Mario Roberto Morales y la corrupción de la lucha anticorrupción

Edgar Rosales | Política y sociedad / DEMOCRACIA VERTEBRAL

En medio de la guerra entre jimmyliebers y los fanes de Iván, se ha colado una tesis planteada por el escritor y precandidato presidencial, Mario Roberto Morales, que pretende explicar las causas que se esconden detrás de la denominada «lucha contra la corrupción» y que, según está versión, van muchísimo más allá del conflicto entre el presidente Morales y el comisionado Velásquez.

El análisis de Morales se puede interpretar en los términos siguientes:

La crisis montada en torno a la lucha contra la corrupción es resultado de una pugna intraoligárquica, debido al rompimiento de la hegemonía tradicional de dicho sector, pero que actualmente se manifiesta en dos tendencias. Un sector oligárquico moderno, en el sentido que su riqueza no proviene mayoritariamente de la renta nacional, porque se ha incrustado en mercados globales, principalmente en el sector financiero. El líder identificado de esta rama es Dionisio Gutiérrez (últimamente autocalificado como «honesto»).

El otro segmento oligárquico, afirma Morales, era afín al difunto Álvaro Arzú, cuya expresión política es el Pacto de Corruptos y que tiene al presidente Morales como su principal portavoz. Su tonto útil, dirían los más deslenguados. Por tanto, el repentino fallecimiento del exalcalde habría beneficiado a Gutiérrez en esta disputa. Sospechoso, es la palabra usada por el escritor y aspirante presidencial.

También explica que los arzuístas siguieron haciendo lobby y lograron controlar al presidente, con el apoyo de la facción militar criminal bautizada como La Cofradía. Para ellos, la Cicig y, particularmente, Iván Velásquez, resultan un obstáculo; en parte por los casos que vinculan a algunos cuadros del Pacto de Corruptos y porque esta persecución representa un obstáculo para alcanzar alguna tajada dentro del Plan Para la Prosperidad (PPP) de los gringos.

Al contrario de Obama, a Washington bajo Donald Trump no le sirve de mucho una oligarquía fragmentada. Allá se sabe de sobra que esta ha sido la principal responsable de la corrupción y que ha construido un sistema que convierte a la gente en inmigrante ilegal, su mayor preocupación estratégica. Por tanto, ante los acercamientos de algunos países centroamericanos con China y Rusia, la restauración oligárquica, vía el tal PPP, es considerada muy seriamente por Estados Unidos, siempre y cuando esta abandone las prácticas corruptas. Es ahí donde la Cicig -sin Iván Velásquez- juega un papel idóneo, como árbitro de la «lucha contra la corrupción».

Todo esto lo entendieron Dionisio Gutiérrez y los suyos, pese a tratarse del sector más corrupto. «Se puso al día, pagó impuestos atrasados, multas y se volvió el líder contra la corrupción, siguiendo el guión geopolítico que se aplica por medio de la Cicig», añade Mario Roberto. Al final, explica, el Plan significa más minería, más hidroeléctricas y más palma africana, o sea, más de las principales fuentes de conflicto actual en el país, pero que representan prioridades para las grandes empresas norteamericanas.

Queda claro su afán egocentrista de robarse el show en la fundación del Frente Ciudadano Contra la Corrupción, cuando instrumentalizó a la ex fiscal general, Thelma Aldana, y al comisionado Velásquez, logrando que una buena iniciativa naciera muerta.

El aspecto político electoral también tiene explicación en esta tesis. «A la ex fiscal la puso el Partido Patriota para servirlo, pero vino el Plan Geopolítico en el 2015 y le dijeron: ”o se alinea o le sacamos todos los trapos sucios que usted tiene”. Ella se alineó e hizo lo que tenía que hacer, junto a Iván Velásquez. Se ganó la buena voluntad de los guatemaltecos, que es una población despolitizada, desinformada, inculta por razones de injusticia, pero es candidata para este proyecto izquierdo-derechista, con Gutiérrez como titiretero».

En medio de la polarización actual, el planteamiento de Morales ha sido bien recibido por los sectores de la derecha neoliberal y neofascista y, como suele acontecer, ha sido severamente cuestionado por la ex izquierda oficial y algunos intelectuales de tendencias afines. Los primeros, porque en su fanatismo anti Cicig asumen como propio cualquier cuestionamiento a Velásquez, y los segundos, no se duda que estén motivados por viejos rencores de militancia.

Y es que para quienes hoy representan el movimiento popular oenegero, resulta cuesta arriba aceptar que su indignación hacia el presidente Morales y la consiguiente devoción hacia Velásquez, realmente favorecen al Pacto de Corruptos y a Gutiérrez, según la agenda de cada uno.

Y muy a pesar del rechazo visceral de la izquierda, es preciso señalar que el hecho de que la corrupción sea parte de una estrategia geopolítica -que facilita el quitar o poner presidentes bajo el argumento de posibles actos de corrupción-, tampoco es algo que inventara Morales. Está planteado desde finales del siglo pasado, particularmente en el Consenso Post-Consenso de Washington. Incluso, en el 2012, algunas agencias financieras internacionales plantearon una reforma de la justicia para Latinoamérica con dicho propósito, de lo cual hice alguna referencia en el artículo Guerra jurídica a la Tortrix publicado aquí en gAZeta, el 23 de abril pasado y en el cual también se incluyó un enlace dirigido al documento de reforma citado .

«La lucha popular no debe enredarse en el discurso vicioso que gira entre la permanencia de la Cicig o que regrese Iván. Ni por la lucha contra la corrupción. La corrupción es una táctica para quitar y poner gobiernos, aquí ocurrió en 2015, después en Argentina, en Brasil, aunque no han podido en Venezuela», subraya el analista Morales.

Por supuesto que en medio de un ambiente hostilizado, donde la racionalidad le ha cedido espacio a la emoción, resulta difícil sentarse a analizar desapasionadamente una tesis como la expuesta por Mario Roberto Morales. Y claro, se entiende que resulta durísimo aceptar que cada vez que la AEU hace llamados a la plaza, un magnate se frota las manos y brinda en su mansión, felicitándose por su increíble capacidad de corromper la lucha anticorrupción.


Fotografía tomada de Las2Orillas.

Edgar Rosales

Periodista retirado y escritor más o menos activo. Con estudios en Economía y en Gestión Pública. Sobreviviente de la etapa fundacional del socialismo democrático en Guatemala, aficionado a la polémica, la música, el buen vino y la obra de Hesse. Respetuoso de la diversidad ideológica pero convencido de que se puede coincidir en dos temas: combate a la pobreza y marginación de la oligarquía.

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