La desaparición de Emil Bustamante, el 13 de febrero de 1982, fue un golpe que estremeció a toda su familia. ¿Cómo fue el proceso vivido por sus padres, hermanos -usted incluida- y esposa de saberlo desaparecido hasta llegar a asumir que no lo volverían a ver con vida?
Aquel soleado sábado 13 de febrero de 1982 fue devastador para toda mi familia, la detención y desaparición de Emil, acto cobarde y criminal de los militares guatemaltecos, provocó una profunda herida para mi madre y para mí; para ella por ser su hijo, uno de los más apreciados; para mí porque me privaron de mi hermano, el mejor, el imprescindible. Ha sido y continúa siendo una infinita herida que no cierra, que ahí permanece, que lacera, que te corroe hasta el alma. Eran cerca de las 17:00 horas de ese día, estábamos celebrando el primer año de vida de mi hija Ximena. Emil, su pequeña hija y su esposa Rosa María aún no llegaban, ante tal retraso considerable yo mostraba signos de inquietud y preocupación, era inusual lo que sucedía, mi hermano solía ser puntual en sus compromisos. Minutos después llegó Rosa María acompañada de otra persona, mostraba una mirada sombría y un semblante de preocupación; en cuanto logramos terminar algunos compromisos de la fiesta nos separamos un tanto de los niños y los invitados, Rosa María me dijo «Emil no aparece, no ha llegado a la casa, salió por la mañana y me dijo que regresaría al mediodía, no ha vuelto». «No puede ser, ¿acaso no te llamó por teléfono para decirte que se había retrasado?» repliqué. Mientras más preguntas hacía, todas recibían un fatídico no como respuesta. No podía y a la vez no quería dar crédito a lo que sucedía, sentía que el mundo se me desplomaba, me asaltaban en estampida desordenados pensamientos; sin embargo, tuve la claridad para discernir que debíamos actuar de inmediato.
Decidimos terminar la actividad y actuar con celeridad. Mis dos hermanos y yo inmediatamente empezamos a movilizarnos, múltiples gestiones realizamos en los siguientes días y semanas:
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Efectuamos búsquedas en hospitales, centros de detención y en las morgues.
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Recurrimos a los cuerpos de bomberos para obtener información sobre posibles denuncias de accidentes, atentados, secuestros, asesinatos, incendios con posibles víctimas.
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Hicimos denuncias antes jueces competentes para presentar recursos de exhibición personal.
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Recurrimos a círculos familiares cercanos o lejanos, a los amigos, a nuestros conocidos, a cualquiera que pudiera tener un vínculo con algún alto funcionario gubernamental, con algún miembro del Ejército, o con algún político importante en ese momento.
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Con contadas excepciones, los resultados siempre fueron los mismos, una a una todas las puertas de una gran mayoría de personas conocidas se cerraron, incluyendo las de las instituciones responsables de perseguir e investigar los delitos, quedándonos los familiares en un total desamparo y silencio.
Tuvimos al inicio varias expectativas de poder hacer gestiones con personas conocidas y relativamente tener confianza en contactar con algunos políticos conocidos, con la esperanza de poder lograr recuperar con vida a nuestro hermano desaparecido; sin embargo, pronto nos enfrentamos con las redes de complicidades entre los políticos y los gobernantes, luego las negativas en las instancias legales y policiales, y después las gestiones que lentamente se convertían en casi inútiles. En la medida que transcurrían los días nos empezó a cundir la desesperanza, el agotamiento y el miedo. Mis hermanos decidieron no continuar con la búsqueda, el terror hizo su labor y consideraron que debían resguardar su seguridad y la de sus familias.
Poco a poco, en aquel solitario peregrinaje frente a las estructuras burocráticas gubernamentales y militares, teniendo comportamientos y actitudes de angustia y miedo, teniendo que enfrentar amenazas sutiles o veladas de autoridades, veía y vislumbraba que no avanzaban las gestiones por tener alguna noticia de mi hermano, no había ningún resultado alentador. Muchas veces me encontré con miradas y actitudes hostiles, dudosas, que casi se traducían en preguntas inquisitoriales que perseguían una acusadora respuesta, cuando me preguntaban «¿en qué andaba metido su hermano?».
En una de tantas gestiones, un funcionario militar me dijo: “su mamá y sus hermanos ya no continúan buscando a Emil, la esposa de él no ha hecho gestiones para encontrarlo, acaso no cree que ellos son más inteligentes que usted. Todos ellos ya se dieron cuenta que es mejor dejar las cosas como están, y usted Marylena, debería pensar en que tiene una hija y tal como están las cosas, no sea que a usted le suceda lo mismo que a él». Así, de esa manera, me colocaron en la encrucijada que no me dejaba opciones. Después de debatirme en una profunda lucha interna con mis ideas, mis temores y mis profundas emociones, a los pocos meses de esa experiencia me convertí en una exilada de mi país.
