Los dictadorzuelos del Caribe actual esgrimen que son soberanos

Fernando González Davison | Política y sociedad / DING DONG

Los gobernantes de Venezuela, Nicaragua, Honduras y Guatemala han esgrimido razones de soberanía para hace tropelías legales, violentando las constituciones de sus países, enajenando la soberanía misma que le corresponde al pueblo en su conjunto. Son los nuevos piratas del Caribe. Ellos actúan contra su propio pueblo al esgrimir a su manera que ellos son los defensores de la soberanía, sin entender que el pueblo es el soberano. Su falta de legitimidad es evidente en el concierto internacional y dentro de la ciudadanía y gozan del rechazo de las mayorías. Sin embargo, a los cuatro lo sustentan las cúpulas de las fuerzas armadas. En Guatemala y Honduras, en adición, tienen también el apoyo del sector empresarial que, con dicha cúpula castrense, han sido los ejes de un sistema que ha capturado al Estado desde hace décadas para su propio beneficio, típico de los estados corporativos. El gobernante de Nicaragua hasta hace poco tenía el apoyo empresarial pero ahora reculó, como algunos de sus miembros lo están haciendo en Guatemala, pues la economía está siendo afectada. En Venezuela el inmaduro gobernante es un títere de los generales. En los cuatro países la emigración no cesa de aumentar, lo que confirma que violentan también el desarrollo de sus pueblos.

Si bien el concepto de soberanía nació en el siglo XVI al convenir que el monarca era el soberano absoluto, eso cambió cuando sobrevino la Revolución francesa, que hizo girar el término a soberanía popular, es decir, el pueblo como el poder supremo.

Así, el término pueblo devino clave del pensamiento político y del lenguaje jurídico al aceptar el principio de la «soberanía del pueblo», al volverse un precepto constitucional en todas las naciones democráticas. De un gobierno «del pueblo, para el pueblo y por el pueblo», que se remonta a la declaración de independencia de Estados Unidos. Pero los cuatro dictadorzuelos del Caribe no obstante tal claridad, actuando en contra del pueblo, han dado variedad de interpretaciones a ese concepto. Dicen que el pueblo es una parte de la comunidad política enfrentada por sus reinvindicaciones frente a la minoría privilegiada y el Estado, con una connotación peyorativa: plebe, populacho o turba. Empero, la verdadera noción de pueblo designa al estatuto unificado propiamente político de una comunidad, que se distingue de otras, como el pueblo guatemalteco, una abstracción en su diversidad cultural (o el pueblo chino con cientos de lenguas distintas pero unido en tanto que China), de donde radica la soberanía del pueblo. Así, en el vocabulario moderno el término «pueblo» puede designar a la unidad política en ella misma, distinta a otras. Y se avecina al término nación o Estado.

La soberanía radica en el pueblo y es el pueblo quien ejerce el poder para elegir sus autoridades o revocarlas, según la Constitución. Y las revoca al momento que sus gobernantes se distancian del bien común para actuar en su favor y violando las leyes. Eso sucede con los cuatro dictadorzuelos, pues quieren vivir en la impunidad y en la corrupción, lo que ha hecho retroceder el desarrollo de sus países. Los cuatro contrarían el «espíritu del pueblo» que universaliza a la ciudadanía en tanto que unidad (en la diversidad) de los asociados, y violentan la voluntad general por actuar contra los intereses nacionales y contra la unidad de la nación y la voluntad popular. La delegación por representación tiene sus límites en la ley y la incumplen. Además, han tomado el camino de la desunión en el Estado y se olvidan del bien común, con el fin de autodefenderse de manera egoísta de algún hecho flagrante, retorciendo el derecho y la justicia a su manera, vulnerando el derecho y elevando el escudo de la impunidad para seguir violentando la ley. Los cuatro gobernantes se han vuelto unos piratas políticos que nos roban el futuro, siendo ilegítimos, ineptos, corruptos, mentirosos y cínicos.


Fernando González Davison

(1948) Escritor, internacionalista y exdiplomático guatemalteco.

Ding dong

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