Malestar por bienestar

Tomás Rosada | Política y sociedad / MIS CINCO LEN

Se nos sigue pasando el tiempo y el trabajo de fondo, el que realmente importa, sigue sin hacerse. Gracias al enorme malestar que nos ha ocasionado la corrupción y la transa, hemos dejado de lado el tema principal que aqueja a la gran mayoría de guatemaltecos: poco bienestar y escasas perspectivas de cambio.

Ni por asomo han vuelto a aparecer conversaciones sobre qué se puede hacer para transformar algunos indicadores básicos. Esos números en rojo, estadísticas de espanto que nos gritan a diario cuáles son y dónde están las prioridades de desarrollo nacional.

Se lo recuerdo rapidito, no para arruinarle su fin de semana, sino para que no se olvide del país en donde vive.

Seis de cada diez guatemaltecos son pobres. Cuatro de cada diez guatemaltecos viven en las zonas rurales. Cuatro o cinco de cada diez se declaran indígenas. Uno de cada dos niños sufre de desnutrición crónica. Uno de cada veinte chapines decidió irse a vivir a otro país (¡sin mencionar que cuatro de cada diez migrantes lo hicieron teniendo menos de quince años!).

Como dice mi madre, ¿quién con una luz se pierde? Bueno, sí, siempre hay cómo perderse, pero eso ya es problema y decisión deliberada de aquellos a quienes se les ha confiado temporalmente la responsabilidad de conducir el aparato estatal.

Esos cinco o seis datos permiten dibujar con impresionante nitidez el rostro del país que habitamos. Pero, más que eso, esos indicadores son, de facto, el programa de prioridades de cualquier gobierno que se proponga como objetivo la transformación estructural y el desarrollo de Guatemala. Son eso: datos, cifras duras, evidencia, no ideología ni cuentos chinos. Allí están, palpables, a cuarenta minutos en carretera saliendo de la ciudad capital en cualquier dirección.

De ahí, lo que nos tocaría hacer entonces es responder dos preguntas. Primero, cuánto nos cuesta transformar esa realidad, cuánto nos cuesta cambiarles la trayectoria a esas variables. Por ejemplo, cuánto nos cuesta reducir la pobreza, reducir la desnutrición infantil, la transformación rural y la generación de oportunidades económicas para que los que estén pensando en irse al norte se la piensen un poco más.

Y segundo, cuáles son las instituciones públicas que necesitamos para provocar ese cambio de trayectoria.

Nuevamente volvemos a llegar al punto del ciclo político en donde se debieran reabrir esta clase de discusiones. Pero el desafío que tenemos hoy en el país para poder hablar de una agenda de desarrollo es que todo o casi todo el tiempo de aire se lo está consumiendo la agenda de transparencia y lucha contra la corrupción. Una vez más, dejamos para «después» estos temas, porque pareciera que no son urgentes o que por lo menos pueden esperar ante los incendios políticos que a diario desatan los desatinos de quienes nos gobiernan.

En fin, son tres años ya desde que comenzamos a manifestar nuestro malestar desde la plaza central. Pero son treinta y cinco años ya desde que esos números del bienestar que le he presentado arriba se han quedado estancados.

Tal vez una cosa tenga que ver con la otra. Solo tal vez…


Tomás Rosada

Guatemalteco, lector, escuchacuentos, economista y errante empedernido. Creyente en el poder de la acción colectiva; en los bienes, las instituciones y los servidores públicos. Le apuesta siempre al diálogo social para la transformación de estructuras. Tercamente convencido de que la desigualdad extrema es un lastre histórico que hay que cambiar en Guatemala. Por eso, y sin querer, se metió al callejón del desarrollo, de donde nunca más volvió a salir. Algún día volverá a levantar el campamento y regresará a Guatemala para instalarse en el centro —allí cerquita de donde dejó el ombligo—, para tomar café, escribir, escuchar y revivir historias de ese país que se le metió en la piel por boca y ojos de padres y abuelos.

Mis cinco len

Un Commentario

Paulina Rubio 15/09/2018

Talvez, solo talvez, si tiene que ver una cosa con la otra, por supuesto. Pero muchos factores incluídos a lo largo de treinta y cinco años.

De los más importantes, la incapacidad y la falta de interés, por hacer algo bueno por un país con recursos naturales tan vastos, sobretodo en la agricultura. Que si no fuera porque contamos con una tierra tan fértil, en verdad no tendríamos que comer.
No como dijo una señora que por obvias razones no se puede nombrar, «que si no fuera por el CACIF, la sociedad guatemalteca no comería. Por Dios santísimo, si, sin sembrar nada, en cualquier montoncito de tierra, que se queda ahí, medio olvidado, empiezan a nacer montes, no solo comestibles sino algunos hasta medicinales.

Si a la gente, ganas de salir adelante, ¡le sobran! Allá en las tierras olvidadas, donde porque no se ha querido, no hay una Escuela bien puesta, los indígenas y campesinos, si esos, los mismos que trabajan la tierra, las improvisan aunque sea al aire libre. Pues ya no hay quien no quiera saber leer. Y no quiero exagerar ni echarle flores al indígena, pero ellos, han aprendido el español, para poder comerciar con el ladino, y venderle su cosecha. Y de esto ya hace bastante, y cada día son más los que aprenden el español.
Ya sé que de unos pocos años a la fecha, ahora ya hay escuelas bilingües, pero y antes?

Asi que los datos que el Doctor Rosada hoy nos recuerda, ciertamente no son de ayer ni de hace un año, son de años que se han venido acumulando,
No se ha hecho nada por mejorar estas cifras, siendo la que más me impacta la de «uno de cada dos niños», padece de desnutrición crónica.

Se ha estado gobernando a Guatemala, viendo la presidencia, como un mero negocio. Casi como decir, «el loteria de cada cuatro años», a ver quien se la gana. Han venido gobernando con irresponsabilidad o «talvez», desconocimiento, de la realidad. Aunque esta última ya no escapa a los ojos DE NADIE.
Lo que sí es lamentable es que el pueblo en general, espere tanto tiempo para reaccionar. Seguramente porque en el fondo de los que tenemos buena voluntad, guardamos la esperanza, de que «talvez, solo talvez», el próximo presidente será mejor.

Y como muy bien lo dice el Doctor Rosada, estos datos no son una ideología, ni cuentos chinos, es una realidad palpable, tal como él lo menciona.

Así que hoy, se dice que se celebra la indepedencia, cuál independencia? de que los españoles nos vinieron a descrubrir. Si nosotros ya estabamos descubiertos. Lo que si vinieron, fué a enseñar cómo se aprovechan los recursos, sin darle participación a los verdaderos hacedores.

Y desde entonces, el robo, la manipulción, la falta de transparencia como bien dice el autor de «mis cinco len».

Creo que no son nuevas instituciones las que se necesitan, sino actores responsables y honestos, que estoy segura que los hay, y seguro son más que los que hasta hoy han gobernado.
Ojalá que todo eso que se ha ido dejando para después, no tenga repercusión en nuestros hijos y nietos, que «talvez»…así será.

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