A la fecha, ¿cuáles son las pruebas y evidencias que se han podido recoger respecto a dónde y quiénes le secuestraron, y luego torturaron y asesinaron?
Ese sábado 13 de febrero había una fuerte movilización militar en la ciudad capital, se habían instalado una serie de retenes controlados por efectivos del Ejército de Guatemala en diversas avenidas y calles principales, con el objetivo de continuar impulsando procedimientos de control, mediatización contra los sectores populares y las organizaciones que combatían al régimen militar. Precisamente, en la esquina donde entroncan la 27 avenida y la 20 calle de la zona 10 estaba instalado un retén militar, aproximadamente 300 metros delante de lo que actualmente se conoce como el Centro Comercial Pradera –que en ese año aún no había sido construido-, en lo que hoy se conoce como el Boulevard los Próceres. En algún lugar de Santa Catarina Pinula tenía Emil esa mañana programada una reunión con varios dirigentes de la organización en que militaba, el Partido Guatemalteco del Trabajo, y cuando se enfilaba a cumplir tal compromiso, en ese entronque fue obligado a detenerse y descender de su vehículo.
Tras un minucioso registro y procedimientos de identificación que le efectuaron, Emil fue detenido por efectivos militares de la dictadura encabezada por el general Romeo Lucas García. Con los antecedentes de haber recibido amenazas de muerte siendo director del Centro Universitario del Noroccidente y luego siendo funcionario de la Coordinación de los Centros Regionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala, se tiene la casi certeza de que en dicho registro Emil fue identificado como un maestro y funcionario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, de ideas progresistas y contrarias al régimen militar imperante, y se presume que se le ubicaron documentos pertenecientes al Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), organización donde militaba aportando su vida y sus conocimientos para contribuir al avance de la lucha revolucionaria guatemalteca. Una militante de esa organización, en un acto irresponsable, olvidó dichos documentos sin que Emil supiera que estaban ocultos en el vehículo que conducía. Tuvieron que pasar 27 años desde esa fecha para que un antiguo miembro del PGT revelara esa trama, mientras que la militante en cuestión mantuvo en secreto ese error, que previsiblemente contribuyó a la captura de mi hermano.
Muchos años después de sucedido esto, uno de los dirigentes del PGT que asistió al lugar donde acordaron reunirse, me divulgó con suficientes detalles que él y otra persona habían efectuado similar recorrido y, que al percatarse del retén militar que inevitablemente tendrían que enfrentar en el entronque mencionado, lograron con cierta efectividad ocultar algunos documentos internos del PGT, los cuales no lograron ser identificados cuando fueron obligados a detenerse y ser sometidos a los procedimientos de registro e identificación personal. Esa es la evidencia de que mi hermano Emil Bustamante previsiblemente fue detenido en ese retén militar, donde se le violentaron sus derechos como ciudadano guatemalteco, principalmente la libre locomoción, la libre expresión de sus ideas y el derecho a la vida; convirtiéndose desde entonces en un detenido-desaparecido por la dictadura militar que gobernaba Guatemala en ese período.
Mis familiares y yo nunca supimos a donde llevaron a Emil cuando lo detuvieron en ese retén militar. Sin embargo, 39 días después de su detención, ¡¡Emil fue visto con vida!!. El 23 de marzo de 1982, cuando aquellos que fueron denominados «militares jóvenes» impusieron un golpe de Estado contra el Gobierno del general Romeo Lucas García y que de inmediato pasaron a ser comandados por el pastor evangélico de ideas fundamentalistas general Efraín Ríos Montt, Emil fue visto con brutales señales de tortura, en el Cuartel General de Matamoros en la capital de Guatemala. «Él no me reconoció, yo sí lo reconocí a pesar de las heridas de las torturas», me dijo una persona que lo vio con vida en ese Cuartel, quien habiendo sido también detenido y desaparecido por efectivos del Ejército de Guatemala y sometido a proceso judicial ante los Tribunales de Fuero Especial, recibió posteriormente un indulto presidencial, habiendo sido liberado porque el Gobierno divulgó que no tenía evidencias de su participación en actividades subversivas. Esa entrevista, esa declaración directa que me hizo esa persona sobreviviente sobre la permanencia con vida de mi hermano hasta esa fecha, siempre la guardaré en el fondo de mi corazón… a pesar de que nunca aceptó hacerlo por escrito, y menos presentar un testimonio ante autoridades judiciales, muriendo el pasado año, 2017, llevándose a la tumba un testimonio invaluable.
