Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / PARADOXA
Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir
para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de hemiplejía moral.
José Ortega y Gasset
La frase inicial del filósofo español Ortega y Gasset utiliza un término acuñado por él mismo, justamente en el prólogo para la versión francesa de su obra La rebelión de las masas, publicada en mayo de 1937, es decir hace más de ochenta años. El neologismo hemiplejía hace referencia a las personas que padecen de la parálisis motora en la mitad de su cuerpo,entonces, al hablar de hemiplejía moral, se realiza una crítica severa de quienes, autodeterminándose dentro del pensamiento político de la derecha o de la izquierda, son totalmente incapaces de pensar de una forma extensa, reflexiva, más allá de la etiqueta de su ideología. De esto hemos tratado de hablar previamente, al denunciar una polarización limitante y hasta cierto punto absurda, que ha llevado a una gran cantidad de guatemaltecos a autodefinirse de derecha o de izquierda, muchas veces en el extremo de la ignorancia completa de lo que esto pueda llegar a significar. Las pugnas, los insultos y las riñas brotan inmediatamente en las redes sociales cuando alguien se autodefine de alguna forma. Es importante reparar que para Ortega y Gasset este tipo de actitud irracional, altamente emotiva, es fuertemente significante en el contexto de su obra sobre la naturaleza de las masas, pues evidencia no solo una sistemática limitación del pensamiento, sino también, desde la perspectiva de la filosofía, un planteamiento existencial de centrar la visión de la vida desde la óptica de la política, cuando en efecto debería realizarse desde la óptica de la filosofía, que es el sustrato auténtico y verdadero en la esencia de la humanidad.
Al margen de posibles honduras filosóficas al respecto de quién va primero o de cuál es la esencia última de la existencia humana, aconteció en mi vida personal que, de forma muy próxima en el tiempo, pero en distintos ámbitos, una compañera de trabajo y uno de mis hijos me hicieron una pregunta muy similar, en torno de qué significaba, en pocas palabras, ser de izquierda o ser de derecha. Aunque los motivos y los intereses de cada uno eran muy diferentes, por su condición y los móviles específicos, me llamó la atención que existieran preocupaciones sobre de qué exactamente se hablaba al referirse a este tipo de calificativos en el pensamiento político. De trasfondo, por un lado, una discusión en el ambiente laboral sobre cuál era la ideología que sustentaba un cierto partido político en la contienda electoral que nos ocupa, y en el otro, unos vídeos de unos señores Shapiro y Peterson, que circulan en las redes, y en particular sobre el tema del aborto y la ideología de género.
Mi respuesta fue inmediata en ambos casos, casi la misma, en la línea del pensamiento del filósofo español. Resulta que estos términos, ampliamente usados, son meras etiquetas que deberían dejar de emplearse, por resultar confusas y altamente equívocas, involucrando en todo caso un reduccionismo teórico conceptual de gran magnitud. Lo que sucede es que en estos polos se concentran varios aspectos, que aunque posiblemente estén relacionados, frecuentemente son del parecer de las personas solo de forma parcial. Al no especificarse cada uno de estos aspectos, los términos derecha e izquierda resultarán totalmente engañosos y artificiales. Como veremos, el reduccionismo deriva de querer aplastar en una dimensión lo que en realidad debe ser colocado en varias. Nadie puede dar la posición de un objeto en el espacio con solo ubicarlo en una escala numérica, se necesita de tres datos, al igual que especificar el tamaño de un cuerpo dando únicamente su volumen. En ambos casos, se trata de hechos tridimensionales, es decir, objetos en un espacio de tres dimensiones. Claro, el número de dimensiones, o factores independientes, dependerá de la complejidad del fenómeno que se estudia o se describe, y este será cabalmente el caso de un espectro político pertinente. En la imagen que sigue se muestra un modelo estándar para describir el color, el cual sabemos que puede ser configurado dentro de un modelo de tres dimensiones, desde que son tres tintas las que se usan en una impresora estándar (cian, magenta y amarillo, transformables en el código RGB u otros sistemas).
