aunque rara vez en total silencio mental). Hago como que toco el guitalele, juego básquet, mal escribo poemas amorfos y soy vegetariano. También soy necio. Sobre todo, creo en un fluir y propósito que no se agota en la coyuntura. Nunca se agota. ¿Dije que era necio?

En todo caso, este espacio está pensado como un descanso, un oasis, de la banalidad del mundo contemporáneo y una plataforma para decir lo que otros callan, como diría la gran Irma Flaquer, acallada ella misma con traición y fuego cobarde. Y si otros callan lo que aquí se dice, presumiblemente, sería por dos razones que hasta ahora he logrado identificar:

Primero, porque avergüenza. Hablo de las cuestiones del espíritu y la liberación del alma. Como “profesional” (¿qué significa eso, en realidad?) y activista del mundo de lo político, hablar de amor, perdón, servicio o intuición es, nos dicen, un error. Pienso a contrario sensu. Este pequeño espacio opta por anteponer conversaciones que apelen al corazón, a lo emocional y, en general, a lo metafísico. La razón es básica: si nadie más está dispuesto/a a establecer la inseparabilidad de la justicia social y la espiritualidad, es un honor para mí hacerlo, pues si fallamos en recordar nuestro lugar entre las estrellas, y nuestro gran propósito, verdaderamente estamos perdidos.

Se podría decir que soy un activista de lo tangible y de lo intangible.

Segundo, porque incomoda o compromete. Me refiero ahora al comentario social, que, para que sea valioso (y válido), debe estar despojado de mentiras deliberadas, tergiversaciones o lambisconería. El comentarista de lo comunal debe ser serio y entregado sin reparo a los dictados de su consciencia, aunque le cueste la vida, pues, ¿qué es vida sin verdad?, y, ¿qué es verdad sin libertad profunda?
Vivir para quedar bien con todos, buscar aceptación plena o evitar cosechar enemigos es otra forma de llamar a la hipocresía. Quien crea en esos postulados bien haría en no dedicarse a desperdiciar su tinta o traicionar la confianza de su lector.

Así las cosas, mi prosa es romántica pero científica, campechana pero académica (lo siento), me gustan las oraciones cortas, me gusta el español mezclado con otros idiomas, me invento palabras que no están en los diccionarios (otra vez, ¡perdón!) y, la verdad, no me gustan las reglas. En síntesis, Meditaciones en índigo intentará descubrir eso que está oculto, darle voz a aquello que ha sido medrosamente silenciado, alumbrar eso que frente a nuestras narices se ha sumergido en la oscuridad de esta modernidad confundida, y, en definitiva, abrirle paso a eso que realmente importa. Para que el mundo sea un mejor hogar para los más pequeñitos.

¿Me acompañan?

Empecemos, pues, este viaje compartido, amigos, amigas, cómplices. Que juntos lleguemos a ser mujeres y hombres solidarios, críticos, sensibles y, sobre todo, profundamente libres.


Imagen de Katherine Bless

Bobby Recinos

En otras vidas fui abogado, cantante y jugador de básquet. Me gradué de derecho en la UFM y de ciencias políticas en Kyudai, Japón. Soy crítico porque estoy vivo y soy un idealista necio.

Meditaciones en índigo

3 Commentarios

Luis Pedro 08/12/2017

No me pierdo sus textos.

Fernando Zuñiga 11/09/2017

Una especial presentación que devela la personalidad del autor y las cosas buenas que nos dará en esta columna

    Bobby Recinos 08/12/2017

    Gracias maestro. Un honor.

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