Manuel Colom Argueta

-Factor Méndez Doninelli | PUERTAS ABIERTAS

En este momento, cuando reconocen mi partido, lo difícil es lograr que no me maten, ya que las técnicas de la ultraderecha para sostenerse en el poder han cambiado. En la actualidad la derecha ha enarbolado la bandera del crimen, jugando al asesinato político.

Manuel Colom Argueta. Última entrevista, 4 días antes de ser ejecutado.
Guatemala, 19 de marzo de 1979.

En mi calidad de exmiembro de la Dirección Nacional del Frente Unido de la Revolución –FUR– de aquel momento y compañero del líder revolucionario, me sumo a los homenajes a su memoria en ocasión del XL aniversario de su cobarde ejecución. Merecido homenaje a su vida, su lucha y propicio para recordar la historia a las jóvenes generaciones.

Honrar su lucha y ejemplo es un deber de lealtad, un deber de memoria y de rescate de la memoria histórica.

Manuel Colom Argueta, abogado y notario, graduado de la Universidad de San Carlos de Guatemala –USAC–, fue ejecutado el 22 de marzo de 1979 por esbirros de la dictadura militar contrarrevolucionaria del general Romeo Lucas García, por órdenes de altos mandos entre quienes destaca el general David Cancinos, jefe del Estado Mayor de la Defensa a quien se le atribuye la autoría intelectual de dicho ataque.

Se cumplen 40 años de la ejecución de quien considero fue el último líder nacional revolucionario del siglo XX, ninguno de los sucesores, sean de izquierda o derecha, han podido comparársele, mucho menos superarlo.

Su muerte, así como los autores intelectuales y materiales, continúan impunes.

El propósito de su ejecución fue impedir que fuera candidato a la Presidencia, porque las élites y sus siervos sintieron amenazados sus intereses. Recuerdo que, durante su sepelio, alrededor de un millón de personas se movilizaron por todo el país y centenas de miles acompañaron el cortejo fúnebre, que en aquel tiempo se convirtió en la más grande demostración de repudio a la dictadura militar y a la política contrainsurgente de la época.

Murió a los 47 años, los militares le arrebataron la vida porque era un infatigable defensor de la democracia y de los derechos civiles y políticos de la gente, luchó a favor de los campesinos sin tierra, de los trabajadores explotados, de los sectores sociales desposeídos. Manuel era un líder indiscutible de mucho carisma, temido por sus adversarios, pero querido y respetado por el pueblo sencillo y trabajador. Soñaba con un país y una sociedad libres de explotación, racismo, discriminación, desigualdad. Su lucha cívica y pacífica fue por democratizar el país, modificar la crisis estructural y lograr el bien común.

En 1979, el FUR propuso la candidatura presidencial de Manuel para las elecciones de 1982; por eso, los enemigos de la democracia decidieron terminar con su vida, sabían que si Manuel hubiera sido candidato, habría ganado la Presidencia de la República, debido a su calidad de líder nacional.

Es considerado el mejor alcalde que la ciudad de Guatemala ha tenido (1970-1974). Construyó el Anillo Periférico Adolfo Mijangos López [1], así como enormes colectores subterráneos de aguas negras, que atraviesan la ciudad y son la obra de saneamiento ambiental más importante en la capital del país. Además, proyectó un plan de ordenamiento de la ciudad 1970-2000.

Fue un político opositor a las dictaduras militares, crítico de la oligarquía y una de las figuras referentes de nuestra historia política reciente. Igual que muchos miles de guatemaltecos, fue víctima de la Doctrina de Seguridad Nacional –DSN– y del terrorismo de Estado. Su asesinato se planificó entre las camarillas oscurantistas y retrógradas del Ejército y las élites oligarcas. Fue uno de los objetivos del proyecto contrainsurgente: matar la inteligencia, puesto que esas camarillas consideraban necesario impedir la continuidad y desarrollo del pensamiento democrático, por ende, eliminar obstáculos a la contrainsurgencia.

A Colom Argueta lo acompañé en su gira política por todo el país, él confiaba en la democracia burguesa y en la posibilidad de acceder al poder por la vía electoral, sin el uso de la violencia, como medio para impulsar cambios estructurales que la sociedad guatemalteca requiere, para modificar el sistema de injusticia, desigualdad e irrespeto a los derechos humanos que seguimos arrastrando.

