Más allá de la reactivación económica

Juan Alberto Fuentes Knight | Política y sociedad / PERSPECTIVAS

Las exportaciones han sido, históricamente, la fuente principal del crecimiento económico de Guatemala, pero el estancamiento de los últimos años sugiere el agotamiento de un modelo de crecimiento económico extensivo que comenzó a impulsarse desde hace décadas. Un poco de historia puede ayudar a evaluar lo que está ocurriendo. En el siglo XIX, lo que dinamizó a la economía fueron las exportaciones de café, a las cuales se unieron las exportaciones de banano a principios del siglo XX. A mediados del siglo XX comenzaron a diversificarse las exportaciones tradicionales, y al café y al banano se unieron las exportaciones de algodón, carne y azúcar. En la década de 1960, la creación del Mercado Común Centroamericano dio lugar a exportaciones de algunos productos industriales sencillos, al amparo de una protección arancelaria bastante menor a la del resto de América Latina.

Luego, a partir de los 80 comenzaron a crecer otras exportaciones no tradicionales, incluyendo especialmente verduras y textiles, que aprovecharon el acceso libre al mercado de Estados Unidos, en particular. Ya para entonces también se había desarrollado, en alguna medida, el turismo, aunque la guerra interna impidió que creciera en mayor medida. Y hacia fines del siglo XX comenzó a desarrollarse la palma africana y la minería, con un impacto ecológico y humano muchas veces negativo.

Todo este proceso puede caracterizarse como un desarrollo «aditivo». Así lo calificó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) desde la década de 1970, cuando comenzaba. El banano fue agregado al café; el azúcar, carne y algodón al banano y al café; y la incipiente industria de exportación centroamericana se añadió a estos sectores tradicionales. Hasta allí llegaba entonces. Posteriormente se unieron a los anteriores las exportaciones de textiles y vegetales, así como el turismo, y más recientemente, la palma africana y algunos minerales. Solo el algodón desapareció. Se trata de una diversificación que puede concebirse como algo positivo, pero ha tenido serias limitaciones.

En particular, no hubo una transformación productiva mediante la cual antiguos productos fueran reemplazados por nuevos productos y servicios, tecnológicamente más complejos, de alto crecimiento y cada vez con más valor agregado, que significaría crecientes salarios y crecientes ganancias. Aunque existen casos de empresarios innovadores, todavía son una minoría, y la evidencia de los últimos años sugiere que su crecimiento ha sido modesto. Lo que los datos indican, más bien, es que aumentó la variedad de bienes y servicios adicionales, pero sin mayor desarrollo tecnológico, sin poder dar ese «brinco» transformador; persiste el desarrollo «aditivo». El hecho de que la productividad laboral se ha mantenido virtualmente constante desde hace años refleja que se trata de una actividad económica extensiva en el uso de tierra, de recursos naturales y de mano de obra, pero no intensiva en el uso de tecnología. El agotamiento de este modelo de crecimiento económico extensivo puede considerarse un fracaso empresarial.

El contraste con un país como Corea del Sur, o incluso Costa Rica, es notable, ya que ambos países también reforzaron su esfuerzo exportador con base en textiles, pero gradualmente desarrollaron otras industrias como la automotriz y la electrónica en Corea, o la electrónica y el turismo con orientación ecológico en Costa Rica. Ambos países terminaron abandonando la producción local de textiles, especialmente la de bajo costo y tecnología estable, por no tratarse de un sector generador de salarios y ganancias crecientes.

Se pueden identificar al menos tres indicadores de este agotamiento del modelo de crecimiento económico extensivo en Guatemala. Primero, las exportaciones de bienes se han estancado. Aunque aumentaron significativamente durante la primera década de este siglo, dejaron de crecer entre 2011 y 2018. Los datos lo demuestran. En el 2001 las exportaciones ya habían superado los USD 4 millardos y luego se duplicaron hasta alcanzar USD 10.5 millardos en 2011. Pero ¿qué pasó el resto de la década? Aumentaron a solo USD 11 millardos en el 2018.

Segundo, el turismo y el total de servicios exportados también se estancaron. Las exportaciones de servicios de Guatemala incluyen principalmente al turismo. También aumentaron, con creces, entre el 2001 y el 2011. Pasaron de generar USD 0.8 millardos a USD 2.2 millardos, casi cuadruplicando su valor durante ese período. Pero, ¿qué pasó entre 2012 y 2018? Crecieron, pero muy poco: pasaron de USD 2.2 en 2011 a 2.8 millardos en 2018.

El estancamiento de las exportaciones totales de bienes y servicios demuestra que se agotó el modelo de crecimiento económico extensivo.

Tercero, hubo un verdadero auge de las remesas, que lamentablemente es un espejo de nuestro fracaso económico. Refleja la incapacidad de centenas de miles de compatriotas de encontrar un empleo con una productividad laboral relativamente alta o creciente. Las remesas aumentaron de 0.6 a 4.4 millardos entre 2001 y 2008, pero no se estancaron en el período subsiguiente. Volvieron a aumentar hasta llegar a 9.4 mil millones en 2018. Ya casi alcanzaron a las exportaciones totales de bienes, y a ese ritmo de crecimiento, de alrededor de un millardo de dólares adicionales por año, podrían superar a las exportaciones para este año, el 2019. Es la misma tendencia que existe en El Salvador, donde a partir de 2016 las remesas tienen un valor mayor que las exportaciones totales de bienes.

En estas condiciones no se puede hablar simplemente de una «reactivación» económica, basada en un «clima de negocios» favorable. Debe impulsarse un cambio profundo que tiene que ir mucho más allá de la «activación» de sectores que se caracterizan por una productividad mediocre. Resulta obligado activar nuevos sectores o transformar los existentes para que incorporen ciencia y tecnología. Corresponde incorporar tecnología, equipo, infraestructura y nuevos métodos de gestión al sector agrícola no tradicional para que los trabajadores guatemaltecos tengan la misma productividad que ya tienen sus compatriotas, como migrantes, en los campos agrícolas de California, Florida o Quebec. Hay que preguntarse por qué los mismos trabajadores guatemaltecos tienen una productividad diez veces mayor allá que aquí en Guatemala. Corresponde modernizar el turismo para que sus servicios tengan la más alta calidad mundial y puedan atraer a ciudadanos de todo el planeta, incluyendo a India y China; son gigantes con clases medias emergentes que comienzan a viajar por el mundo entero. Y no le asignemos toda la responsabilidad al Estado. Se trata de un desafío no solo de políticas públicas; también es un desafío empresarial de grandes proporciones, no solo para ser innovadores y aumentar su productividad sino también para contribuir a que el conjunto de guatemaltecos pueda aumentarla.

Fuente: Banco de Guatemala


Juan Alberto Fuentes Knight

Economista guatemalteco.

Perspectivas

Correo: fuentesknight@yahoo.com

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