-Matheus Kar / BARTLEBY Y COMPAÑÍA–
En la primera parte de este artículo se concluyó que el espacio, la frontera entre la publicidad y la información ha ido desapareciendo. Hoy en día la información o los pequeños extractos de ella pueden ser utilizados como mecanismos publicitarios y de propaganda para favorecer a ciertos sectores. En pocas palabras, la propiedad determina la orientación y percepción del contenido.
La respuesta a la pregunta planteada en la primera parte, ¿quiénes son los verdaderos clientes de los medios de comunicación?, es, en algunos casos, inimaginable. Cualquiera respondería que, por supuesto, sin ninguna duda, el televidente. Pero no es así. Los clientes en realidad son los patrocinadores y anunciantes. Aparentemente, la televisión es gratuita. Pero se ha preguntado de ¿dónde salen los fondos para financiar tantos programas mexicanos, venezolanos y colombianos? Pues de los anunciantes. Pongamos que McDonald’s decide anunciarse en el Canal XX. Hay un presupuesto para el sketch o anuncio, entonces este es transmitido en un horario pico (entre la novela de narcos y senos protuberantes, por ejemplo): el anuncio es visto por una gruesa audiencia, el patrocinador obtiene, automáticamente, futuros clientes, compradores. La televisión transforma a los televidentes en consumidores. Entonces, el patrocinador o anunciante es «el cliente», jamás el televidente o la audiencia, ni pensarlo, es un sistema hecho para el consumo, puesto al servicio de la billetera que lo pueda pagar. Y si no fuera poco, a veces los medios se restringen ciertos reportajes para no perjudicar a los anunciantes o patrocinadores. Por ejemplo, digamos que tienen planeado transmitir un documental sobre productos cancerígenos y dañinos para la salud. Pero, para desdicha de los televidentes, uno de los anunciantes, digamos un restaurante famoso de hamburguesas, está listado entre los restaurantes de comida rápida que utilizan productos cancerígenos. Para la televisora es un mejor negocio mantener al patrocinador y no transmitir el documental, que podría ser bastante iluminador para la salud de los televidentes.
Sería una pena y un mecanismo violento de hacer propaganda política si alguien lo utilizara para sacar beneficio de la población menos «informada».
Esta forma sutil de propaganda es lo que asegura la consolidación cultural del orden social, político y económico del que depende la élite. A nivel mundial, estas élites son denominadas oligarquías o familias hacendadas históricamente. En Guatemala, como lo evidencia Marta Elena Casaús Arzú en Linaje y racismo, existen 23 familias que componen el oligopolio económico-político de Guatemala, de estas 23 familias se desprenden los principales baluartes políticos que determinan la configuración cultural de la sociedad guatemalteca.
Podemos decir que 23 familias son poca cosa ante los 16 millones de guatemaltecos. Sin embargo, existen diversos factores por los cuales la población no se ve interesada o involucrada en la realidad nacional, entre las principales están la apatía, la desinformación, el aislamiento, la comunicación. Conveniencia, afinidades políticas, o criminales, o simplemente el puro y eterno desconocimiento.
Existe toda una ingeniería social para mantener al ciudadano en su papel apático, pasivo y de obediente espectador; Noam Chomsky lo define así:
la comunicación pública nos proporciona una rica e instructiva retahíla de instrucciones sobre cómo implementar el «nuevo espíritu de la época» mediante la creación de necesidades, (…) «regir la opinión pública del mismo modo que un ejército rige los cuerpos de sus soldados», e induciendo a una «filosofía de la futilidad» y a una carencia de objetivos en la vida, concentrando la atención humana en «las cosas más superficiales, las referidas en gran parte al consumo de moda». Si esto es posible, entonces la gente aceptará su insignificante y subordinada vida, apropiada para ellos, y así se dejarán de ideas subversivas, de tomar el control de sus vidas.
Chomsky cita a autores liberales, no son palabras de él.
Asimismo, Chomsky comenta en un ensayo, El control de nuestras vidas, que para las élites «si la ciudadanía, como sucede a menudo, intenta organizarse y meterse en política para participar, para presionar a favor de sus preocupaciones, entonces hay un problema. Esto no es democracia, es «una crisis de la democracia» y hay que superarla».
Guatemala ha sido conocedora, espectadora y operante de estos sucesos: el 1ro de mayo de 1954, luego que el Gobierno de Guatemala confiscará miles de hectáreas de tierra ociosa a la United Fruit Company, como parte de la Reforma Agraria, la radio Voz de la Liberación −parte de la operación SHERWOOD, patrocinada por la CIA− principió sus transmisiones clandestinas para promover el anticomunismo y para, tal como lo decían, «dar a conocer la verdad del momento político en Guatemala, los progresos irrefutables del gran Movimiento Libertador […] y le demostramos palpablemente el crimen de la dominación comunista». A este suceso histórico y sistemático se les conoce como el golpe de Estado en Guatemala de 1954. La manipulación mediática de la época coadyuvó al derrocamiento y exilio de Jacobo Arbenz Guzmán y dio fin a lo que muchos historiadores han llamado el mejor episodio de la vida política guatemalteca: la primavera democrática.
De esta cuenta, La fruta amarga. La CIA en Guatemala, investigación llevada a cabo por S. Schlesinger y S. Kinzer, relatan como la CIA y otros colaboradores, bendecidos por el presidente norteamericano Eisenhower, urdieron una clásica campaña de «desinformación» para difundir el desconcierto y el pánico en de Guatemala. Uno de los colaboradores, guatemalteco por cierto, calculó el número de radioescuchas guatemaltecos: «2 % marxistas convencidos; 13 % partidarios de Arbenz; 60 % neutrales; 23 % contrarios a la “tendencia comunista” dentro de Guatemala; y 2 % anticomunistas militantes». La misión de la CIA era: «intimidar a los radioescuchas en los dos primeros grupos, y después influir en la masa de los neutrales en el tercer grupo… e inducirlos a que se unan a la cuarta y quinta categorías».
Según Chomsky, estas prácticas no han disminuido ni se han intensificado, simplemente se han dispersado y son utilizadas bajo diferentes marcas e intereses y por aquellos que puedan financiarlas. En Guatemala los medios de comunicación cobran mayor auge de patrocinio en las campañas electorales. Los partidos políticos se pelean el espacio publicitario en los medios, cada cinco o diez minutos se es bombardeado por campañas electorales. Los políticos y politólogos saben que esta es la forma en que pueden llegar a la población y ser percibidos tal y como ellos lo desean, no como son en realidad. Atrás de todos estos anuncios se encuentran muchos intelectuales y expertos trabajando, no sería raro encontrar que detrás de estos diseños y estudios de mercado político se encuentren psicólogos.
Imagen principal tomada de Cinemablend.
Matheus Kar

(Guatemala, 1994). Promotor de la democracia y la memoria histórica. Estudió la Licenciatura en Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Entre los reconocimientos que ha recibido destacan el II Certamen Nacional de Narrativa y Poesía «Canto de Golondrinas» 2015, el Premio Luis Cardoza y Aragón (2016), el Premio Editorial Universitaria «Manuel José Arce» (2016), el Premio Nacional de Poesía “Luz Méndez de la Vega” y Accésit del Premio Ipso Facto 2017. Su trabajo se dispersa en antologías, revistas, fanzines y blogs de todo el radio. Ha publicado Asubhã (Editorial Universitaria, 2016).
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