Por eso siempre lo he dicho, lo he ratificado y lo continúo ratificando, mi hermano Emil fue víctima de acciones ilegales del Ejército de Guatemala, fue detenido por uno de aquellos siniestros grupos de militares integrantes de la dictadura militar que gobernaba hasta marzo de 1982, y luego fue torturado y desaparecido por otro siniestro grupo de militares, que violentando el orden constitucional existente, impusieron un golpe de Estado y continuaron operando la maquinaria del terror de la dictadura militar a partir de esa fecha.
¿Cuáles han sido las acciones legales interpuestas hasta ahora para lograr el aparecimiento de sus restos y juicio a los responsables?
Desde los días posteriores a la detención y desaparición de Emil, se han interpuesto diversas acciones legales ante los organismos judiciales, entre las cuales menciono aquellas que son más relevantes:
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El 2 de marzo de 1982 Rosa María Cruz López se presentó al Juzgado Segundo de Primera Instancia del Ramo Penal de Instrucción, de la capital de Guatemala, y denunció la desaparición de su esposo Emil Bustamante López. Ese mismo día 2 de marzo de 1982, Rosa María Cruz López también asistió al Juzgado Once de Paz del Ramo Penal, de la Capital de Guatemala, y presentó una denuncia de hechos relativos a la desaparición de Emil Bustamante López, proporcionando la información sobre las características físicas de su esposo y la vestimenta que llevaba el día de su desaparición, solicitando que se le diese el trámite legal respectivo. En los meses y los años posteriores a la presentación de ambas denuncias por desaparición, la esposa de Emil nunca recibió alguna notificación de dichos juzgados del Ramo Penal, donde le informaran sobre el resultado de las investigaciones efectuadas, o sobre las acciones legales que fueran conducentes con motivo de las denuncias.
Ante tal situación y para buscar mantener vigente este caso, el 17 de febrero de 1987 Rosa María Cruz efectuó una gestión y obtuvo del Juzgado Segundo de Primera Instancia antes citado, una constancia de que en 1982 había presentado la respectiva denuncia de desaparición. En los años posteriores tampoco hubo una respuesta sobre las investigaciones solicitadas, lo cual nos confirmaba lo que ya conocíamos y tantas veces habíamos denunciado, que las gestiones judiciales en Guatemala sistemáticamente eran realizadas garantizando los acuerdos secretos y las oscuras complicidades entre los poderes del Estado, construidas y entretejidas en el denso ambiente de represión y terror impulsado por las sucesivas dictaduras militares que gobernaron Guatemala la mayoría del siglo pasado.
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A través de la Organización Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), el 23 de febrero de 2006 se presentó ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ) un recurso de exhibición personal a favor de Emil Bustamante López; posteriormente y alegando no haber recibido ninguna notificación sobre su paradero, nuevamente el GAM presentó el 26 de febrero de 2008 ante la CSJ un memorial solicitando proceder a instruir un procedimiento especial de averiguación a favor de Emil Bustamante y que se otorgara mandato legal a la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) para la investigación del mismo caso. Como resultado de estas gestiones y otras efectuadas por el GAM muchos años atrás, relacionadas con la desaparición de cerca de 70 universitarios, y después de transcurridos 25 años de su desaparición, el 28 de julio de 2008 fue concedida una vista pública en la Corte Suprema de Justicia para el caso de mi hermano. En ese acto la CSJ otorgó un mandato penal a la PDH para investigar sobre este caso. En esa oportunidad tengo muy presente que expresé que mantenía mucho escepticismo y que no guardaba expectativas sobre los resultados de esas investigaciones.
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Como resultado de la creación de la Fiscalía Sección de Derechos Humanos en el Ministerio Público de Guatemala (MP), y particularmente de su Unidad de Casos Especiales, durante 2006, 2007 y 2008 se efectuaron muchas diligencias de investigación alrededor del caso de desaparición de mi hermano, entre ellas la comparecencia de diversas personas relacionadas con el caso, el seguimiento e investigación del paradero del vehículo en que se transportaba mi hermano el día de su desaparición, gestiones ante la Universidad de San Carlos, ante la Superintendencia de Administración Tributaria, ante el Colegio de Médicos Veterinarios y Zootecnistas, etcétera.
Como parte de estas diligencias, el 25 de mayo de 2007 rendí declaración ante dicha Unidad, ratificando la desaparición de mi hermano y la denuncia que fue presentada por su esposa el 2 de marzo de 1982. Habían transcurrido 25 largos años para que una instancia del Estado se dignara investigar sobre el caso de desaparición forzada de Emil. -
El 29 de mayo de 2007 comparecí ante la Unidad de Casos Especiales de la Fiscalía Sección de Derechos Humanos del MP, presentando un memorial donde solicité convertirme en querellante adhesiva en las investigaciones que se estaban realizando sobre mi hermano, para tener posibilidades de conocer oportunamente los avances en la investigación.
¿Dónde y en quiénes ha encontrado más apoyo a sus demandas y en dónde y en quiénes ha encontrado dificultades y hasta obstáculos para avanzar en ellas?
