Rosa Tock Quiñónez | Política y sociedad / PERISCOPIO
Mayo, mayo, mayo, París, mayo, cantaba el francés Claude Nougaro ante las violencias desatadas luego de las protestas estudiantiles de 1968 en la capital francesa. Nací un año después en otra latitud, crecí en otro tiempo convulso. Y aun así, nuestra generación habría de crecer a la sombra de ese año y los que siguieron. Se redefinían valores culturales, sociales y políticos a escala mundial, y las luchas en nuestras propias geografías habrían de marcarnos de una forma u otra.
Ninguno como Nougaro con su intensa poesía y mezclas de ritmos africanos y de jazz para interpretar mejor los momentos más dramáticos de ese mes.
En estos tiempos, admito, tengo la garganta un poco agria/ La Primavera Sagrada suena como una masacre/ Pero cada día que viene embellecerá mi grito/ Puede que incube un Igor Stravinski.
Acababan de asesinar a Martin Luther King en Estados Unidos, la guerra de Vietnam recrudecía, Praga se sublevaba frente al dominio soviético, en Tlatelolco el Estado reprimía a los estudiantes mexicanos antes de los Juegos Olímpicos, la represión policial se ensañaba contra los manifestantes de la Convención Demócrata en Chicago, y los movimientos revolucionarios en América Latina se alimentaban de un fervor de cambio entre la juventud para terminar con regímenes militares autoritarios e instaurar nuevos proyectos sociales que acabaran con las injusticias y la arbitrariedad.
Y te tomo París entre mis brazos llenos de fervor/ Sobre mi pecho presiono tus joyas/ Deposito la aurora en tus Tullerías/ Como rosa sobre la cama de una damisela.
Sendos libros, ensayos y revisiones de Mayo 68 se han escrito con relación al mayo parisino que ha nutrido nuestro imaginario social con imágenes de jóvenes comprometidos en alterar un orden social inadecuado a los nuevos tiempos. Y también muchos le cantaron a esta gesta, a las revueltas estudiantiles contra el establecimiento y a las cuales se unió el sector sindical que habría de paralizar al país en una huelga general por casi un mes.
Al filo de la noche, medio maná, medio mendigo/ Me sumerjo hacia un puente donde asoma un estudiante.
Pero estas jornadas también se convirtieron en escenario de violencia, donde el aparato policial reprimió el alzamiento de los jóvenes estudiantes que querían cambiar moldes tradicionales en la sociedad. Una de sus principales demandas, que venía ya desde marzo de 1967 (año en que se legisló en favor del uso de la píldora anticonceptiva), era poder hacer el amor en un cuarto decente después de las diez de la noche, en igualdad de condiciones para las mujeres y los hombres. Y de allí que Mayo del 68 también se le relacione con la revolución sexual.
El joven abrumado arrancaba sus cabellos/ El joven erizado se arrancaba la camisa:/ “Camarada, ¿llevo todavía puesta mi piel/ y adentro, mi solitario corazón no es anticuado?/ Con mi bella amiga, cuando bailamos juntos/ ¿Estamos bailando o es la tierra que tiembla?/ Ya no quiero escupir en el hocico de papá/ Quisiera saber si el hombre tiene razón o no/ Si debo endosar esta garita estrecha/ Con su mano izquierda, con su mano derecha/ Sus oraciones pálidas, sus himnos carmesís/ Su pasión del futuro, su crónica amnesia”.
Cincuenta años después, entre el río antiguo y el río nuevo, como interpretara Nougaro, ¿qué queda de este movimiento? ¿Se le asume con nostalgia o como un referente de que la sociedad se debate perpetuamente entre el viejo orden, el nuevo orden y el restablecimiento del viejo orden? Es obvio que estas cinco últimas décadas han seguido despertando la pasión del futuro de nuevas generaciones que buscan, ya sea un recambio en la dirigencia política, la equidad y justicia, los derechos de las minorías, del territorio y del medio ambiente, o avances contra la corrupción y la impunidad.
Sin embargo, esa paz, ese encuentro de los polos, esa espada de la primavera que santifique nuestro hombro, como continúa la canción de Nougaro, no encuentra su justo destino todavía porque las manifestaciones contraculturales se vuelven a imponer. Sin ir tan lejos: la involución del régimen sandinista en Nicaragua, la agenda ultraconservadora trumpista, o los planes de desestabilización sin mediación oficial en pro del Pacto de Corruptos en Guatemala, luego de las jornadas cívicas de la primavera del 2015 en el país.
No hay tiempo pues para el reposo. Canten los pinzones para levantar el día/ Y nosotros, crujamos, puentes levadizos del amor.
Los versos de las canción Paris mai de Nougaro fueron traducidos libremente por Rosa Tock Quiñónez.
Fotografía por Rosa Tock Quiñónez.
Rosa Tock Quiñónez

Politóloga y especialista en políticas públicas. Nací en Guatemala y ahora vivo en Minnesota, Estados Unidos. Desde hace varios años trabajo en el sector público, dedicada a la tarea de estudiar, analizar y proponer políticas públicas con el propósito de que la labor del gobierno sea más incluyente, democrática, y fomente una ciudadanía participativa.
0 Commentarios
Dejar un comentario