Se podría pensar que la insistencia en el uso de la polaridad izquierda–derecha está exprofesamente diseñada para perpetuar algún conflicto del pasado, lo cual no extrañaría porque nuestra historia reciente ha sido malversamente manipulada, y sigue siéndolo (caso Trump, migrantes y país seguro), resultando a final de cuentas sumidos en un pozo político del cual no terminamos de salir. Si a este hecho se agrega la fuerte dosis de estereotipos y prejuicios, infundados, el resultado será una estrategia antidiálogo practicamente infalible. En esta visión, deformada ciertamente, se presentaba a la izquierda, tipificada en su extremo como el comunismo, como el polo caracterizado por el control total del Estado, en todos los sentidos, muy particularmente en el tema de la propiedad privada y con el agravante del ateísmo como forma obligada de pensamiento personal. En contraposición, la derecha se relacionaba con la libertad y la democracia, siendo esta libertad en todos los sentidos y ejercida desde una perspectiva que permitía el credo religioso como pilar de la familia y así de toda la sociedad. Puede uno descubrir las claras intenciones de estas prédicas, provenientes de Norteamérica en el seno de la Guerra Fría que nos encerraba en un conflicto ideológico externo que nunca pudimos entender a plenitud.
Al margen de esta distorsión histórica, la primera mejora que se realizó sobre esta dicotomía unidimensional fue la de separar los aspectos de tipo económico de otros de tipo social, de forma que será posible hablar de libertades económicas en independencia de las libertades sociales o de tipo personal. Al colocar estas escalas en ejes independientes se obtiene un gráfico bidimensional, en donde cada coordenada mide por separado el grado de libertad o control de cada uno de estos aspectos. Este es el modelo actualmente más utilizado, al que muchos identifican como la «brújula ideológica» o «el espectro político», por antonomasia, aunque debe tomarse en cuenta de que es uno de lo tantos posibles, pues al variar el significado de cada eje o dimensión, se tendrá un espectro político diferente.
De lo anterior se concluye que una de las discusiones que valdrá la pena replantear es cuáles deberían ser los ejes a considerar, y es totalmente acertado que esto dependerá de la sociedad y el contexto en cuestión. Sobre este detalle estaremos ampliando en la segunda parte, pero, mientras, cabe insistir en la importancia de no reducir a una escala izquierda–derecha el panorama ideológico que una persona, o un partido político, debería asumir. En este sentido, y de forma lastimosa, en nuestro país este es un aspecto crucial que se ha dejado de lado y que, en definitiva, las nuevas reformas a la LEPP tienen que retomar.
Para que observemos la variedad que un espectro bidimensional posibilita, se muestra a continuación una imagen con la diversidad de sistemas de pensamiento político, que como veremos, tiene que ser refinado con al menos un par de dimensiones más, dado que al no hacerlo, se visualizan como cercanos dos sistemas políticos ideológicos que se encuentran en realidad mucho más distantes. Como ejemplo ilustrativo, si en la imagen última solo se usara el eje horizontal (en un modelo claramente unidimensional, como el de izquierda–derecha), los sistemas identificados como estalinismo y anarcosocialismo serían el mismo sistema político, cuando el primero es fuertemente estatista (prioriza el Estado sobre el individuo) mientras que el segundo es fundamentalmente personalista (prioriza las decisiones de tipo individual sobre la disposición genérica del Estado). El ideal a perseguir será seleccionar un número fundamental de dimensiones que explique lo suficiente y de manera adecuada la diversidad ideológica de interés, sin complicar excesivamente los modelos intervinientes, más allá de la comprensión por parte de la mayoría de la ciudadanía.
Imagen principal elaborada por Vinicio Barrientos Carles
Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.
Correo: viniciobarrientosc@gmail.com
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