En ese ideal se equivocó, los intolerantes no le respetaron la vida, Manuel fue eliminado mientras luchaba por esa utopía y con su muerte se cerraron más los espacios de participación ciudadana.

La represión selectiva e indiscriminada fue el estilo que distinguió a los gobiernos guatemaltecos de esa época. Eso explica por qué la historia reciente del país está llena de luto y dolor, provocados por la caterva de intolerantes y corruptos que hasta ahora han gobernado Guatemala, reprimiendo a la población.

Esta es una porción de la historia de país que la juventud debe conocer, para no olvidar a quienes, con su sacrificio personal, coadyuvaron a abrir brecha hacia la paz y la democracia.

Fotografía de Mauro Calanchina. Sepelio de Manuel Colom Argueta pasando frente al Palacio Nacional.

Como otros miles, Manuel es un mártir del pueblo, sacrificado por su compromiso con las causas sociales y su propuesta de nación incluyente y democrática. Evocar su ejemplo es refrescar la memoria histórica y revivir la figura de un político revolucionario prominente, capaz, honesto y de firmes convicciones que buscaba un mejor país y construir una sociedad, justa, solidaria y humana.

En Guatemala, COLOM ARGUETA está ligado a la lucha popular impulsada contra las dictaduras militares que usurparon el poder público durante la segunda mitad del siglo pasado. Fundó el FUR, que se consolidó como organización política para aglutinar a las fuerzas de izquierda en las elecciones de 1982.

Jamás renunció a sus principios y valores, defensor de causas justas, de sectores sociales excluidos y discriminados. Impulsó la incansable lucha por las causas del pueblo. Sus principios revolucionarios, la conciencia social forjada al calor de la lucha popular, exilios, atentados y persecuciones lo situaron como dirigente de masas campesinas, indígenas, trabajadoras, profesionales e intelectuales democráticos, convencidos que la lucha por medios legales y pacíficos crearía espacios de participación para promover un clima de paz y democracia.

En 1955, se opuso al plebiscito para confirmar en el poder al coronel Carlos Castillo Armas, cabecilla de la invasión armada financiada por la Agencia Central de Inteligencia –CIA– de Estados Unidos que en 1954, derrocaron al gobierno constitucional del coronel Jacobo Árbenz.

La eliminación de Manuel se inscribe en clave de las tinieblas de impunidad que rodean el sistema de justicia nacional y que impiden derrumbar el muro que sostiene las estructuras construidas para burlar la ley, manosear la administración pronta y cumplida de la justicia.

No puedo callar, ni dejar de lado la indignación o ser indiferente. Los abusos y las barbaridades cometidas en el pasado siguen ocurriendo en el presente. Los gobernantes militares, oligarcas y neoliberales han instalado una cleptocracia en el país, saquean el dinero del Estado, roban a manos llenas, fomentan la corrupción, socavan la débil institucionalidad del Estado.

No puedo callar, ante la criminalización de las luchas sociales, la represión contra quienes defienden la vida y el territorio. Ante las medidas represivas contra dirigentes sociales, comunitarios, defensores de derechos humanos, comunicadores sociales. Ante la violencia desbordada que asesina niños, jóvenes, mujeres, periodistas, líderes sociales y ancianos.

Ante los ataques a las libertades de expresión, prensa, pensamiento, investigación e información. No puedo callar ante la indiferencia de la gente, porque se quiere imponer la cultura del miedo y el silencio.

[1] Abogado y Notario, Diputado y dirigente de URD, acribillado al salir de su Bufete profesional en la zona 1 de ciudad Guatemala. Su muerte continúa impune.

Fotografía principal por Manuel Mendizábal. Manuel Colom Argueta con el micrófono en la mano, a su derecha, Factor Méndez Doninelli y Américo Cifuentes, a su izquierda, Miguel Ángel Andrino y Oswaldo Enríquez. Tomada durante un mitin en la Concha Acústica en 1978.

Factor Méndez Doninelli

Abogado y Notario, catedrático e investigador universitario, defensor de Derechos Humanos.

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