Históricamente y desde que tengo razón, en Guatemala la justicia se ha vendido al mejor postor. Mi caso es un claro ejemplo de cerrazón de las instancias gubernamentales para proporcionarme información sobre la detención y desaparición de mi hermano, de manera similar a muchísimos otros casos que vivieron otras personas y sus familiares en iguales circunstancias. En ese período oscuro en que sucedió ese hecho tan doloroso, después de realizar diligencias y preguntas incómodas en muchas instituciones y dependencias gubernamentales y militares, entrevistándome en muchos casos con personajes burócratas, grotescos, abusivos y hasta siniestros, que abusaban del pequeño podercito que les otorgaba estar al frente de alguna oficina de Gobierno; poco a poco fui sintiendo la introyección del miedo en mi cuerpo, aquel temor que me sofocaba y que tendía a paralizarme, ya fuera porque continuamente me negaban información sobre el paradero de mi hermano, fueran las actitudes hostiles con comentarios sarcásticos, o fueran las amenazas veladas para que desistiera de continuar; hasta finalmente sentirme presa del terror impuesto por la dictadura militar de que me vieran como una amenaza, una subversiva, una delincuente terrorista, por el simple hecho de exigir lo irrenunciable, el aparecimiento con vida de mi hermano.
Irremediablemente, tomé la decisión de no continuar esas gestiones, ya no pude continuar enfrentando sola a ese sistema que me ahogaba, permaneciendo en mí un sentimiento de angustia y desolación por quizá haber traicionado a mi hermano desaparecido dejándolo solo, sabía que nadie más lo seguiría buscando. La práctica del terror rindió sus frutos, se había introyectado en mí y en mis familiares cercanos, ningún lugar me resultaba seguro, sentía que la tierra perdía firmeza, en mi propio ser resentía los efectos psicológicos de esa práctica inhumana aplicada como medida contrainsurgente por el Ejército guatemalteco.
En el presente siglo, como resultado de la acción de muchas organizaciones de la sociedad civil, de la valentía y coraje de diversos jueces y funcionarios probos del MP y del Organismo Judicial, y de muchas personas honorables comprometidas con la verdad, aunque enfrentando fuertes obstáculos de los poderes fácticos existentes, la justicia ha empezado a abrirse camino en nuestro país. En los últimos años he encontrado instituciones mucho más receptivas de las demandas ciudadanas, y funcionarios comprometidos con una impartición de justicia sin sesgos ni compromisos. Prueba de ello fueron las múltiples gestiones que efectuaron en 2006, 2007 y 2008 las fiscales responsables del caso de Emil en la Unidad de Casos Especiales de la Fiscalía Sección de Derechos Humanos del MP.
Sin embargo, dichas gestiones del MP ya no han avanzado desde 2008 a la fecha, de manera similar a las reducidas gestiones que ha realizado la PDH, resultando ser totalmente insuficientes, porque no existen hasta esta fecha indicios reales para vislumbrar el paradero de mi hermano. Aunque observo cierta actitud positiva en ciertos fiscales, los resultados no se obtienen, porque los factores de poder continúan operando en el Estado de Guatemala.
¿Vislumbra usted que a corto o mediano plazo la verdad y justicia sobre el desaparecimiento, tortura y asesinato de Emil, como el de tantas otras víctimas, pueda llegar a alcanzarse?
El panorama político que vive Guatemala en 2018 y el que se vislumbra para años futuros es negro y desolador. El pacto de impunidad existente entre las élites gobernantes corruptas, los partidos políticos tradicionales, los poderes fácticos y los funcionarios enquistados en las instituciones del Estado, vinculados en diversos casos con miembros de la delincuencia organizada, está diseñado para garantizar la existencia del statu quo, la repartición de los recursos del Estado, el control sobre las instituciones responsables de la seguridad, así como de la investigación e impartición de la justicia. En este contexto, no se vislumbran posibilidades reales de avanzar en los problemas centrales que presenta la sociedad guatemalteca, para buscar fortalecer y en su caso reconstruir aquellas instituciones responsables de investigar e impartir justicia, para los casos de desapariciones forzadas, torturas y asesinatos del pasado inmediato.
Por Virgilio Álvarez Aragón
Marylena Bustamante Ortiz:licenciada en Psicología. Exilada en México desde 1982. Defensora de los derechos humanos, continuamente visita su patria Guatemala, para impulsar las acciones de búsqueda de su hermano Emil.
Todas las imágenes utilizadas en este texto fueron proporcionadas por Marylena Bustamante Ortiz.
Un Commentario
Marylena Bustamante es un ejemplo para tod@s … pues Emil es solo un caso mas, de los miles pendientes … su Lucha no a sido en vano, pues seguiremos exigiendo Justicia a pesar de este Estado Cooptado … !!!
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