Luis Melgar Carrillo | Política y sociedad / NUESTROS HIJOS
Un estímulo recibe el nombre de “estímulo positivo” si la intención de quien lo emite tiene el propósito de que quien lo recibe se sienta bien. A los estímulos positivos también se los conoce como:”caricias positivas”. Son esfuerzos para que el mensaje enviado se sintonice con los sentimientos de amor, amistad y alegría registrados en el cerebro del receptor.
Es muy frecuente que alguna persona lance estímulos positivos. La probabilidad de que el esfuerzo sea aceptado conforme a la intención original, es función de por lo menos cuatro situaciones. a) Que quien lo recibe tenga referencias en su cerebro de sentimientos congruentes con el mensaje. b) La autenticidad con que haya sido percibido. c) La prudencia en cuanto a lo oportuno de la situación d) La veracidad misma del mensaje.
Si el receptor no tiene referencias en su cerebro contra las cuales asociar una caricia, el esfuerzo al ser emitida es vano. Esta situación se mencionó en los artículos anteriormente publicados intitulados Estímulos II y Estímulos III. No hay referencias contra las cuales asociar los sentimientos emitidos.
Cuando se lanza un estímulo auditivo, las palabras escuchadas son parte de lo que se capta. Sin embargo, además de las palabras, cuentan los sentimientos con los cuales fueron pronunciadas. Los sentimientos son también una parte del mensaje. Entre los aspectos que acompañan a un mensaje está el tono de la voz, la manera de mirar, la expresión facial, el movimiento de las manos y hasta la postura del cuerpo. Todos esos elementos conjugados integran lo que el receptor capta. Esa conjugación integrada es la referencia que el receptor interpreta y que a sus ojos representa la autenticidad del mensaje.
En algunas ocasiones no es necesario que se emitan palabras para que el interlocutor perciba un estímulo positivo. Por ejemplo, una mirada afectuosa acompañada de una sonrisa en sí ya es un estímulo positivo. Poner atención a lo que habla la otra persona, también es una caricia positiva.
Los sentimientos al momento de emitir una caricia son captados por quien escucha. Og Mandino menciona en su libro El vendedor más grande del mundo lo siguiente: cuando se enfrente a una persona, lo deberá hacer con amor. Literalmente dice: “Las palabras pronunciadas con amor serenarán la frente, harán que una sonrisa se asome a los labios, y harán eco en la voz”. Es importante la congruencia entre las palabras y los sentimientos con que se pronuncian.
Una caricia puede ser rechazada en función de lo oportuno de la emisión. Por ejemplo, se le puede decir a una muchacha “Que linda que te ves”. Sin embargo, si se dice en presencia de su novio, el mensaje probablemente no vaya a ser recibido conforme a la intención original. Si se despierta a la esposa a las dos de la mañana para decirle lo mismo, probablemente tampoco vaya a ser bien recibido. La prudencia es parte importante en cuanto a la emisión de una caricia.
Para que una caricia sea aceptada es importante que el mensaje en sí sea verdad. Por ejemplo, si se le dice a la esposa de un moribundo “Que bien que se ve su esposo”, el mensaje probablemente vaya a ser rechazado.
Los estímulos positivos son mensajes que incrementan los vínculos de amistad y de cariño entre las personas. Sin embargo, antes de lanzarlos se debe tener la precaución de hacerlo cuidando los cuatro aspectos que se mencionaron.
Una madre puede tener el cuidado de repetir, con insistencia, el lanzamiento de caricias positivas para su pequeñito. Es un camino directo para irlo fortaleciendo para su futuro. Hay por lo menos dos grandes beneficios de hacerlo: por una parte esas caricias auténticas lanzadas con amor son una manera de consolidar una personalidad con una autoestima altamente fortalecida. Por la otra, cuando una persona ha recibido caricias positivas, puede emitirlas con facilidad.
Es fácil detectar que una persona no ha recibido caricias positivas en su infancia, porque cuando trata de hacerlo, no las emite de manera natural. Esa es una posible razón por la cual quien la recibe, pudiera percibir que no se trata de una caricia auténtica.
Por lo anterior se puede llegar a la conclusión de que el hogar es el ambiente en el cual se debe iniciar una cadena de relaciones interpersonales cordiales y afectuosas. Un entorno familiar amoroso es la base para moldear en los hijos una personalidad agradable. El éxito futuro de cualquier niño tiene una relación directa con ese tipo de personalidad.
Fotografía principal tomada de Rosario3.
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Imagen principal tomada de Andina.
Luis Melgar Carrillo

Ingeniero Industrial, Colombia 1972. Máster en Administración de Empresas (INCAE 1976). Nueve libros. (Dos aparecen en Google). Autor de 20 artículos (revista Gerencia, Guatemala 1994 -95. Director de Capacitación (Asociación de Azucareros de Guatemala). Director de Recursos Humanos (Polymer-Guatemala). Excatedrático en universidades de Costa Rica, Guatemala y Tepic, México. Residencia en Tepic.
6 Commentarios
Excelente artículo sobre este tema puntual.
Estimada Andrea: Muchas gracias por su comentario.
De mucha relevancia para las relaciones intrafamiliares y también para el liderazgo en las empresas y/o instituciones y en la iglesia.
Saludos desde Guadalajara, Jal.
Estimado Edgar: Muchas gracias por su comenario. Creo que la tarea que todos tenemos es difundir este tipo de información, para tratar de que las relaciones interpersonales en general mejoren. Seremos un mejor país si afloran constantemente las caricias positivas entre la población.
Excelente. Tema puntual y muy relevante.
Estimado Luis Pedro: Muchas gracias por su comentario. En la medida en que cada padre, implemente en sus hijos el contenido de estas reflexiones, llegaremos a ser un gran país.
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